Inicio » Content » CARTA POSTULATORIA DEL CARD. ANGELO SCOLA, ARZOBISPO DE MILÁN (ITALIA)

El arzobispo de Milán

Milán, 3 de julio de 2012

Reverendísimo Dom Mauro-Giuseppe Lepori,

Las Trapenses de Vitorchiano me informan que el pasado septiembre de 2011, Ud. ha propuesto al Capítulo General de la Orden Cisterciense, obteniendo su consenso unánime, que,  junto con la Orden Benedictina, se solicite a Su Santidad Benedicto XVI la inclusión entre los Doctores de la Iglesia de santa Gertrudis la Grande, nacida el 6 de enero de 1256 y muerta en el Monasterio de Helfta “el 17 de noviembre de 1301 o 1302 a la edad de cuarenta y seis años”, como vino a precisar el Santo Padre en la Catequesis que dedicó a la santa en la Audiencia General del 6 de octubre de 2010.

El Sumo Pontífice en aquella ocasión definió a santa Gertrudis como “una de las místicas más famosas”, “una mujer excepcional, dotada de particulares talentos naturales y extraordinarios dones de gracia”. El Papa recordó también que “la santa era la única mujer de Alemania que recibió el apelativo de Grande”, precisando los motivos: “Por su talla cultural y evangélica: con su vida y su pensamiento incidió de modo singular en la espiritualidad cristiana”.

Ella -continuó Su Santidad- “expresa la riqueza de la espiritualidad, no solo de su mundo monástico, sino también y sobre todo del bíblico, litúrgico, patrístico y benedictino, con un sello personalísimo y con gran eficacia comunicativa”, dotada como estaba de una singular capacidad expositiva, que le permitió “escribir y divulgar las verdades de fe, con claridad y simplicidad, gracia y persuasión”, como atestiguan los Ejercicios Espirituales, definidos por Benedicto XVI como “una rara joya de la literatura mística espiritual”.

Todo esto era fruto de la síntesis espiritual hecha por santa Gertrudis “de los tesoros de experiencia y de sabiduría” de sus tres hermanas no menos famosas en el ámbito alemán: Matilde de Hackeborn, Matilde de Magdeburgo y la abadesa Gertrudis. La santa expresa por lo tanto, de modo singular y precioso, no solo su pensamiento, sino el de un mundo y una época, cuya riqueza espiritual se está redescubriendo cada vez más, también por la sabia atención que le dirige el Papa con sus catequesis siempre ricas.

Una figura y una doctrina, los de santa Gertrudis la Grande, que el Santo Padre considera todavía actuales: “la existencia de santa Gertrudis -dice terminando su Catequesis- continúa siendo una escuela de vida cristiana, de recto camino, que nos muestra que el centro de una vida feliz, de una vida verdadera, es la amistad con Jesús”.

Precisamente esta Catequesis tan fundamentada y rica me hace grata la iniciativa que Ud., Reverendísimo Dom Mauro-Giuseppe está poniendo llevando a cabo, junto al Comité constituido ad hoc, y del cual forma parte también el Abad de Cîteaux, Dom Olivier Quenardel, gran experto en santa Gertrudis la Grande, del cual Ud. ha tenido la cortesía de enviarme la Relación para motivar la solicitud del título de Doctora de la Iglesia para la santa.

Dom Quenardel con su puntual Relación enriquece las palabras del Santo Padre, cuando -por ejemplo- hace notar que “una larga lista de ‘aprobaciones de doctores dominicos y franciscanos’ recomendaba la lectura de la otra obra de santa Gertrudis, el Herlado del Amor Divino, y que las obras de la santa se difundieron en Italia, España, Francia, América Latina, tanto que santa Gertrudis fue declarada “patrona de las Indias Occidentales” y las monjas de La Concepción de la ciudad de México obtuvieron poderle celebrar la memoria litúrgica ya en 1609, antes aún de que fuera inscrita en el martirologio romano, cosa que ocurrió en 1677.

En su documentada Relación Dom Quenardel habla también de la importancia de la “espiritualidad litúrgica” de la santa; de su “sentire cum Ecclesia”; de la “teología de las imágenes” que ella cultivaba, casi anticipo de la que después sería la devoción al Sagrado Corazón; de “la integración de lo negativo en el camino espiritual de la conversión”, lo cual resulta de no poca actualidad.

Más allá de todo esto, me alegra recordar las “razones” adoptadas por Dom Queneradel al término de su Relación. En efecto, la inscripción de santa Gertrudis la Grande en el Álbum de los Doctores de la Iglesia, lo enriquecería, no solo con la presencia femenina en general, sino también con otra “tradición espiritual”, la benedictina y cisterciense, que se sumaría a la dominica, representada por santa Catalina de Siena, y a la carmelitana, a la cual pertenecen las santas Teresa de Ávila y Teresa de Lisieux.

De este modo, además, se valorizaría el área cultural alemana, a la cual pertenece santa Gertrudis, junto a la italiana, hispánica y francesa, de las cuales provienen las otras santas beneficiadas con el título de Doctoras.

A la luz de estas consideraciones, sobre las cuales he querido detenerme, le renuevo mi cálida adhesión a la iniciativa de las Órdenes Cisterciense y Benedictina y le envío esta, mi

CARTA POSTULATORIA

pidiéndole que se haga mi intérprete autorizado ante el Santo Padre Benedicto XVI, a fin de que se digne conceder a Santa Gertrudis la Grande el título de Doctora de la Iglesia.

Aprovecho la ocasión para agradecerle a Ud. y a toda la Orden Cisterciense, el bien precioso que hacen a toda la Iglesia, con vuestra vida consagrada a la contemplación, a la intercesión y a la ruminatio de la Palabra de Dios, la única que puede iluminarnos y acompañarnos en el espléndido camino que el Señor está trazando con nosotros y para nosotros cada día, a fin de llenar de esperanza toda la historia de la humanidad y de la Iglesia, que de todo hombre, su hijo y hermano, es “sierva por amor”.

A la vez que me confío a su oración y a la de su Congregación, en particular a la de las Trapenses de Vitorchiano, a las que le pido salude cordialmente de mi parte, le envío deferentes saludos, invocando sobre todos la bendición del Señor

 

In Domino

Angelo Card. Scola

 

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Reverendísimo Padre

Dom Mauro-Giuseppe Lepori

Casa Generalicia Cisterciense

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00153 Roma