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Historia de SURCO

Entre los días 2 y 5 de mayo de 2017 tuvo lugar, en la Abadía de Santa María de Los Toldos, la XIXa Asamblea General de la Conferencia de Comunidades Monásticas del Cono Sur[1].

Catorce de las veintidós comunidades que componen SURCO estuvieron representadas por sus superiores, cada uno acompañado por un delegado; otras tres pudieron proveer un solo enviado. Tuvimos que lamentar, entonces, la ausencia de representación de cinco comunidades casi todas ellas femeninas; en algunos casos sus mismas superioras habían tenido que estar al frente de los cuidados de monjas cuyo estado de salud había desmejorado en la víspera del encuentro.

Este detalle evidencia que cuando se habla de comunidades frágiles entre nosotros no se exagera. En general, el número de monjes por comunidad decrece, mientras sube el promedio de edad. La realidad se impone a veces, como aquí, hasta en la misma convocatoria, y muestra que la Conferencia misma y las reuniones que sus miembros llevan a cabo en su seno siguen teniendo sentido después de más de cincuenta años. ¿O no se dijo, acaso, ya en el encuentro de 1966 que también había tenido lugar en Los Toldos, que lo que se buscaba era “que los monasterios se conocieran y amaran más, e integraran sus esfuerzos en una acción común”[2]? Esto sigue siendo necesario, y, en algunos casos y aspectos, tan urgente como entonces, aun cuando contamos ahora con una realidad ya consolidada, con normas y órganos propios, probados por décadas de experiencia, con gran vitalidad.

Se dijo también en aquella cita de 1966 que “tanto en las relaciones de los temas como en los debates que seguían a su lectura, se hizo evidente la identidad casi total de ideas entre los superiores”[3]. Y esta crónica que escribimos no es la primera que cita estas palabras con intención de referir su actualidad. Pero nos permitimos preguntarnos si eso mismo podría haberse dicho en todas las asambleas que precedieron a la actual, y la respuesta parece ser negativa cuando se presta oído a quienes anduvieron el camino de SURCO desde los inicios. Sin embargo, este encuentro nos mostró que toda una generación, incluso sin dejar el protagonismo que aún puede mantener para mayor enriquecimiento de todos, ya está en condiciones de transmitir serenamente un amplio acervo de vida monástica adquirido a costa de un proceso de maduración y síntesis.

¿Quién recogerá este legado? “Somos los mismos de siempre”, consta que dijeron algunos jóvenes -jóvenes que en aquel 1966 definitivamente no hubiesen sido considerados tales- al saludarse en el mediodía del 1° de mayo, en la entada misma de la hospedería de Los Toldos. Pero, si bien se piensa, los más de entre ellos no habían coincidido propiamente en las Asambleas de SURCO. Rostros nuevos no sobran pero tampoco faltan; y los superiores, que eran en líneas generales los asambleístas más experimentados, hicieron sentir su deseo de que ellos puedan, andando el tiempo, asumir nuevos roles.

Lo dicho hasta aquí pretendió presentar la composición de la Asamblea y su espíritu. Digamos algo acerca de su contenido.

 

Esta Asamblea era electiva. Antes de referirnos al momento de la elección de autoridades conviene señalar que se repitió, de asambleas anteriores, el modelo de distribución en cuatro días (con catorce sesiones en total) de los temas a tratar y las actividades. Así, ya se nos ha acostumbrado a esperar en los días de apertura y cierre el tratamiento de cuestiones referentes a SURCO, y, en el corazón de la Asamblea, dos días se destinan a las votaciones electivas y a tratar temáticas que se consideran adecuadas para suscitar reflexión y puesta en práctica de las conclusiones a las que se arriba. Los temas no tuvieron esta vez un tópico común, como pudo ser, en otras ocasiones, el abordaje de algún documento magisterial de actualidad; pero la elección fue muy atinada: posibilidades y riesgos del uso de las nuevas tecnologías en el monasterio (disertó el P. Abad Eduardo Gowland, ocso), sanación de heridas y la dimensión terapéutica de la comunidad monástica (P. Abad Benito Rodríguez, osb) y actualidad de la demonología monástica (P. Abad Bernardo Olivera, ocso). La casi hipnótica atención que todos prestamos a esta última exposición no se debe únicamente al nivel del orador y a la gran preparación del tema, sino que también evidencia nuestro desconocimiento del mismo, quizás porque en nuestros medios eclesiales la falta de lucidez impide tratarlo sin polarizaciones, y se prefiere evitarlo. Pero aquella otra madurez -que decíamos que lega al SURCO de hoy la generación de monjes mayores- sí permitió que toda una Asamblea pudiera abordar ahora este tema con claridad, paz, total simplicidad y notorio interés.

