Inicio » Content » EL TEXTO DEL “LEGATUS DIVINAE PIETATIS” DE GERTRUDIS DE HELFTA EN EL MANUSCRITO LEIPZIG, UNIVERSITÄTSBIBLIOTHEK 827. ALGUNOS RELIEVES (III)

Eucaristía y rescate de las almas del purgatorio, pintura de hornacina del retablo de Santa Gertrudis de la iglesia del Real Monasterio de San Clemente de Sevilla,

atribuida al pintor Valdés Leal[1].

 

Elena Tealdi[2]

La complejidad hermenéutica, más bien está dada propiamente[3] por el hecho de que los Libros III-V son ya establemente atribuidos a dicha autora anónima: se tratará por lo tanto de individualizar las eventuales oscilaciones significativas desde el punto de vista del contenido, del estilo y de la teología, que permitan definir mejor la relación entre la narración de Gertrudis y la redacción de su co-hermana. Por ahora nos limitamos a dar algunos ejemplos que puedan sugerir una modalidad de intervención y la puesta a la luz –o a la sombra- de temáticas específicas.

A tal fin pueden ser tomadas como ejemplo las páginas 57-62.

En el f. 57r-v se encuentran las primeras líneas del primer párrafo del capítulo 23 del Libro V[4], que se refieren al deseo expresado por la mística, durante una celebración litúrgica de la fiesta de san Martín, de ser asunta al cielo y hecha semejante a Cristo; para ello se agrega una pequeña porción de texto inédito[5], que, al igual que en el ejemplo dado para el Libro II, tiene la función de ampliar y explicitar el contenido de la frase inmediatamente precedente. La conclusión, que en la redacción tradicional afirmaba «Ex quibus verbis ista nimio desiderio succensa optabat dissolvi et esse cum Christo, cum tamen antea nulla sibi de hoc cura fuisset» (A causa de estas palabras, ella, inflamada con un intenso deseo, deseaba morir para estar con Cristo, mientras que antes, sin embargo, nunca se había preocupado de esto) está articulada en dos proposiciones, de las cuales la primera atestigua el deseo de abandonar el cuerpo y la segunda da una precisa justificación de ello, afirmando: «Extunc tanto fervore spiritus est inflammata» (desde entonces, fue inflamada con tal fervor de espíritu).

No es legítimo desarrollar argumentaciones excesivamente articuladas a partir de variantes de este tipo, de hecho, de extensión bastante acotada, y quizás de poca influencia desde el punto de vista del contenido teológico; sin embargo, merecerá más atención el análisis de una porción mayor de texto que, en cambio, muestra elementos de novedad más extensos y relevantes.

Esta referencia al deseo de unión mística, expresado durante la fiesta de san Martín, se yuxtapone a una porción de texto perteneciente al Libro III (capítulos 1 y 2) que refiere el “matrimonio espiritual” entre la monja y Cristo (en la edición crítica el capítulo 2 está titulado De anulis spiritualis desponsationis[6]: Sobre el anillo del desposorio espiritual); la fusión sin embargo, no es inmediata, sino que se observa la interpolación de algunos párrafos, con una extensión de cerca de tres páginas (56r-57r), en los cuales se reportan otros episodios análogos, plenamente coherentes desde el punto de vista del contenido y de la estructura, pero no por ello privados de peculiaridad, tales como, por ejemplo, la descripción del encuentro con un joven de buen aspecto que le invitaba, llamándola como “dilecta” a salir juntos al campo, con una clarísima alusión al Cantar de los Cantares[7]. Tal alusión, por lo tanto, puede ser considerada de una cierta importancia, a la luz del hecho de que el Libro II del Legatus deja entender una casi total ausencia del componente propiamente esponsal de la mística[8]; la misma figura del joven (iuvenes), resulta del todo ausente en los cinco libros del Legatus[9], mientras que aparece en dos pasajes distintos en el manuscrito de Leipzig[10].

La soldadura entre los Libros V y III, junto con el agregado de partes inéditas, parece tener por resultado, lograr hacer más evidente el tema de la mística esponsal, que,  mientras en la versión tradicional quedaba siempre implícito, o al menos poco investigado, ahora adquiere mayor solidez teológica, a través de la referencia bíblica y la profundidad existencial; significativamente, al f. 58r se encuentran algunos pasajes del capítulo 23 del Libro V: se trata de varias líneas -de la 8 a la 17- del primer parágrafo[11], en los cuales de nuevo se narra un encuentro con el Señor que habla a su amada[12].

