Inicio » Content » CARTA POSTULATORIA DE LA CONGREGACION CISTERCIENSE DE SAN BERNARDO

Congregación Cisterciense de San Bernardo

Burgos - España

22-Abril-2013

BEATÍSIMO PADRE,

Agradecemos a Dios el DON que nos está haciendo a la Iglesia y al mundo con su persona y su testimonio de Pastor. Le aseguramos nuestras oraciones para que la GRACIA le preceda y acompañe siempre.

Nuestra Congregación Cisterciense de San Bernardo, unida a la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, de la Común Observancia y de la Orden Benedictina, le expresa una súplica confiada:

Que nuestra Hermana, santa Gertrudis de Helfta, sea reconocida como Doctora de la Iglesia. Consideramos que es un Bien, e incluso una fuente de muchos bienes. Así se abriría el abanico de doctores de la Iglesia a caras femeninas pertenecientes a diferentes formas de vida consagrada. Junto a santa Catalina de Siena, especialmente vinculada a la tradición dominicana de oración y de anuncio de la Palabra, a santa Teresa de Ávila y Teresa de Lisieux, que representan la tradición carmelitana ligada a la oración y a la vida en la celda, Gertrudis de Helfta unida a santa Hildegarda, representarían la tradición benedictina y también la Cisterciense, mucho más centradas en la Celebración de la Palabra en el corazón de la Iglesia. Podría constituir un nuevo impulso para la Nueva Evangelización de Europa y del Mundo.

Es una mujer excepcional, dotada de particulares talentos naturales y de extraordinarios dones de gracia, de profundísima humildad y ardiente celo por la salvación del prójimo, de íntima comunión con Dios en la contemplación y de prontitud a la hora de socorrer a los necesitados.

Gertrudis escribe que el Señor mismo le desvela el sentido de su primer desarraigo: “La he elegido como morada mía porque me complace que todo lo que hay de amable en ella sea obra mía” (...) Gertrudis es una estudiante extraordinaria; aprende todo lo que se puede aprender de las ciencias del trivio y del cuadrivio, la formación de su tiempo; se siente fascinada por el saber y se entrega al estudio profano con ardor y tenacidad, consiguiendo éxitos escolares más allá de cualquier expectativa. Si bien no sabemos nada de sus orígenes, ella nos dice mucho de sus pasiones juveniles: la cautivan la literatura, la música y el canto, así como el arte de la miniatura; tiene un carácter fuerte, decidido, inmediato, impulsivo; reconoce sus defectos y pide humildemente perdón por ellos. Con humildad pide consejo y oraciones por su conversión.

El Señor, que la había elegido desde el seno materno y desde pequeña la había hecho participar en el banquete de la vida monástica, la llama con su gracia “de las cosas externas a la vida interior y de las ocupaciones terrenas al amor de las cosas espirituales”. Gertrudis transforma todo eso en apostolado: se dedica a escribir y divulgar la verdad de fe con claridad y sencillez, gracia y persuasión, sirviendo con amor y fidelidad a la Iglesia, hasta tal punto que era útil y grata a los teólogos y a las personas piadosas. De esta intensa actividad suya nos queda poco, entre otras razones por las vicisitudes que llevaron a la destrucción del monasterio de Helfta. Además del Heraldo del Amor divino o Las Revelaciones, nos quedan los Ejercicios espirituales, una rara joya de la literatura mística espiritual.

En el Heraldo del Amor divino se encuentra el Memorial de las gracias de su unión con el Señor. Una larga “aprobación de los doctores” -dominicos y franciscanos- encabeza El Heraldo, recomendando su lectura. Después de Italia, España y Francia, la difusión de sus obras llegó a América Latina, donde Gertrudis fue declarada Patrona de las Indias Occidentales. Las monjas Concepcionistas de Méjico obtuvieron celebrar su Fiesta en 1609, antes incluso de ser incluida en el Martirologio Romano (1677).

Los autores que han estudiado su Obra, son unánimes en reconocer el lugar fundamental de la Liturgia en su vida. La Liturgia no es solo el lugar privilegiado de su experiencia espiritual, sino que toda su vida surge, por así decirlo, del baño de la liturgia y se convierte en “obra de Dios” a lo largo de los días y de las noches. Este lugar de “fundamento” que ocupa la Liturgia hace de ella una maestra espiritual muy segura y sana para todo el que se compromete en el seguimiento de Cristo por los caminos del Evangelio.

Su experiencia mística le permite también dar toda su dimensión a un sentire cum ecclesia que anuncia la eclesiología de la comunión a la que nos ha sensibilizado el Vaticano II y los más recientes documentos del Magisterio. La mística de Gertrudis es lo contrario a un intimismo donde Dios aislaría al orante del Cuerpo al que pertenece. Más bien conduce a una inmensa corriente de gracia en la que todos se vuelven solidarios, y eso no solo en un momento de la historia, sino a lo largo de los siglos.

Benedicto XVI concluyó así su catequesis sobre santa Gertrudis:

“La existencia de santa Gertrudis sigue siendo una escuela de vida cristiana, de camino recto, y nos muestra que el centro de una vida feliz, de una vida verdadera, es la amistad con Jesús, el Señor. Y esta amistad se aprende en el amor a la Sagrada Escritura, en el amor a la liturgia, en la fe profunda, en el amor a María, para conocer cada vez más realmente a Dios mismo, y así la verdadera felicidad, la meta de nuestra vida”.

Deseamos, Santo Padre, que esta petición sea de su agrado y Todo sea para mayor Gloria de Dios y bien de sus hijos.

Con nuestro más sincero afecto y agradecimiento.

 

M. Ma. Jesús Fernández Estalayo

Abadesa Presidenta

Congregación Cisterciense de San Bernardo