Abadía de Concepción
Oficina del Abad
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21 de agosto de 2013
Su Santidad Papa Francisco
Palacio Apostólico
00120 – Estado de la Ciudad del Vaticano
Europa
Beatísimo Padre,
A través de la presente quiero expresarle humildemente mi apoyo entusiasta a la iniciativa de las Órdenes Benedictina y Cisterciense de postular a santa Gertrudis la Grande para que sea proclamada Doctora de la Iglesia.
Muchas imperiosas razones me mueven a pedir que esta gran santa sea reconocida y honrada, por su constante promoción y su encarnación personal del amor de Cristo por su rebaño, y por su ferviente enseñanza de la fe católica que Nuestro Señor nos concedió durante su vida terrena.
Si bien ella vivió hace más de siete siglos, su espiritualidad y teología del amor divino, su ilimitada y permanente confianza en Dios son particularmente adecuadas para la Nueva Evangelización, a la cual su predecesor de venerada memoria el Papa (san) Juan Pablo II, urgió tan fuertemente a los católicos del mundo. En la tradición viva de san Benito, santa Gertrudis practicó y promovió una piedad litúrgica a fondo, orando con la Iglesia entera y acercándose a los sacramentos y al oficio divino para fomentar la santidad tanto personal como universal. Su amplia lectura y estudio de los Padres de la Iglesia ampliaron sus reflexiones dentro de la tradición de la iglesia A estas reflexiones ella añade su experiencia mística profunda y personal, que fluye dentro de un concreto y accesible camino de vida fundado en la alegría de acoger a Cristo en su corazón.
Sabiendo que Su Santidad es ciertamente consciente de estas razones, continuaré recordando simplemente las palabras de su predecesor, el Papa Benedicto XVI con respecto a esta santa mujer: “Gertrudis perteneció a este mundo. Ella es una de las más famosas místicas, la única alemana que fue llamada “la Grande” por su estatura cultural y evangélica. Su vida y su pensamiento tuvieron un impacto único en la espiritualidad cristiana. Fue una mujer excepcional, dotada de especiales talentos naturales y extraordinarios dones de la gracia, de la más profunda humildad y ardiente celo por la salvación de su prójimo. Vivió en estrecha comunión con Dios tanto por la contemplación como por su prontitud para salir en ayuda de los necesitados. “Seguramente no podría ofrecerse mayor encomio en apoyo de esta postulación”.
Las propias palabras del Santo Padre con relación al desarrollo de una más profunda teología sobre el rol de la mujer en la Iglesia, especialmente tocando los aspectos maternal y femenino como los propios de su presencia en la Iglesia
y su lugar en la sociedad, invitan a una consideración de la contribución de santa Gertrudis a la apreciación contemplativo- teológica de la gracia salvífica de Cristo en personas, en comunidades y en el mundo. Esta observación hecha por el propio vicario de Cristo puede sin duda ser considerada como el signo y el comienzo de un momento oportuno en la historia de la Iglesia, al cual el reconocimiento de santa Gertrudis como Doctora de la Iglesia podría hacer una contribución fundamental y permanente.
El ministerio lleno del Espíritu que su Santidad ya ha mostrado y por el cual estamos profundamente agradecidos, continúe inspirando y revitalizando a la Iglesia a lo largo del mundo. Ofrezco sinceramente mi propio agradecimiento al Santo Padre por su liderazgo sobre el rebaño de Cristo en manifiesta caridad y fe, y afirmo que el ejemplo de su Santidad ha animado ciertamente mi propio y más modesto servicio de ministerio pastoral.
Prontamente me profeso, con el más profundo respeto, obediente hijo de san Benito y fiel servidor de Su Santidad en Jesucristo,
Rev. Gregory J. Polan, OSB (recientemente elegido para el servicio de Abad Primado de la Orden de San Benito)
Abad de la Abadía de Concepción
Conception, Missouri, en los Estados Unidos de América
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