A este punto el texto se interrumpe y está interpolado con una larga digresión de casi dos páginas, centrada en el tema del deseo de Dios y del sufrimiento ligado a la dimensión del pecado que parece hacer imposible el encuentro con el Señor, convergente igualmente con la comunión eucarística como lugar de la unión más profunda y al mismo tiempo, de la revelación del amor de Cristo hacia su fiel discípula[13].

Después de la interpolación, sigue el capítulo 23 del Libro V, retomado desde el primer párrafo, exactamente donde había sido interrumpido, y prosigue el segundo, que, no obstante, recibe también una expansión, similar en su estructura a la considerada arriba a propósito del Libro II.

En la edición crítica, de hecho, el parágrafo se abre con una breve contextualización en la cual se retoma el deseo de absolución de la carne, mientras que en el manuscrito de Leipzig el tema está más profundamente planteado y extensamente ejemplificado, como se evidencia en esta tablilla sinóptica:

 

El desiderium absolutionis a carne (deseo de ser liberada de la carne) resulta así investigado en su contextualización litúrgica (cum interesset misse communicatura, cuando durante la misa debía comulgar) y en la fenomenología de su desarrollo (tantam…adventasset, tanta… aproximase), hasta la explosión de la exclamación directamente dirigida por la monja al Señor.

Continuará

 


[1] El retablo de Santa Gertrudis de la Iglesia del Real monasterio de San Clemente de Sevilla constituye un conjunto pictórico grandioso, de estilo barroco, fechable en los últimos años del siglo XVII. En el centro se encuentra el gran lienzo de Lucas Valdés, Santa Gertrudis en inspiración, de 1680. Rodeando el cuadro aparecen diversas escenas de la vida y visiones de Gertrudis. Este cuadro, que se clasifica dentro de los motivos eucarísticos, representa el sentido eclesial de la Eucaristía: vemos en un primer plano a Gertrudis comulgando, mientras que, en un segundo plano, un grupo de atribulados laicos -en representación de la Iglesia peregrina-, esperan recibir consuelo de la comunión de Gertrudis, y en un tercer plano, las almas de la Iglesia purgante son liberadas de su pena por un ángel que los conduce al paraíso. El siguiente texto del Legatus, entre otros, refleja esta enseñanza: «Otro día que iba a comulgar, mientras ofrecía al Señor la hostia para sufragio de todos los  que estaban en el purgatorio comprendió el gran alivio que sintieron las almas de los fieles (…) y oyó al Señor que le decía: “Te introduzco tan profundamente en mí, cuando recibes la comunión, que introducirás contigo a todos los que alcanza el maravilloso perfume de los deseos que irradian tus vestidos’. Después de recibir esta promesa y haber recibido la comunión, deseaba que el Señor le concediera sacar del purgatorio tantas almas, cuantas partículas en las que se dividiría la hostia en su boca. Ella intentaba dividirla en numerosas partículas, y le dijo el Señor: ‘Para que comprendas que mis misericordias superan todas mis obras  y que no hay nada que pueda agotar el abismo de mi bondad, estoy dispuesto a que recibas, por el valor de este sacramento de vida, mucho más de lo que has dicho con tus palabras”» (L III, 18, 24-26).

[2] Elena Tealdi colabora con el Departamento de Ciencias Religiosas de la Universidad Católica de Milán, donde en 2012 ha conseguido un doctorado en historia del cristianismo, cuya tesis ha sido objeto de publicación («Giovanni di Rupescissa, Vade mecum in tribulatione, edizione critica a cura di E. Tealdi, introduzione storica a cura de R. E. Lerner e G. L. Potestà», Milano, 2015). Dirige la colección «Letture cristiani del secondo milenio» (ediciones Paulinas) y es docente de religión.

