Hna. Patricia Henry Ford O.S.B.
Presidenta de ABECCA
(Asociación Benedictina-Cisterciense del Caribe y los Andes)
Apdo. Postal 105-3, Torreón, Coahuila,
C.P. 27000, MÉXICO
e-mail: patfohe@gmail.com
México, 24 de abril de 2013
A Su Santidad Francisco
Pastor de la Iglesia Universal
Santo Padre,
En mi carácter de Presidenta de la Asociación Benedictina-Cisterciense del Caribe y los Andes (ABECCA) tengo la alegría de dirigirme a usted a fin de expresarle nuestro apoyo a la solicitud de declaración de santa Gertrudis de Helfta como Doctora de la Iglesia.
La Asociación Benedictina-Cisterciense del Caribe y los Andes (ABECCA) congrega a todas las comunidades de vida consagrada que viven según la Regla de San Benito en los territorios de Repúblicas hermanas de México, Guatemala, Costa Rica, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Bahamas, Cuba, Haití, Martinica, Santa Lucía, Trinidad y Tobago, Puerto Rico y República Dominicana.
El fin de nuestra Asociación es procurar la armonía y cooperación entre las Comunidades asociadas, promover y animar la Vida Benedictina-Cisterciense entre ellas, y hacer asequibles los valores de la Regla de San Benito al mundo de hoy para fomentar la conversión personal y social.
La característica propia de nuestra área, dentro del monacato iberoamericano, es el pluralismo de enfoques y tareas, así como de interpretaciones de la Regla de san Benito, dados por la variedad de procedencias e instituciones, y por la diversidad geográfica y lingüística que ofrece nuestro vasto territorio. El aporte propio de ABECCA a la región es la riqueza y la complementariedad de las diversas líneas de vida monástica, dentro de la comunión en el carisma de san Benito.
Integran ABECCA 51 Comunidades: 27 femeninas y 24 masculinas:
- 33 monasterios de distintas congregaciones de monjes y monjas de la Orden de San Benito.
- 10 comunidades de congregaciones de hermanas integradas a la Confederación Benedictina: Misioneras Guadalupanas de Cristo Rey, Catequistas de María Santísima, Hermanas de la Sagrada Familia, Hermanas Benedictinas Misioneras de Otwock, Polonia, Sociedad de las Hermanas del Servicio Social, Congregación de las Adoradoras del Sagrado Corazón de Jesús de Montmartre, Tyburn, Inglaterra.
- 1 monasterio de la Orden Cisterciense
- 6 monasterios de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia
- 1 monasterio de la Congregación Cisterciense de San Bernardo.
La devoción a santa Gertrudis está presente en nuestra región desde la primera evangelización de América, habiendo sido propagada en los siglos XVII y XVIII por las Órdenes misioneras (franciscanos, mercedarios, dominicos y jesuitas), en razón de que la corona española vedaba el ingreso de las órdenes monásticas. Tuvo gran difusión en México, Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia y Venezuela, llegando a ser una devoción popular, cultivada por medio de hagiografías, triduos, septenarios y novenas. En el siglo XVIII se registran unas 40 ediciones dedicadas a santa Gertrudis, entre hagiografías y libros de oraciones; también han quedado algunos sermones y numerosas pinturas latinoamericanas, incluso del arte indígena, como signos de esta veneración. Sor Juana Inés de la Cruz la cita en su Respuesta a sor Filotea, junto a santa Teresa y santa Brígida.
En México su devoción fue propagada a partir del Monasterio de las Concepcionistas, primera fundación de vida contemplativa en el Nuevo Mundo (1540), del cual surgieron otras muchas fundaciones; desde allí se difundió a los conventos de monjas jerónimas, dominicas, agustinas y de la Compañía de María, presentes en el México virreinal. En 1609 el Monasterio de la Concepción es el segundo en el mundo, en obtener el privilegio de celebrar su fiesta, antes de que ella fuera inscrita en el Martirologio Romano (1678) y con esta ocasión fue declarada Patrona de las Indias Occidentales; más tarde fue jurada Patrona de Puebla de los Ángeles de la Nueva España (1747). En el siglo XVIII fue ampliamente difundida por los jesuitas, en el marco de la propagación de la devoción al Corazón de Jesús. Estos pusieron una de sus misiones, en el norte de México (hoy California), bajo la advocación de santa Gertrudis.
