Categoría:
Historia de SURCO
Crónica y Conclusiones
1 - La Asamblea General de SURCO
En la abadía de Ntra. Sra. de la Esperanza, Rafaela, se celebró del 7 al 12 de abril pasado, la XIII ª Asamblea General de Surco (Conferencia de Comunidades Monásticas del Cono Sur), de acuerdo a los Estatutos, que fijan un lapso de tres o cuatro años entre cada Asamblea. La anterior había tenido lugar en Luján, del 22-29 de junio de 1993. El tema del presente encuentro fue Desafíos en el Tercer Milenio, y juntamente se trataron los asuntos que competen estatutariamente a la Asamblea General.
La preparación de la reunión comenzó con un sondeo realizado entre las comunidades miembro para recabar su parecer sobre la fecha, lugar y temario, y que fue respondido por 17 comunidades de las 23 que componen la Conferencia. Teniendo en cuenta las respuestas, se convocó la reunión para la fecha ya indicada, el 7 de abril de 1997, en Rafaela, con el tema general: Desafíos en el Tercer Milenio. Posteriormente se estableció la metodología, que se comunicó a las comunidades, junto con una encuesta, para sensibilizarlas y motivarlas, y obtener los datos que ilustrasen el desarrollo habido en los últimos 30 años, que son los de existencia de SURCO. Esa encuesta, además, serviría para que los relatores elaborasen sus ponencias, teniendo en cuenta sus resultados. La encuesta comprendía cuatro áreas: 1. Estadística, con la evolución numérica de las comunidades desde 1966; 2. Formación; 3. Liturgia; 4. Trabajo y Economía. La encuesta fue respondida por el 100% de las comunidades, y su resultado mostró aspectos de gran interés, dentro de la diversidad de las situaciones, abriendo pistas de reflexión que se manifestaron fecundas en los debates y en las conclusiones.
Para la Asamblea General habían sido invitados el Prof. Dr. Héctor J.Padrón (U.N. de Cuyo, Mendoza), quien habló sobre: Entre secularización y posmodernidad. La vida monástica como signo, y el Dr. Lorenzo García Samartino, médico psiquiatra (UCA, Buenos Aires), que lo hizo sobre el tema: Situación de la juventud en este fin de siglo. Ambas conferencias dieron materia para las discusiones en grupo y en el plenario. También fue invitado Mons. Estanislao E. Karlic, Arzobispo de Paraná y Presidente de la CEA, quien habló sobre El Jubileo del Tercer Milenio, seguida igualmente de un animado debate entre los participantes, y que suscitó iniciativas diversas para que nuestras comunidades participen en este gran acontecimiento espiritual. Se hizo también la presentación, en forma sucinta, de cuestiones que se plantean a las comunidades en nuestro tiempo y en nuestra área: Espiritualidad monástica por la Hna. Clara María Rubio (Abadía de Santa Escolástica), Vida monástica e inserción eclesial (P. Carlos Oberti, Abadía del Niño Dios) y Las nuevas condiciones de la economía y del trabajo monástico (Hna. María Eugenia Suárez, Abadía Ntra. Sra. de la Esperanza), con preguntas que fueron discutidas en los grupos y en plenario. Por otra parte, el Abad Enrique Contreras (Los Toldos) presentó: El aporte de la cibernética y de las nuevas tecnologías, en su aspecto funcional y en su dimensión formativa y monástica, con demostraciones de las posibilidades que se ofrecen en este campo. Con motivo de la presencia de todas las comunidades del Cono Sur, representadas por sus Superiores y delegados (faltaba solamente la de Miraflores, Chile), se realizó una encuesta sobre como se está programando la celebración del Gran Jubileo del 2000, para difundir las iniciativas en curso y estimular a una preparación más profunda. Finalmente, el Abad Eduardo Gowland (Azul) tuvo a su cargo la redacción de las Conclusiones, que se reproducen a continuación de esta Crónica, y que testimonian de la común visión alcanzada por los participantes del encuentro, tan fraterno en su espíritu y dinámico en su desarrollo, como lo confirmaron con agrado los presentes en la evaluación final, que incluyó un cuestionario y una discusión pública de los procedimientos y de los objetivos alcanzados.
La Asamblea, en su aspecto institucional, reformó algunos artículos del Estatuto que rige la Conferencia de Comunidades Monásticas del Cono Sur (y que habían sido modificados por última vez en 1983), confirmando el carácter benedictino-cisterciense de su orientación espiritual, y abriéndose, a la vez, a la colaboración con otras comunidades de vida monástica, pero de diferentes tradiciones. Se incorporaron dos consejeros a la Comisión Directiva -que no deben ser necesariamente superiores de comunidades-, pero no prosperó la iniciativa de suprimir la exigencia de que el Presidente de la Conferencia deba ser un superior o superiora de su comunidad, por lo que este requisito sigue vigente.
La nueva Comisión Directiva quedó constituida de la manera siguiente: Presidente, Abad Martín de Elizalde (Luján), Vice-Presidente: Abad Eduardo Gowland (Azul), ambos reelegidos, Consejeros: M. Abadesa María Leticia Riquelme (Santa Escolástica) y P. Carlos Oberti (elegido pocos días después Abad de su monasterio del Niño Dios, Victoria); Secretario General: P.Benito Veronesi (El Siambón), y se designó Secretaria adjunta a la Hna Elena María Sarsotti (Gozo de María). Como Director de Cuadernos Monásticos fue confirmado el Abad Enrique Contreras, y se propusieron los nombres de los integrantes del Consejo de la revista.
