Inicio » Node » Cuadernos Monásticos Nº 133

Editorial

ÚLTIMA CENA

Evangeliario suavo (Gengenbach ?). Mitad del siglo XII, Württ. Biblioteca Nacional de Stuttgart

Jesús se estremeció y manifestó claramente: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará. Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.

Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: «Pregúntale a quién se refiere».

El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?».

Jesús le respondió: «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato». Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.

En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza pronto lo que tienes que hacer».

Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres.

Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.

Después que Judas salió, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.

Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: «A donde yo voy, ustedes no pueden venir».

Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.

En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros» (Jn 13,21-35)[1].

 

EDITORIAL

El segundo número de este año Jubilar se abre con un artículo para incitar a la reflexión, al diálogo y, ¿por qué no?, al debate. Es bueno y necesario que se nos invite, y hasta un poco más, a revisar nuestras formas de ver la realidad.

Si nadie nos aporta puntos de vista diversos, que cuestionen los nuestros, corremos el grave riesgo de ir encerrándonos en nosotros mismos. El artículo de D. Mateus señala, a mi modesto entender, con vigor y sana energía, nuevos horizontes, y hay que preguntarse si no es conveniente intentar la “peregrinación”.

La contribución de la Hna. María Dolores aborda un tema complejo, de estudio me atrevería a decir, pero de innegable actualidad: la evangelización de la cultura. Pienso que es una materia en la que la Iglesia de nuestros tiempos no ha aprobado todavía el examen final. Y hay que preguntarse si alguna vez, en la historia presente, podrá aprobarlo definitivamente.

Mientras tanto el ejemplo, la tarea realizada por los Apologistas de los primeros siglos, que tampoco fue totalmente perfecta, puede sernos de grandísima utilidad a la hora de buscar respuestas y soluciones a los desafíos contemporáneos.

En el marco del Año Santo proclamado por la Iglesia, en casi todas las publicaciones católicas se dedica gran espacio al tema del Jubileo. Sin pretensión ninguna de “originalidad”, pero con el deseo de no acumular material en una sola dirección, queremos ofrecer en cada número una contribución que ayude, si se me permite la expresión: empuje, al lector por el camino de conversión, penitencia, perdón, reconciliación, nueva vida..., que se propone en este Año Santo 2000.

En el número anterior (CuadMon 132), publicamos un “ejemplo” de conversión, claro, desafiante. Ahora ofrecemos un artículo que desde la Oración del Señor, el Padre Nuestro, nos abre la puerta del perdón. Un tema que, si somos sinceros con nosotros mismos, siempre nos cuesta, es difícil (y D. Maurice no calla esa dificultad).

Dos contribuciones nos llevan de la mano por el camino de la lectio divina, a la que todo cristiano comprometido está invitado. Deseando proseguir nuestra modesta colaboración en este terreno, es que recomendamos la lectura -Biblia en mano- de las reflexiones de los Padres Casalá, sm, y Olivares, osb.

La Crónica de la Hna. Francisca, osb, nos sumerge de lleno en una realidad que crece y se afianza cada día más: la unidad, los vínculos de sincera comunión y caridad que reinan entre los Monasterios, benedictinos y trapenses, femeninos y masculinos, de esta parte austral del continente americano. En el caso presente se trata de las Comunidades benedictinas y trapenses de Chile, que nos animan a proseguir por este camino, que tan buenos frutos dio, da y -esperamos- seguirá produciendo: “¿Por qué nos reúnes aquí Señor? ¿Qué quieres decirnos? A cada uno, algo en particular; a todos...: Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo para que todo el que crea en Él, tenga vida eterna” (Jn 3,16).

En la sección Fuentes, el P. Fernando Rivas, osb, pone a nuestra disposición un comentario del siglo VI, de autor anónimo, a la oración del cristiano: el Padre Nuestro.

Las enseñanzas que el desconocido comentarista nos deja nos ayudan y nos sirven de guía en el arduo trabajo de la oración:

“Santificado sea tu nombre (Mt 6,9). Esto no significa que deseemos que su nombre sea nuevamente santificado, nombre que es santísimo desde siempre y por siempre (cf. Neh 9,5), sino que él mismo sea santificado en las buenas acciones de sus hijos, de modo que, como padre y Señor, establezca en nuestros corazones su morada y haga que en ella habite el Espíritu santo, a fin de que Dios socorra con su mirada nuestros corazones y los custodie siempre con su presencia”.

 

Llamamos la atención de nuestros lectores sobre el nuevo sitio:

Cuadernos Monásticos en Internet

www.buenasnuevas.com

 


[1] En la imagen se subraya fuertemente la comunión y unidad de los Apóstoles con el Señor Jesús; por oposición, Judas aparece completamente aislado, en el momento en que recibe el bocado de manos de Cristo. Esa comunión se expresa simbólicamente en: la unidad de los cuerpos, las miradas y, un detalle muy llamativo, en los pies que se tocan por debajo de la mesa.

 

SUMARIO

Editorial

Hacia un ecumenismo monástico

“La Iglesia es una y la vida monástica también es una. Las separaciones que ocurrieron en el último milenio, que se cristalizaron inclusive en un status jurídico definido –las Órdenes monásticas y demás Congregaciones religiosas– son al mismo tiempo la expresión de un justo y rico pluralismo y de una lamentable estrechez de visión”.

Artículo

El cristianismo y la cultura pagana

“Lo que hoy nos interesa es focalizar cuál ha sido el desarrollo de la problemática con la que se han encontrado los apologistas: especialmente lo que puede ser la relación entre la iglesia y las instituciones romanas, el pensamiento filosófico y la herencia literaria helenística y latina o el sistema educativo clásico y cómo van a ir elaborando un discurso propio y unas prácticas concretas ante ello”.

Artículo

Padrenuestro, “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”

“Para perdonar, nuestra referencia es Cristo. Él practicó lo que enseñó a lo largo de todo su ministerio de predicador itinerante, pero sobre todo en el momento de su pasión y de su muerte, y después de su resurrección”.

Artículo

Transfiguración del Señor

Homilía pronunciada en el Monasterio de la Asunción (Rengo, Chile) el 6 de Agosto de 1999.

Artículo

“Padre que sean uno, como tú y yo somos uno”

“Crónica” del encuentro de la “Región Andina” celebrado en el Monasterio Benedictino de Las Condes, el martes 2 de mayo del año 2000.

Crónica

Un comentario monástico al “Padre Nuestro” del siglo VI (Autor Anónimo)

“El autor de este comentario, de origen desconocido..., encuentra en el Padre Nuestro la síntesis de la vida y doctrina monásticas. Sin embargo lo hace de un modo velado, para que el que lo lea descubra por sí mismo dónde está el centro de la vida cristiana y cómo la espiritualidad y las instituciones de la vida monástica responden a los fundamentos de toda vida cristiana y es una consecuencia directa de las renuncias realizadas en el día del bautismo”.

Fuente

Recensiones - Libros recibidos

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