En Perú esta devoción se desarrolló a partir del Monasterio de las Cistercienses de Lima, fundación espontánea, que en 1580 solicitó seguir la observancia cisterciense. Allí se le consagró un altar especial, con una imagen, que actualmente se conserva. En Perú fue venerada como Segunda Patrona de Hispanoamérica junto a Santa Rosa de Lima, y en 1650 fue jurada patrona de Villa de Oruro (hoy Bolivia).
Como ha señalado S. S. Benedicto XVI: «Santa Gertrudis es una de las místicas más famosas, la única mujer de Alemania que recibió el apelativo de “Grande” por su talla cultural y evangélica; con su vida y su pensamiento ha incidido de modo singular en la espiritualidad cristiana» (Catequesis del 6 de octubre de 2010). Su obra constituye un puente entre la tradición patrística y medieval que la precede y la época moderna. Pertenece a la herencia medieval por el estilo, las ideas y las fuentes. Pero a su vez, prefigura los rasgos característicos de la Devotio Moderna, por el aspecto subjetivo y afectivo de sus escritos, unido a un cierto espíritu de sistematización presente en sus Ejercicios.
Su obra trata del núcleo de la fe cristiana: el Misterium Pietatis, o misterio de la Condescendencia de Dios con la humanidad, revelada en el Verbo Encarnado, del cuál ella ilumina nuevas perspectivas; en ella encontramos las fuentes de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, en su contexto bíblico, litúrgico y patrístico.
Su teología es una meditación de la Escritura y de la celebración litúrgica, fundamentada sólidamente en la Trinidad, en la cristología y en la eclesiología, pero tiene además un carácter monástico, en el sentido de que todos los elementos confluyen armónicamente unidos en su experiencia personal. Como ha reconocido Benedicto XVI, santa Gertrudis “expresa la riqueza de la espiritualidad no sólo de su mundo monástico, sino también y sobre todo del bíblico, litúrgico, patrístico y benedictino, con un sello personalísimo y con gran eficacia comunicativa” (Catequesis 6 de octubre de 2010).
Teología y espiritualidad constituyen en ella una única inteligencia de la fe unida a la experiencia del amor. Así, su doctrina transmite un mensaje seguro y duradero, capaz de contribuir a confirmar y profundizar el depósito de la fe.
Su sensibilidad religiosa basada en una fuerte identidad comunitaria, no sólo influyó en las ideas y las prácticas de la cultura más amplia de su época, sino que sigue teniendo valor en nuestro mundo tan seducido por el individualismo.
Los hombres y las mujeres contemporáneas son especialmente sensibles a la dimensión experiencial de la fe. Desde esta perspectiva, los escritos de santa Gertrudis constituyen una joya de la espiritualidad monástica medieval, precisamente por esa difícil capacidad que demuestran de conjugar la palabra de Dios con la liturgia y con la experiencia espiritual personal. Por eso, considero que su persona y su obra sirven de inspiración para todo el pueblo cristiano, y de manera especial para tantas mujeres que viven fuera de los monasterios, cuya vida de oración, enseñanza y otras formas de servicio al Reino, se fundamentan en la Palabra de Dios, la Liturgia y la experiencia personal de Dios.
Por estas razones, históricas y doctrinales, pienso que su figura y doctrina tienen gran vigencia para el mundo actual, sediento de misterio y de experiencia de Dios. Y por ello solicito humildemente a Su Santidad tenga a bien declarar a santa Gertrudis Magna Doctora de la Iglesia Universal.
Asegurándole nuestra continua oración y pidiendo su bendición para todas nuestras comunidades, lo saluda con filial afecto y gratitud,
En el Señor,
Hna. Patricia Henry Ford, osb
Priora del Monasterio Pan de Vida – México
Presidenta de ABECCA