[3] Continuamos publicando la traducción de las actas Congreso: “LA “DIVINA PIETAS” E LA “SUPPLETIO” DI CRISTO IN S. GERTRUDE DI HELFTA: UNA SOTERIOLOGIA DELLA MISERICORDIA. Atti del Convegno organizzato da Istituto Monastico della Facoltà di Teologia Pontificio Ateneo Sant’Anselmo, Roma, 15-17 novembre 2016. A cura di Juan Javier Flores Arcas, O.S.B. - Bernard Sawicki, O.S.B., ROMA 2017”, Studia Anselmiana 171, Pontificio Ateneo S. Anselmo, Roma 2017. Cfr. el programa del Congreso en esta misma página: http://surco.org/content/convenio-divina-pietas-suppletio-cristo-santa-gertrudis-helfta-una-soteriologia-misericordia. Traducido con permiso de Studia Anselmiana y de la autora, por la Hna. Ana Laura Forastieri, ocso. 

[4] Héraut V, pp. 196-198.

[5] f. 57v: «Festo sancti Martini, dum cantaret responsorium “Beatus Martinus obitum suum”, illa inardescens desiderio prorupit in hec verba: “O Domine, quando mecum similiter facies?”. Cui Dominus blande respondit: “Nimis cito volo te de hac vita sumere”. Ex quibus verbis illa minium consolata et, cum antea sibi minima cura fuisset egrediendi de corpore, extunc tanto fervore spiritus est inflammata ut vehementi desiderio cuperet dissolvi et esse cum Christo». N. de T.: «En la fiesta de san Martín, mientras cantaba el responsorio: “San Martín, su propio tránsito”, ella, enardeciendo su deseo, prorrumpió con estas palabras: “¿Oh Señor cuando harás lo mismo conmigo?”. A lo cual el Señor respondió dulcemente: “Quiero sacarte de esta vida muy pronto”. A causa de estas palabras quedó muy consolada, y, aunque antes le preocupaba muy poco su salida del cuerpo, desde ese momento fue inflamada con tanto fervor de espíritu que anhelaba con vehemente deseo morir para estar con Cristo».

[6] Héraut III, pp. 16-20.

[7] f. 56r: «Quodam die dominico dum post sanctam communionem orationi intenderet et hora adventasset qua circa officium sibi iniunct’um scilicet ad coquinam serviendi occupari deberet, pro magno gravamine ponderabat quod de interioribus averti deberet ad exteriora. Et ecce vidit astantem sibi iuvenem floridum aspectu venustum facie compositumque veste trahentem se ad manum et blande dicentem: “Veni, dilecta mea, egrediamur in agrum”». N. de T.: «Cierto día domingo, cuando después de la santa comunión se dedicaba a la oración y se acercaba la hora en la cual debía ocuparse de cierto oficio que le habían encargado, a saber, servir en la cocina, consideraba como enorme gravamen tener que salir de las cosas interiores para dedicarse a las exteriores. Y he aquí que vio junto a sí un joven florido de aspecto hermoso y rostro agradable, que, tendiéndole la mano, le decía dulcemente: “Ven, amada mía, salgamos al campo”».

[8] Esto está plenamente demostrado por Ruh, el cual individualiza, en el Libro II, nuevas citas del Cantar de los Cantares, todas sin embargo en contextos distantes de la temática esponsal; si bien a Gertrudis la temática nupcial le es familiar, no está nunca vinculada con una relación “privada” con su amado Jesús, sino que es más bien comprendida en un contexto litúrgico; y así, el estudioso concluye que «solo con muchas reservas se la puede tomar en consideración para lo que se entiende generalmente como mística esponsal » (Storia della mistica occidentale, vol. II, p. 342).

