Inicio » Content » CARTA POSTULATORIA DE LA CONGREGACIÓN DE LAS HERMANAS SIERVAS DE LOS POBRES, OSB (FRANCIA)

Angers, 22 de abril de 2013

Priora General de las

Siervas de los Pobres

Oblatas Regulares de la Orden de San Benito

 

45 bis calle Parmentier

49 000 Angers

A Su Santidad, Papa Francisco

 

+

Benedicite

 

Santo Padre,

El Reverendísimo Padre Abad de Solesmes, Dom Philiphe DUPONT, solicita una carta postulatoria referida a la solicitud del doctorado para santa Gertrudis, lo que hago con mucho gusto a nombre de todas las Siervas de los Pobres, asociándome así al vivo deseo de las Órdenes Cistercienses y Benedictina.

Nuestro fundador, Dom Camille Leduc, monje benedictino de Solesmes, tenía gran devoción a santa Gertrudis, a quien puso como patrona del noviciado. En sus conferencias a las hermanas, les recordaba con gusto que les había sido dada como Maestra de Novicias a las Siervas de los Pobres, el 17 de noviembre de 1877. Así, él ha querido dar a sus hijas, en santa Gertrudis, una verdadera maestra de vida espiritual. Todavía hoy cada joven recibe, a su entrada al noviciado, los “ejercicios espirituales de santa Gertrudis”. Con la ayuda de esta obra, Dom Leduc quería que las hermanas aprendieran, entre otras cosas, a renovar frecuentemente las promesas de su bautismo y también a prepararse a la muerte, por sí mismas; y, en fin, que aprendieran -en cuanto Siervas de los Pobres- la “manera práctica de disponer a las enfermas a bien morir”[1].

Vemos así como santa Gertrudis, ha puesto su doctrina y su experiencia al servicio del crecimiento de la fe del prójimo, trazando un camino seguro y sólido para quien desea progresar en los caminos del Señor. “Si esta gran santa -decía dom Leduc- ha sido tan amada por nuestro Señor, es la gran pureza de su corazón lo que llevaba a Jesucristo a amar con tanta preferencia el alma de Gertrudis. Esta pureza es la que nos da el secreto del amor incomparable que lleva a nuestro Señor hacia santa Gertrudis. Es lo que le hacía decir a nuestro Señor que Él no tenía morada más agradable, fuera del Santísimo Sacramento, que en el corazón de Gertrudis. Igualmente, nuestros corazones deberían ser tan puros…/… esta es la gracia que la Iglesia nos hace pedir: Que el Señor se digne, por los méritos y la intercesión de santa Gertrudis, borrar las machas de nuestro corazón, a fin de que él merezca llegar a ser una morada digna de tu majestad divina”[2].

Santa Gertrudis nos muestra “su valor para huir del pecado y corregir sus pasiones, y luego su compromiso en la práctica de las virtudes”. En esto es verdadera y fiel discípula de

san Benito, que habla del monasterio como un “taller de las virtudes”. Dom Leduc decía: “Es imposible decir que santa Gertrudis practica la caridad más que la humildad, la obediencia más que la mortificación; en efecto, ella se aplica a practicar todas las virtudes y a poseerlas en un grado eminente. Entre todas estas virtudes, si hubiera que distinguir algo, sería su gran amor a Jesucristo. He aquí su fuerza. Sus virtudes estaban todas fundadas en Jesucristo, su modelo, su vida y su amor. Ella no vivía más que por Jesús y para Jesús”[3]. Nada prefería al amor de Cristo. He aquí por qué se puede decir que su doctrina permanece muy actual y atractiva. Gertrudis vive en presencia de Cristo pero de una manera muy concreta, sin hacer abstracción de sus límites, de sus debilidades. El alma y el cuerpo, el espíritu y el corazón, las virtudes y los defectos, la persona y la comunidad, aparecen unidos en una síntesis llena de simplicidad y de frescura, que se apoya en la fe y desemboca en la alegría.

La enseñanza de Gertrudis se funda principalmente en la liturgia de la Iglesia, que es para ella una experiencia de vida, vivida y gustada hasta el borde, de una manera muy personal. Para las hijas de san Benito que son las Siervas de los Pobres, santa Gertrudis se muestra incluso allí como maestra de vida espiritual. Esta enseñanza puede también hoy guiar y acompañar a todo cristiano a lo largo del año litúrgico, haciendo accesible a todos, el poder de curación del oficio divino y de los sacramentos. Partiendo de la oración litúrgica, con la Eucaristía como momento cumbre de su deseo, se deduce toda la vida espiritual de santa Gertrudis: ella descubre y practica el camino de la infancia espiritual y desarrolla una teología del amor divino, que, sin ceder jamás al laxismo, llama a una esperanza y a una confianza sin límites en Dios.

“Si santa Gertrudis vivía de Jesucristo, no era de Jesucristo glorificado en el cielo, sino de Jesucristo anonadado en la Eucaristía; ella había llegado a ser como la Samaritana: insaciable y siempre sedienta de Jesucristo. Su amor brillaba también en su tierna devoción por el corazón de Jesús. Tenía siempre un corazón al unísono del Corazón de nuestro Señor, participaba de sus mismos sentimientos. Esto es lo que impulsa al Salvador a intercambiar su corazón con suyo. Ella amaba a Jesucristo en el Santísimo Sacramento. Pero esta esposa había adivinado la sede del amor: el corazón divino. Así, ella estaba siempre inmersa en él y nuestro Señor le ha revelado todos sus secretos. Su amor se extendía hasta la santa Faz del Salvador. Ella la contemplaba como el espejo de la divinidad. Entonces santa Gertrudis se encontraba siempre atraída hacia su divino esposo, contemplándole ya bajo el aspecto glorioso como doloroso.

Como María Magdalena en Betania, ella permanecerá siempre unida a los pies del Salvador por los lazos de  la obediencia. Tratemos de ponernos a la escuela de santa Gertrudis –proseguía Dom Leduc- para aprender a amar a nuestro Señor como ella lo amó, y el Salvador hará en nosotros las misma maravillas que obró en su corazón…[4]”. Podemos ver así, cómo la doctrina de santa Gertrudis es profundamente cristológica. Ella invita continuamente a no preferir nada al amor de Cristo.

Todas estas consideraciones me mueven a pedirle con insistencia, Santo Padre, que tenga la bondad de considerar la proclamación de un doctorado, para el bien de la Iglesia entera y de cada cristiano en particular. En santa Gertrudis siempre podrán encontrar una verdadera maestra de vida espiritual.

 

Sor Marie Nôel Bénédicte

Priora claustral

 

Siervas de los Pobres, oblatas benedictinas

49 bis, calle Parmentier

49000 Angers

 


[1] Extracto del Manual de la Regla de Dom Camille Leduc.

[2] Conferencia de Dom Leduc a las Siervas de los Pobres.

[3] Escritos de Dom Leduc.

[4] Escritos de Dom Leduc.