Inicio » Content » SANTA GERTRUDIS - CATEQUESIS DEL ABAD GENERAL DE LA ORDEN CISTERCIENSE AL CONGRESO DE ABADES BENEDICTINOS

Conferencia del Abad General de la Orden Cisterciense

al Congreso de Abades Benedictinos de 2012[1]

Agradezco al Abad Primado y a todos ustedes por acogerme hoy para estar y rezar con ustedes (...). Como Abad General he tenido ya varias ocasiones de aprovechar de la fraterna acogida en comunidades benedictinas del mundo, en particular en Brasil (...).

Pero hoy vengo sobre todo a hablarles de la causa para obtener el Doctorado de la Iglesia para santa Gertrudis de Helfta. He heredado este deseo, al llegar a ser, en cuanto Abad General, Padre Inmediato del monasterio de Helfta. Las monjas y muchas personas que gravitan en torno a este lugar, me han hecho conciente de la importancia de esta iniciativa. Cuando después se la he comunicado al Capítulo General de los Cistercienses Trapenses, ha sido como si la chispa inflamara un gran fuego, favorecido en particular por el abad de Cîteaux, experto en santa Gertrudis, al cuál unánimemente el Capítulo General de los Trapenses ha confiado el encargo de representar a su Orden en la promoción de esta causa.

El Papa Benedicto XVI, durante la audiencia general del 6 de octubre de 2010, ilustró la figura de santa Gertrudis, sosteniendo que fue: “Una de las místicas más famosas, la única mujer de Alemania que recibió el apelativo de ‘Grande’ por su talla cultural y evangélica: con su vida y pensamiento ha incidido de modo singular en la espiritualidad cristiana”.

Con su vida y su pensamiento Gertrudis influyó en gran medida sobre la espiritualidad cristiana, y no solo en el pasado. El santo Padre, al término de su catequesis, refiriéndose al Séptimo Ejercicio de Gertrudis afirma: “Me parece obvio que estas no son solo cosas del pasado, históricas, sino que la existencia de Santa Gertrudis continúa siendo una escuela de vida cristiana, de camino recto, y que nos muestra que el centro de una vida feliz, de una vida verdadera es la amistad con Jesús, el Señor”.

Y es precisamente por el hecho de que la eminens doctrina de la santa alemana es significativa para el cristiano actual, que nace el deseo de dar inicio al procedimiento para poder conferir a la santa de Helfta el título de Doctora de la Iglesia. Se podría pensar que Gertrudis ha escrito relativamente poco para recibir tal título, pero la doctrina eminente no es un hecho cuantitativo, sino más bien cualitativo: es decir, que el contenido doctrinal debe haber ejercido un real influjo en la reflexión teológica y en la vida eclesial. Las características peculiares de la doctrina de un Doctor de la Iglesia pueden ser resumidas en: la Ortodoxia, la Novedad y la Universalidad. La Ortodoxia es obvia, dado que se ha procedido a la canonización de Gertrudis. Merece una reflexión la Novedad de la doctrina, que es posible encontrar en sus escritos: el Heraldo del Amor Divino, compuesto de cinco libros -aún si solo el segundo está escrito por la Santa- y los Ejercicios Espirituales. Por primera vez en la historia de la espiritualidad cristiana, una mujer escribe una autobiografía espiritual; en efecto, así puede ser considerado el segundo libro del Legatus; en esta obra, la santa describe su relación con Dios mediante expresiones que tienen modelo bíblico en el Cantar de los Cantares. Otros aspectos originales de la doctrina de Gertrudis conciernen a la Cristología y la Liturgia. Gertrudis de Helfta es considerada la iniciadora de la devoción al Sagrado Corazón. Es llamada, en efecto, la Teóloga del Sagrado Corazón o la Santa de la Humanidad de Cristo. Se la representa con un corazón encendido, visible sobre el pecho, con la imagen de Jesús, generalmente Niño, al centro. In corde Gertrudis invenietis me, canta la antífona de las vísperas de su fiesta. El corazón de Gertrudis y el de Jesús se identifican, signo de aquel “intercambio de corazones” que después llegará a ser familiar a los místicos, y del cuál se habla ya expresamente en el Legatus. Las referencias al corazón de Jesús, metáfora del amor infinito de Dios por su creatura, son numerosísimas en los escritos gertrudianos.