[9] A excepción del capítulo primero del Libro II, donde sin embargo, no hay ninguna referencia al Cantar: «Igitur in praedicta hora dum starem in medio dormitorii et secundum reverentiam Ordinis obvianti mihi seniori caput inclinatum erigerem, astantem mihi vidi iuvenem amabilem et delicatum, quasi sedecim annorum, in tali forma qualem iuventus mea illo tempore exoptasset exterioribus oculis meis placiturum. Qui vultu blando lenibusque verbis dixit michi: Cito veniet scalus tua; quare moerore consumeris? Numquid consiliarius non est tibi, quia innovabit te dolor? Haec cum diceret, quamvis corpore me scirem in praedicto loco, tamen videbar mihi esse in choro, in angulo quo tepidam et ut timeo simulatioriam et quasi coactam facere solebam orationem, et ibi audivi sequentia verborum, scilicet: Salvabo te et liberabo te, noli timere. Quae cum audirem, vidi dexteram teneram et delicatam tenentem dexteram meam quasi haec verba pollicitando firmaret; et adiecit: “Cum inimicis meis terram lambisti et mel inter spinas linxisti, tandem revertere ad me, et ego torrente voluptatis mee inebriabo te”» (ff. 28r-v). N. de T.: «Por lo tanto, a dicha hora, cuando estaba en el dormitorio y, según la costumbre de la Orden, al encontrarme con una anciana había inclinado la cabeza, al levantarla, vi de pie ante mí a un joven amable y delicado, como de unos dieciséis años, de aspecto tal cual mi juventud de aquel entonces habría anhelado que habría de complacer a mis ojos exteriores. El cual, con rostro suave y bondadoso me dijo estas palabras: “Pronto llega tu salvación; ¿por qué te consumes de tristeza? ¿No tienes contigo un consejero, por qué se renueva tu dolor?”. Mientras esto decía, aunque en mi cuerpo sabía que estaba en dicho lugar, sin embargo me parecía estar en el coro, en el rincón en el cual solía hacer mi tibia -y temo que fingida y como forzada- oración; y allí oí la continuación de las palabras, a saber: “Te salvaré y te liberaré, no temas”. Mientras las oía, vi su diestra tierna y delicada tomando la mía, como si confirmara con una promesa estas palabras; y añadió: “Lamiste la tierra con mis enemigos y sorbiste la miel entre espinas, pero vuélvete a mí y yo te embriagaré del torrente de mis delicias”».

[10] Poco más adelante, en efecto, aparece de nuevo la misma figura del joven, si bien resulta caracterizada en forma menos explícita con relación al Cantar: «Dum dominicam Esto michi devociori studio excolere intenderet propter spiritualem gratiam eodem die precedent tempore acceptam Dominus sicut assolet dona variare ita eciam nichilominus illi gratiam dignatus est augmentare. Nam inter matutinos a primo responsorio usque octavum post singular verba moraliter intelligens ex confabulacione iuvenis qui sibi aderat miro modo delectabatur» (ff. 61v-62r). N. de T.: «En el domingo “Sé para mí”, intentaba mejorar en su aplicación a la devoción por causa de la gracia espiritual que había recibido el mismo día del año anterior; mas el Señor, así como suele variar los dones, así también se dignó no aumentarle en nada aquella gracia. Pero durante maitines, desde el primer responsorio hasta el octavo, fue deleitada de modo admirable por las palabras extraordinarias que comprendió en sentido moral, en conversación con un joven que se le presentó». [Esto mihi, “Sé para mí”, es el versículo inicial del Sal 30,2-3, que se canta como entrada de la misa del antiguo domingo de Quicuagésima, actualmente domingo 6º del tiempo ordinario. N.d.T.].

[11] Héraut V, p. 198.

[12] ff. 58r-v: «Hinc feria eciam quarta post diem Pasche, dum sumptum dominicum corpus adhuc ore teneret, divino afflatu taliter est salutata: “Veni, electa, et ponam in te thronum meum”. In quibus verbis persensit horam illam adventasse, de qua in precedenti festo sancti Martini dictum sibi fuerat: Nimis cito volo te et cetera. Et adiecit Dominus: “Quantumcumque temporis hodierne diei supervixeris, non tibi vivere studeas, sed laudem meam in omnibus secundum desiderium tuum lucrari curabis”». N. de T.: «Por tanto, también en la feria cuarta después del día de Pascua, habiendo recibido el cuerpo del Señor y mientras aún lo tenía en la boca, fue saludada por el soplo divino de este modo: “Ven, elegida, para que ponga en ti mi trono”. En cuyas palabras comprendió que se acercaba aquél momento sobre el cual le había sido dicho en la precedente fiesta de san Martín: “Muy pronto quiero” y lo que sigue. Y el Señor agregó: “Cualquiera que sea el tiempo que sobrevivas día de hoy, no te esfuerces ya en vivir para ti, sino que te preocuparás en lucrar para mi alabanza en todas las cosas, según tu deseo”».

[13] Es significativo a este respecto, cuanto se lee precisamente en el centro del pasaje: «Quid turbaris, dilecta? Quid ultra possem addere in signum amoris tui? Ecce iam prebeo tibi corpus meum in cibum et sanguinem in potum» (f. 58v). N. de T.: “¿Por qué te turbas, amada? ¿Qué más puedo añadir en señal de mi amor por ti? He aquí que ya te ofrezco mi cuerpo como alimento y mi sangre como bebida”.