Inicio » Content » TEXTOS PARA LA VIDA MONÁSTICA CRISTIANA (53)

 

3. Reglas monásticas latinas anteriores a la Regla de san Benito

IX. La Regla del Maestro (continuación)

Capítulo 34: Pregunta de los discípulos: Sobre los oficios divinos durante el día. El Señor responde por el maestro:

1(Es) ante todo (y) sobre todo en la realización del oficio divino que se debe establecer el ordenamiento de la milicia santa: cuáles (son) los momentos sucesivos por los que ha de pasar el recto camino de la observancia, 2como es costumbre de la antigüedad y lo sancionaron las instituciones de los Padres, esto es: maitines[1], prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas, 3para cumplir el ordenamiento profético, que dice al Señor: “Siete veces, en el día, dije tu alabanza” (Sal 118 [119],164)[2].

4Pero prima ha de decirse de la misma manera que la hora duodécima, a la que se llama vísperas. 5Pero prima así se ha de decir: brillando ya los rayos del sol, y vísperas cuando estos rayos todavía están declinando, 6porque del mismo modo que se comienza el día en su inicio con la obra de Dios, de la misma manera ha de acabarse cuando termina, 7para que se cumpla la Escritura que dice: “De la salida del sol hasta el ocaso -no dijo después del ocaso- alaben el nombre del Señor” (Sal 112 [113],3), 8porque el Señor se deleitará con la salida matutina y vespertina (Sal 64 [65],9). 9Es en estos momentos cuando el Señor, gracias a nuestros ángeles, se deleitará con el relato de las buenas obras realizadas por los justos en la jornada[3], 10como dice san Pablo, en su revelación: “Hijos de los hombres, bendigan al Señor incesantemente, pero sobre todo cuando el sol se oculta”[4]. 11El sol nos indica con precisión el inicio y el fin del día, puesto que al retirarse introduce las tinieblas de la noche.

12En tiempo de verano, se empezará el lucernario cuando el sol todavía está en lo alto, a causa de la brevedad de las noches; 13así, los miembros de los hermanos fatigados por el prolongado trabajo (bajo) el calor y por el ayuno, reciban para su insuficiente reposo un suplemento de sueño, tomado del espacio en que todavía brilla el día, para completar la brevedad de las noches.

 

Capítulo 35: Pregunta de los discípulos: Sobre la medida y el número de salmos durante el día. El Señor responde por el maestro:

1En los maitines han de decirse en todo tiempo, seis (salmos), un responsorio, el versículo, la lectura del apóstol y el evangelio, que siempre lo dirá el abad y la oración a Dios.

2En las horas antedichas del día, esto es, prima, tercia, sexta, y nona, deben decirse tres salmos, siguiendo siempre el salterio y un solo responsorio, 3la lectura del apóstol y la del evangelio, que siempre dirá el abad, o si estuviere ausente, los prepósitos por turnos, y después de esta la oración a Dios.

 

Capítulo 36: Pregunta de los discípulos: Sobre los salmos del lucernario. El Señor responde por el maestro:

1En el lucernario deben decirse, en invierno, seis salmos, siguiendo siempre el salterio, un responsorio, el versículo, la lectura del apóstol y la del evangelio, que siempre la dirá el abad, y después de esta, la oración a Dios; 2para que las imposiciones sálmicas, con el responsorio y el evangelio sin el versículo y las lecturas, se eleven a ocho, como las cuatro imposiciones de cada una de las horas del día, 3esto es, las tres antífonas y el responsorio de cada una de estas horas, a saber: prima, tercia, sexta y nona, 4que todas juntas suman dieciséis sin los versos y lecturas; todo ello al terminar la salmodia nos han hecho arrodillar veinticuatro veces, al igual que los veinticuatro ancianos que, adorando sin cesar en los cielos a Dios, se postran ante Él, ofreciéndole sus coronas, 6y alabando al Señor día y noche, dan gloria a Dios[5].

7Del mismo modo también en tiempo de verano, deben hacerse en el lucernario, ocho imposiciones con el responsorio y el evangelio, sin contar el versículo y las lecturas; 8para que estas ocho imposiciones, y similarmente las dieciséis de la jornada, como dijimos antes[6], que deben hacerse veinticuatro veces al día, según el número de los veinticuatro ancianos en el cielo, 9ellas nos harán doblar las rodillas también a nosotros, con alabanzas a Dios, veinticuatro veces al día en todo tiempo.

10En este tiempo de verano, hay que comenzar el lucernario más temprano, a causa de las noches breves de esta estación.

 

Capítulo 37: Pregunta de los discípulos: Sobre los salmos de Completas. El Señor responde por el maestro:

1Deben de decirse, en completas, tres salmos, el responsorio, la lectura del apóstol, la lectura del evangelio, que siempre dirá el abad cuando esté presente, la oración a Dios y el versículo conclusivo.

 


[1] Matutinos.

[2] Versículos 2-3: cf. Casiano, Instituciones 3,1-4.

[3] Cf. Visio Pauli 7.

[4] Visio Pauli 7; ed. M. R. James, Apocrypha Anecdota, Cambridge 1893, p. 13 (Texts and Studies, II,3).

[5] Cf. Ap 4,10.

[6] Cf. RM 36,2-6.