Inicio » Cuadmon » Cuadernos Monásticos Nº 207

Editorial

La vida se convierte en vida verdadera sólo cuando recibe su forma a partir de la mirada dirigida a Dios. El culto existe para transmitir esta mirada y donar así una vida que sea para gloria de Dios[1].

En este último número del año, dedicado a la liturgia, les ofrecemos en primer lugar una reflexión que el P. Mario Alberto Haller hizo con ocasión de cumplirse los veinticinco años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica (en 2017), sobre la presentación que en el mismo se hace de la celebración del misterio cristiano. Su título: “De la memoria agradecida al compromiso renovado”, nos habla del proceso que va desde una progresiva toma de conciencia del don de Dios a través de la liturgia –con todas sus implicancias–, al compromiso de entrar por ella en el corazón de la obra de glorificación y santificación que renueva y da plenitud a la Iglesia.

Sigue un artículo en el que Claudio Monge nos acerca a la experiencia litúrgica de la comunidad ecuménica y monástica de Taizé, cuya hospitalidad encuentra en la Eucaristía su raíz más profunda: el deseo de ver a Dios conduce a verlo en el hermano, en el que llega, en el que está al lado, unidos en el beber juntos de la fuente de la Palabra meditada, orada, cantada con belleza y simplicidad evangélicas, mientras destella en el horizonte el sol de la unidad. 

El P. Fernando Rivas, osb, en uno de sus comentarios sobre canto gregoriano, nos hace entrar en la belleza profunda de la Misa del Domingo XXX durante el año, que expresa en lenguaje musical –interpretado y explicado con sencillez– los temas de la búsqueda de Dios, el llamado a la alabanza, la Palabra que vivifica, la alegría en el Señor.

La vida de la beata Gabriela Saggedhu, quien ofreció su vida por la unidad en el contexto de una Iglesia que, aún en tiempos preconciliares, se orienta ya hacia un “ecumenismo espiritual”, anticipa ese “paso del Espíritu Santo por su Iglesia” (SC 43) –el Concilio Vaticano II–, que como expresión de la unidad entre liturgia y vida, quiere que los fieles “aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada… y se perfeccionen día a día, por Cristo mediador, en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos” (SC 48).

Este número incluye más de una homilía, dadas con ocasión de acontecimientos significativos, como la pronunciada por el P. Benito Rodríguez en el Te Deum de acción de gracias por la fiesta patria chilena del 18 de septiembre. O la pronunciada por el P. Gustavo Montini en la Misa celebrada en la Abadía Nuestra Señora de la Esperanza con ocasión de la bendición abacial de Madre María Cecilia Aimar.

Incluimos también varias crónicas. Dos de ellas, para detenernos en la memoria agradecida de quienes fueron una presencia querida y respetada en el Cono Sur: Madre María Luisa Storni, osb, y P. Benito Veronesi, osb. Finalmente, la última refiere la bendición abacial de Madre María Cecilia Aimar en la Abadía de Rafaela.

En la Sección Fuentes publicamos el capítulo vigésimo de la colección sistemática griega de las Sentencias de los Padres y Madres del desierto, referido a la conducta virtuosa de diversos padres.

 


[1] Joseph RATZINGER, Obras completas XI, Teología y liturgia, BAC, p. 10.

 

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