Lawrence S. Cunningham
Profesor de Teología (emérito) del Instituto “John A. O’Brien”
Universidad de Notre-Dame
Notre Dame, Indiana 46556
Beatísimo Padre[1],
Apoyo plenamente a aquellos que peticionan a Su Santidad que declare a santa Gertrudis la Grande como Doctora de la Iglesia. Mi primer conocimiento de esta gran mítica tuvo lugar hace décadas, cuando leí “El sentido teológico de la Liturgia” de Cipriano Vagaggni. Dom Vagaggini identificaba a santa Gertrudis como una de las primeras teólogas medievales litúrgicas. Cuando su obra resultó fácilmente accesible en inglés, yo comencé a incluir su Legatus en mi lista de libros para los estudiantes que estaban estudiando la mística medieval.
Más recientemente, me he interesado en su teología del Sagrado Corazón, ya que estoy convencido de que el tema del corazón (como señala tan apropiadamente el Catecismo de la Iglesia Católica) es central para una teología fundamental sobre la oración. El énfasis de Gertrudis sobre el corazón de Cristo es una reformulación de la antigua convicción monástica, que se encuentra exactamente en la primera conferencia de san Juan Casiano, de que el objetivo de la vida monástica es la “pureza de corazón”. Mi propia percepción es que, por extensión, la pureza de corazón es el deseo más profundo de toda persona. Esta convicción es algo que yo he intentado proponer a mis jóvenes estudiantes a lo largo de cuatro décadas de enseñanza.
Declarar a santa Gertrudis como doctora de la Iglesia podría ser lo más apropiado, no solo para subrayar la íntima conexión entre la liturgia y el camino de la perfección, sino también para demostrar cómo una mujer, incapaz en ese período de encontrar un lugar en el mundo de los “escolares”, pudo enseñar con su vida y por sus profundas experiencias de la vida monástica, una doctrina que no solamente nutrió su propia vida y la de su comunidad, sino que resuena a lo largo de los siglos como un don para la Iglesia entera.
Como laico, me siento honrado de sumar mi nombre a todos los miembros de la extensa familia benedictina, que piden a Su Santidad que honre también a otra “mujer valiente”, incluyéndola en las filas de los doctores de la Iglesia.
Con todo respeto,
Lawrence S. Cunningham
Profesor de Telogía (emérito) del Instituto John A. O’Brien
Universidad de Notre Dame - USA