Universidad Católica del Sagrado Corazón[1]
20123 – Milán – Plazoleta A. Gemelli, 1
Departamento de Filosofía
Milán, 20 de junio de 2013
A Su Santidad Papa FRANCISCO
Ciudad del Vaticano
Santo Padre,
Le dirijo esta Carta Postulatoria, uniéndome a la nómina de exponentes de las Órdenes Cisterciense y Benedictina que han promovido la solicitud para que se confiera el título de Doctora de la Iglesia a la santa Gertrudis de Helfta.
Mi apoyo a la solicitud del Doctorado para santa Gertrudis se funda en la grandeza de su obra, que continúa siendo objeto de meditación y de estudio en nuestros días, gracias también a las ediciones y a las traducciones que se han hecho en lenguas modernas.
Su incidencia en la historia de la espiritualidad cristiana está atestiguada por su presencia en el Misal Romano y por la veneración de que ha sido objeto en todo el mundo. Patrona de las Indias Occidentales, su iconografía está muy difundida en España y en América Latina.
La doctrina trinitaria y cristológica de santa Gertrudis es perfectamente ortodoxa; su expansión antropológica se ampara en una fuerte inclusión de textos bíblicos, activando una hermenéutica muy personal y de gran eficacia comunicativa, como he podido verificar leyendo tanto el Legatus divinae pietatis como los Ejercicios Espirituales, obra recientemente traducida a la lengua italiana (Glossa, Milán, 2006). La profundización de los temas espirituales tratados se expresa en un lenguaje totalmente original, el cual deja transparentar cómo la enseñanza de santa Gertrudis se funda principalmente en la gran liturgia de la Iglesia, hecha experiencia de vida, distribuida según las etapas del año litúrgico, haciendo accesible a sus lectores la fuerza curativa y unitiva del oficio divino y de los sacramentos.
La trama del camino espiritual de santa Gertrudis se devela a través de un lenguaje simbólico, hecho efectivo en la forma de diálogo con Dios, que le permite, como ya a Agustín en las Confesiones, instaurar una relación con el Tú divino y medir las etapas de un camino espiritual, que la gracia divina ayuda a recorrer, no obstante la conciencia de la propia debilidad, abriéndola al infinito amor de Cristo.
La referencia a Cristo tiene lugar, en santa Gertrudis, con las nuevas tonalidades de la atención al Christus patiens, que van a fundirse con la tradición mística monástica del siglo precedente y por lo tanto con los símbolos nupciales del Cantar de los Cantares, ya intensamente espiritualizados en Bernardo de Claraval, en Guillermo de Saint-Thierry y en los victorinos. Significativas las numerosas llamadas de la Santa al Corazón de Jesús, en conjunción con la temática de la herida de amor, metáfora que reenvía a una experiencia mística, aquella evocada con la herida abierta en el corazón de Gertrudis, a fin de que “allí puedas morar tú, crucificado por mí, siempre impreso (infixus) en mi corazón”: “Deposítame en la tumba de mármol de tu corazón traspasado por la lanza”.
La novedad del lenguaje pone de relieve la inserción de la espiritualidad de santa Gertrudis en las nuevas aperturas de la mística de finales del siglo XIII, que conjuga el amor con la pietas, configurando la unión con Dios, tanto aquélla desarrollada por el amor como principio de conocimiento, como también aquella suscitada por el amor como carga psicológica afectiva.
Ofrezco estas consideraciones, ligadas a mi perspectiva de estudioso de las obras de los grandes autores de la tradición medieval, a fin de que se unan a las voces de otras y más específicas ilustraciones de la carismática figura de Gertrudis la Grande, postulando que pueda ser definida maestra a pleno título y doctora de la Iglesia Universal.
Inclinándome a besar su sagrado anillo e invocando su propiciatoria Bendición Apostólica, me profeso de su Santidad devotísimo en el Señor
Alessandro Ghisalberti
Especialista de estudios de filosofía y teología medieval
Profesor en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán