Inicio » Content » TEXTOS PARA LA VIDA MONÁSTICA CRISTIANA (97)

LOS APOTEGMAS DE LAS MADRES Y LOS PADRES DEL DESIERTO (continuación)

Letra Lambda

ABBA LUCIO[1]

1. Unos monjes, de los llamados euquitas, fueron una vez donde abba Lucio, en el Enatón, y el anciano les preguntó: “¿Qué trabajo manual hacen?”. Ellos respondieron: “Nosotros no hacemos trabajo manual, sino que, como dice el Apóstol, oramos incesantemente”. El anciano les dijo: “¿Acaso no comen?”. Y respondieron: “Sí”. Les preguntó: “Cuando comen, ¿quien ora por ustedes?”. Y después les dijo: “¿Acaso no duermen?”. Y respondieron: “Sí”. Y les dijo el anciano: “Y mientras duermen, ¿quién ora por ustedes?”. Y no encontraban qué responder a lo que les decía. Él les dijo: «Perdónenme, pero ustedes no hacen lo que dicen. Yo les enseñaré cómo rezo, mientras trabajo incesantemente con las manos. Estoy sentado con Dios, tejiendo mis pequeños ramos y haciendo esteras con ellos, y mientras tanto digo: “Perdóname, oh Dios, por tu gran misericordia, y por tu gran piedad borra mi pecado”». Les dijo: “¿No es oración esto?”. Le respondieron: “Sí”. Él les dijo: “Cuando he pasado todo el día trabajando manualmente y orando, reúno más o menos dieciséis monedas. Doy dos de ellas en la portería, y con las restantes, como; y el que toma las dos monedas, ora por mí mientras yo como o duermo. De este modo, por la gracia de Dios, se realiza en mí aquello de orar incesantemente”.

 

ABBA LOT[2]

1. Un anciano vino adonde estaba abba Lot, cerca del pequeño pantano de Arsinoe, y le rogó que le diese una celda. Él se la dio. El anciano estaba enfermo, y abba Lot lo atendió, y si llegaban otros para visitar a abba Lot, hacía que visitaran también al anciano enfermo. Pero éste comenzó a proferir palabras de Orígenes. Abba Lot se afligía, diciendo: “No vayan a creer los Padres que nosotros somos así”. Pero temía expulsarlo del lugar, a causa del mandamiento. Se levantó abba Lot y fue a ver a abba Arsenio, y le contó lo del anciano. Abba Arsenio dijo: «No lo expulses, sino dile: “Come y bebe cuanto quieras de los bienes de Dios, pero no digas esas cosas”. Si quiere, se corregirá, pero si no quiere enmendarse, debes rogarle que se aleje espontáneamente del lugar. De este modo no serás tú la causa de su partida». Regresó abba Lot e hizo como le dijera. Pero el anciano, al oír esto, no quiso corregirse, sino que empezó a rogar, diciendo: “Por el Señor, sáquenme de aquí, porque no soporto ya el desierto”. Y con esto se levantó y partió, despedido con caridad.

2. Relataron acerca de un hermano que había pecado, y que fue, conturbado, a ver a abba Lot. Pero entraba y salía, y no podía estarse quieto. Le dijo abba Lot: “Hermano, ¿qué tienes?”. El respondió: “He cometido un gran pecado, y no puedo decirlo a los Padres”. El anciano le dijo: “Confiésamelo, y yo lo llevaré”. Entonces dijo: “Caí en fornicación y sacrifiqué (a los ídolos) para poder hacerlo”. Le dijo el anciano: “Confía que hay penitencia; ve, permanece en la cueva, come día por medio, y yo llevaré contigo la mitad del pecado”. Después de tres semanas, le fue revelado al anciano que Dios había recibido la penitencia del hermano. Y permaneció sometido al anciano hasta la muerte.

 

ABBA LONGINO[3]

1. Interrogó abba Longino a abba Lucio acerca de tres pensamientos, diciendo: “Quiero peregrinar”. El anciano le dijo: “Si no dominas tu lengua no serás peregrino, dondequiera que vayas. Domina aquí tu lengua, y serás peregrino”. Le dijo también: “Quiero ayunar”. Respondió el anciano: «Dijo el profeta Isaías: “Aunque dobles tu cuello como un lazo y un junco, no es el ayuno que yo acepto (Is 58,5)”. Domina más bien tus malos pensamientos». En tercer lugar le dijo: “Quiero apartarme de los hombres”. El anciano respondió: “Si no vives primero rectamente con los hombres, no podrás vivir rectamente en la soledad”.

2. Dijo abba Longino: «Cuando estés enfermo, di: “Enferma y muere, pero si pides alimento fuera del tiempo establecido, ni siquiera te daré el alimento cotidiano”».

3. Una mujer, que tenía en un pecho la enfermedad que llaman cáncer, habiendo oído hablar de abba Longino, quería encontrarlo. El anciano vivía en el noveno miliario de Alejandría. La mujer, buscándolo, lo encontró cuando el bienaventurado estaba recogiendo leña junto al mar Al verlo, le dijo: “Abba, ¿dónde vive abba Longino, el siervo de Dios?”, porque ignoraba que fuese él. Él respondió: “¿Qué quieres de ese impostor? No vayas a él, porque es un impostor. ¿Qué tienes?”. La mujer le mostró el lugar enfermo. Él, después de hacer la señal (de la cruz) sobre él, la despidió, diciendo: “Vete, y que Dios te cure. Longino nada puede darte”. La mujer se fue, creyendo en la palabra, y quedó curada en seguida. Después, cuando contaba a otros lo que le había sucedido, y al dar las señas del anciano, supo que se trataba del mismo abba Longino. En otra ocasión le llevaron un endemoniado. Él les dijo: “No puedo hacer nada por ustedes. Vayan más bien a ver a abba Zenón”. Comenzó abba Zenón a rogar al demonio para que saliese, pero el demonio se puso a vociferar: “Ahora crees, abba Zenón, que me voy por tu causa; pero abba Longino está allí, orando, pidiendo contra mí. Salgo aterrorizado por sus oraciones, porque de otro modo, ni siquiera te respondería”.

4. Dijo abba Longino a abba Acacio: “La mujer sabe que ha concebido cuando cesa el flujo de su sangre. También el alma sabe que ha concebido al Espíritu Santo, cuando dejan de salir de ella las pasiones inferiores. Pero mientras está demorado por ellas, ¿cómo podría vanagloriarse de que es impasible? Da la sangre y recibe el Espíritu”.

 


[1] “... Era compañero de Teodoro del monasterio de Enatón. Su diálogo con los mesalianos o euquitas muestra cuánto valoraban los antiguos monjes, fueran o no mesalianos, realizar el precepto de la oración continua” (Sentences, p. 168). Los mesalianos (hombres de oración, palabra siríaca) o euquitas (su equivalente griego) eran enemigos de trabajo y de la disciplina regular. Su representante más conocido fue Macario/Siméon, cuya obra Asceticón fue condenada en el concilio de Éfeso (año 431).

[2] “El abad Lot, a quien vemos aquí yendo a consultar a abba Arsenio, estuvo también en contacto con José de Panefo. Tuvo por discípulo a Pedro Pionita. Se muestra como un hombre bueno y compasivo, incluso respecto de los monjes origenistas” (Sentences, p. 169).

[3] “Según el Synaxario [o Sinasario: especie de martirologio que se lee en la liturgia] árabe, Longino era originario de Cilicia. Después de pasar un tiempo en Siria, fue a Enatón donde se distinguió por su oposición al concilio de Calcedonia [año 451]...” (Sentences, p. 170).