En lo que concierne a la Liturgia, la referencia obligada es a Dom Gueranger, el cuál, presentando la figura de santa Gertrudis, afirma que: “Quien quiere darse cuenta de la particular unción de su palabra, indague la fuente de sus sentimientos y de las expresiones con las cuales se traducen. Todo sale de la Palabra Divina, no sólo de la que escuchó del Esposo Celestial, sino también la que fue su alimento con la lectura de los Libros Sagrados y con la Santa Liturgia. Viviendo en el claustro, saca continuamente luz y vida de la fuente de la verdadera contemplación, por la cual el alma apaga su sed en la fuente de agua viva que brota de la divina salmodia y de la Palabra Inspirada del Oficio Divino. Gertrudis está tan embriagada de este celestial licor, que no dice palabra sin revelar la fascinación que allí ha encontrado. Su vida está tan absorbida de la Liturgia, que vemos siempre en sus Revelaciones al Señor que se le aparece, que le manifiesta los misterios celestes, la Madre de Dios y los santos que se presentan a ella y conversan, a propósito de una antífona, de un responsorio, de un introito, que Gertrudis está cantando con delicia y del cual gusta todo el sabor”. Es sobre todo en los Ejercicios Espirituales que Gertrudis presenta una liturgia dinámica, viva que conmueve al cristiano, el cual no puede ser solo espectador de la representación de los eventos salvíficos. El texto está dividido en siete partes inspiradas en la liturgia y que corresponden a los diversos tiempos de la vida cristiana y monástica.

El P. Cipriano Vagaggini, partiendo precisamente de santa Gertrudis, en varios escritos ha sostenido que, al interior de la Liturgia, el fiel contempla, se encuentra con Cristo, lo descubre presente y dialoga con Él. La liturgia, por lo tanto, es contemplación; y la oración personal a lo largo del día no está desenganchada de la oración litúrgica. Y entonces se crea una ósmosis entre oración personal y oración litúrgica, que pienso que es urgente redescubrir hoy en la Iglesia. El ejemplo quizás por excelencia de esta mirada, para el padre Vagaggini, está dado precisamente por santa Gertrudis. Las elevaciones místicas de santa Gertrudis están todas entretejidas de versículos escuchados en el Oficio. Y es evidente que, si es así, mientras cantaba los versículos del Oficio, estaba inmersa en la contemplación.

Por lo que se refiere a la Universalidad, la devoción por santa Gertrudis está difundida en todas las partes del mundo, sobre todo donde están presentes los monasterios benedictinos y cistercienses. Es significativo a este propósito que uno de los primeros monasterios en obtener la celebración del Oficio de la santa de Helfta, es el Monasterio de la Concepción de la ciudad de México, monasterio bien lejano del mundo alemán y europeo. Yo mismo he notado como la devoción a santa Gertrudis está muy difundida en el Brasil, irradiada desde sus monasterios.

Como sabemos, el monasterio de Helfta pertenecía a las así llamadas “monjas grises”, es decir, de observancia cisterciense pero sin estar sometidas a la jurisdicción de Cîteaux, y por lo tanto, en cierto modo, libres de seguir costumbres propias. No es para sobrevaluar, sin embargo, que el íter litúrgico de santa Gertrudis, tenga como protagonista al mundo benedictino. En efecto, los  Monasterios o Congregaciones a los cuales la Santa Sede concedió en primer lugar la celebración del Oficio, después la  Misa propia, y finalmente la inscripción en el Martirologio, pertenecían a la gran familia benedictina (...).

Sería auspicioso, por lo tanto, que al menos las tres Órdenes pudieran encontrase unidas en solicitar el Doctorado para santa Gertrudis, con la certeza de que los escritos de la Santa son, como nunca, actuales para los fieles de hoy en día, como lo ha reafirmado Benedicto XVI.

Fr. Mauro-Giuseppe Lepori

Abad General de la Orden Cisterciense

 



[1] Traducción del italiano: Hna. Ana Laura Forastieri. Monasterio Trapense de Hinojo. Argentina