Antes de concluir el encuentro, se escucharon las propuestas para las actividades que han de dar continuidad a las tareas que realiza SURCO, con especial atención al próximo Encuentro Monástico Latinoamericano (EMLA), a celebrarse en 1998 en México. Se conformó una comisión para instrumentar la realización de cursos de formación, con la inclusión de los medios modernos para instrumentarlos a distancia. Se propusieron distintas iniciativas para mantener en las comunidades un interés vivo por la celebración del Jubileo del año 2000.
En conclusión, la Asamblea General de SURCO, fue un encuentro fraternal sumamente grato y positivo, un servicio a las comunidades, un estímulo para continuar profundizando en nuestra vocación y una celebración de la presencia de Dios a través de los monjes y monjas que viven su vocación en la Iglesia que peregrina en los países del Cono Sur. La asistencia de dos monjas carmelitas, observadoras invitadas, nos ayudaba a tener presente una visión generosa y abierta a la comunión con quienes, como nosotros, consagran su vida y esfuerzos al servicio de Dios en la oración y la vida monástica. Confirmando de este modo la vigencia de nuestra Conferencia, como instrumento de fraterna solidaridad en un mismo espíritu y como testimonio evangelizador en el seno de la sociedad, nos preparamos a entrar en el Tercer Milenio.
2 - Conclusiones
1 - En sus 31 años de existencia (1966-1997), SURCO ha vivido un fuerte movimiento de expansión y crecimiento. Ha visto duplicarse el número de monjas y monjes, y el de sus monasterios. Dios mediante, este crecimiento continuará en los próximos años especialmente entre las monjas.
2 - La calidad de vida monástico también ha experimentado una fuerte transformación:
a) Primacía de la Palabra de Dios como fuente de la espiritualidad de los monjes y de las monjas, con recuperación práctica de la Lectio Divina y el empeño en llevar una vida más auténticamente evangélica.
b) Posibilidad de una vivencia más rica y profunda de la Liturgia, por la reforma del Concilio Vaticano II, especialmente en la introducción de la lengua vernáculo y en la flexibilización de las estructuras.
c) Vivencia más fraterna de la vida cenobítico, debido a la nueva conciencia del valor de la persona humana, un ejercicio más participativo y corresponsable de la autoridad y relaciones fraternas más sencillas y trasparentes.
d) Sostenido empeño en una más seria y completa formación integral de la persona humana. Los nuevos estudios de la Sagrada Escritura, las fuentes Patrísticas y del Monacato, la Teología y las Ciencias Humanas, nos brindan una comprensión orgánica del misterio cristiano, que a su vez ilumina la experiencia vital que los monjes hacen cada día al practicar la vida monástico. Esto les permite elaborar y reexpresar la “sabiduría” propia de la vida monástico para el hombre y la mujer de hoy.
e) El trabajo monástico. De una concepción predominantemente de “ocupación ascética” ha pasado a ser “medio indispensable de vida”, expresión solidaria de pobreza y medio para el desarrollo y equilibrio de la persona y la comunidad. Su creciente complejidad tecnológica y de mercado plantea serios desafíos a la vida y a las economías monásticas.
f) La tradicional acogida benedictina de huéspedes y visitantes ha encontrado nuevas formas de servicio y enriquecimiento mutuo. Según la evolución de la Iglesia y las necesidades de los hombres, nuestros monasterios son lugares de encuentro, escucha, paz y esperanza cristiana donde quienes se llegan hasta ellos, pueden descubrir la presencia acogedora de Dios y hacer la experiencia de encontrarse a sí mismos ante Él. Su presencia son un estímulo y un enriquecimiento para nuestras comunidades, y una manera de compartir nuestro carisma y promover la acción de los laicos en la Iglesia.
3 - En el corazón de la Iglesia, nuestra vida monástico es solidaria con ella y con la suerte de los hombres. Nos entrega a Cristo, nos asimila a Él y nos hace sus testigos. Esta experiencia, profundamente humana y divinizante, es su mayor riqueza. Con ella nuestras comunidades recorren el camino de la humanidad hacia el tercer milenio y celebran a Jesucristo en su gran jubileo. Quieren ser signo de la presencia vivificante de Dios vivo y lugar de conversión y comunión profunda con él, donde la persona humana se hace “hijo” y “hermano”.
4 - El secularismo, el pluralismo social, cultural y religioso, la creciente complejidad económica y tecnológica, las nuevas características de la juventud, la mayor pobreza e inseguridad social... son todos desafíos que prueban y maduran a nuestras comunidades, obligándolas a responder a los signos de los tiempos y a inculturar en nuevas formas la milenaria herencia de la tradición monástica en nuestras iglesias.
5 - La amplia reflexión de estos días nos han hecho más conscientes del múltiple y rico don de Dios y de los hermanos, que es nuestra vida monástico en el Cono Sur, la cual nos compromete en la acción de gracias, a una renovada conformación personal y comunitaria con la persona de Jesucristo, para gloria de Dios y la salvación de los hombres.
Texto tomado de Cuadernos Monásticos, n. 121 (1997), pp. 195-199.