La elección de nuevas autoridades se desarrolló en una atmósfera de absoluta tranquilidad y cordialidad. El P. Abad Enrique Contreras, osb, sucede al P. Abad Benito Rodríguez en la presidencia de SURCO; el P. Abad Eduardo Gowland fue elegido vicepresidente; y los nuevos consejeros son el P. Edmundo Gómez, osb, del monasterio de El Siambón, y la Madre Abadesa Moira Benia, osb, de Rautén. La propuesta de que el P. Abad Benito sea el nuevo Secretario General, y de que la Madre Ma. Isabel Guiroy siga como directora de Cuadernos Monásticos, fue aceptada sin inconveniente alguno.

Un nuevo EMLA está a las puertas (será en octubre de 2019, en Pilar, Bs. As., Argentina). ¿Habrá que repensar su razón de ser? Quizás, pero todo EMLA es siempre enriquecedor. Así se pueden sintetizar las conclusiones más generales a las que se llegó cuando se conversó, en la sesión final del miércoles 3, acerca de su organización y contenidos. Análoga visión se tiene de las reuniones de SURCO, como arriba se dijo.

* * *

Quien escuchó el “somos los mismos de siempre” al inicio de la Asamblea, recibió, al llegar ella a su fin, y también en la hospedería, la sugerencia de pedirle a la Madre Abadesa Alejandra Izquierdo, osb, de Rengo, una copia de unas líneas autógrafas que leyó en la última sesión, y que expresan el sentir de todos, para así poder enriquecer la presente crónica. Para qué resumirlas o parafrasearlas si hacer tal cosa quitaría fuerza y encanto a su expresión original. De manera que concluiremos con su transcripción:

Agradecimiento

Al final de la Asamblea de Surco, nos surge agradecer al Padre Osvaldo y Comunidad de Los Toldos su acogida generosa, y también a ellos y a toda la Comisión Directiva la organización, las celebraciones, las homilías, los horarios y toda la programación.

La información de Surco, la información de Cuadernos Monásticos, tan buenas, y los temas de fondo bien escogidos para nuestro momento. La forma atractiva de darlos, cada exponente en su estilo. Un estilo sencillo que ayuda a conocernos más, a enriquecernos con sus dones y a recibir dones para llevar a nuestras comunidades.

Veo que los temas quedan abiertos, invitan a conocer más sobre cada uno. Me pareció muy provechosa la presentación de éstos, así como la relación con la Regla de san Benito y el monacato, cosa que creo que nos hace sentirlos más propios y vitales para nuestra vida:

- El énfasis en la “humildad” y en “vivir como si fuéramos a morir hoy”.

- La actualidad de la conferencia sobre los medios, sobre las nuevas tecnologías tan bien planteado.

- El conocimiento de sí mismo, en esa dimensión terapéutica, con esperanza.

- La acción de los demonios, para mí nunca visto de esa manera.

Esta forma de exponer nos pone ante lo trascendente y nos invita a que los próximos SURCOS o EMLAS vayan en sus actividades por ahí, apoyando la formación, formación de formadores, afirmando los valores monásticos, con un acento en la formación integral que ayude a la unificación de la persona. Me pareció bien positivo también la participación de nueva gente joven, ver su interés por cómo se formó y evolucionó SURCO y escuchar sus inquietudes. Valoramos la participación de nuestros hermanos Trapenses que nos aportan mucho. Gracias por todo el esfuerzo que ayuda a que se cree una comunión que intentaremos trasmitir a nuestros monasterios.

 


[1] Crónica redactada por el Hno. Santiago García Mata, osb, de la Abadía San Benito (Luján, Bs. As., Argentina).

[2] Cuadernos Monásticos n. 1 (1966), p. 1 (sección Crónicas).

[3] Idem.