Miguel Mateo Maldonado y Cabrera: Escudo pectoral de monja concepcionista con tema de la Inmaculada Concepción coronada por la Trinidad y rodeada de santos: santa Gertrudis, san José con el Niño, san Juan de Dios y santa Teresa de Ávila. Convento de Regina Coeli, México, óleo sobre lámina de cobre, 19 cm. diám. Hacia 1750. Colección: Museo Franz Mayer. Catalogación: Juan Carlos Cancino[1].
por Pierre DOYÈRE, OSB †[2]
1. Vida póstuma del Heraldo
Los cartujos de Colonia[3], en el título mismo de la edición de 1536, se gloriaban de sacar a la luz las Revelaciones, después de nada menos que doscientos cincuenta años de olvido. En efecto, no se ve que, durante este período, el Heraldo se haya difundido mucho y que Gertrudis haya sido muy conocida; mientras que, por el contrario -sin duda gracias a los dominicos- el Libro de la Gracia Especial y la Luz de la Divinidad, fueron pronto leídos hasta en Italia, puesto que ha podido surgir la pregunta de si la virgen Matelda, cuya enseñanza refleja Dante en el Purgatorio, desde el canto XXVII hasta el final, no es una u otra de nuestras dos Matildes[4].
La rareza de los manuscritos es, por otro lado, un índice de este olvido. El escriba de Werdau, en 1487-1490, se ha tomado dos ocasiones para completar su copia. Lanspergius no tenía, en 1536, más que un manuscrito incompleto y no ha logró encontrar un texto latino del Libro I. En 1875, a pesar de sus búsquedas, Paquelin no encontró más que dos códices, mientras que inventarió una docena para el Libro de la Gracia Especial.
El renombre y el crédito de santa Gertrudis crecen a partir de la edición de Colonia y especialmente en los últimos años del siglo XVI y comienzos del XVII. Vale la pena detenerse en la historia de esta difusión. Los editores de los Ejercicios Espirituales en la presente colección[5], se han aplicado a reseñarla con particular competencia. Baste recordar aquí que la Iglesia ha consagrado la calidad de la enseñanza mística de santa Gertrudis, autorizando acoger su culto en los monasterios benedictinos y luego inscribiéndola en el martirologio, el 22 de enero de 1678. Su fiesta se ha extendido a la Iglesia universal el 22 de junio de 1738.
2. La tradición manuscrita[6]
En el estado actual de las investigaciones llevadas con cuidado por diversos corresponsales[7], no conocemos más que cinco manuscritos, todos del siglo XV: el de Munich (manuscrito B), el de Treveris (T), el de Viena (W) el de Majencia (Z) y el de Darmstadt (K). Los describiremos más adelante. Existen probablemente otros, pero a falta de catálogos, muchos de los depósitos de manuscritos existentes, no pueden ser útilmente explorados[8].
W y Z han sido descubiertos por Paquelín con ocasión de sus investigaciones para la edición de 1875. Pero B, T y K no parecen sido mencionados hasta hoy. Hasta 1938 son desconocidos por Dom Gall Herr en sus Johannes Mabillon und die schweizer Benedictiner[9].
¿Qué se puede decir de los manuscritos perdidos?
Para la edición de 1536 los cartujos de Colonia han dispuesto de un manuscrito latino incompleto, al que le faltaba el Libro I. Nosotros lo designamos con la letra l. Para el Libro I ellos han utilizado una versión alemana. Nosotros designamos con la letra q el manuscrito latino perdido del cual dependía esta versión.
Los editores posteriores a Lanspergius, hasta Paquelin, no han conocido otros manuscritos.
El escriba de W ha dispuesto de dos manuscritos: primero, en 1487, de un códice incompleto (alpha); y después, en 1490, de otro códice completo (beta).
Mabillon, en su Iter germanicum, indica brevemente que ha encontrado en el monasterio de Saint-Gall un manuscrito de las Revelaciones que presentaría variantes en relación con el texto conocido. Fuera de esta mención de Mabillon, no hay ningún otro indicio de este manuscrito de Saint-Gall. La mayor parte de los eruditos estiman que Mabillon ha cometido un error, y, ya en 1875, Dom Pitra pensaba que este error, debido a un examen rápido, consistió en haber tomado como un manuscrito de las Revelaciones de santa Gertrudis lo que sería en realidad un manuscrito de las Revelaciones de santa Matilde, el códice 583.
Continuará
[1] Los Escudos eran medallones de uso habitual en el atuendo de las monjas de la Inmaculada Concepción, que se imponían en el momento de la profesión. Eran piezas de carey o madera donde se reproducía el motivo de la Inmaculada Concepción u otro misterio o advocación mariana, rodeado de los santos de la devoción de la monja que profesaba. El Convento de la Inmaculada Concepción de México fue el segundo en el mundo en obtener la autorización para celebrar el culto a santa Gertrudis en 1609. En la mayoría de los escudos de monjas de origen mexicano que llegan a nuestros días, aparece santa Gertrudis, signo de la vigencia de su devoción en el medio conventual mexicano de los siglos XVII-XIX. Ver la toma de hábito de una monja novohispana. Video producido por el Museo Nacional del Virreinato, Tepotzolán, México: https://drive.google.com/file/
[2] Dom Pierre Doyère, OSB, monje de San Pablo de Wisques, fue el impulsor de la revisión y fijación del texto latino de las obras completas de santa Gertrudis y su principal traductor al francés. Murió el 18 de marzo de 1966, durante la preparación de la edición crítica de los libros I a III del Legatus Divinae Pietatis; dos discípulos suyos continuaron la tarea y la obra fue publicada en 1968 por Sources chrétiennes (Gertrude D’Helfta, Œuvres Spirituelles II, L’Héraut [Livres I-II] SCh N° 139 y Œuvres Spirituelles III, L’Héraut [Livre III] SCh N° 143 – Paris, Les Éditions du Cerf, 1968). La fijación del texto de los libros IV y V del Legatus es obra de Jean-Marie Clément, monje benedictino de Steenbrugge, y la traducción al francés, de las monjas de Wisques.
[3] Retomamos aquí la publicación de la Introducción de Pierre Doyère, a la edición crítica latín-francés del Heraldo del Amor Divino. Cfr. Gertrude D’Helfta, Œuvres Spirituelles II, L’Héraut (Livres I-II,) Sources chrétiennes N° 139 – Paris, Les Éditions du Cerf, 1968, «Introduction», pp. 9-91. Tradujo la Hna. Ana Laura Forastieri, ocso, del Monasterio de la Madre de Cristo, Hinojo, Argentina.
[4] En el siglo XIX, Praeger se inclinaba por Matilde de Magdeburgo y Paquelin por Matilde de Hackeborn. En su obra Dante el teólogo (1935) Mandonnet la consideró como Matilde de Magdeburgo.
[5] N de T.: cfr.: Hourlier J. y Schmitt A, Introduction a : Gertrude D´Helfta, Oeuvres Spirituelles, Tomo I, Les Exercices, Sources chrétiennes N° 127 Paris, Les Éds. du Cerf 1967.
[6] N. de T.: Actualmente todo el tema de la tradición manuscrita de la obra de santa Gertrudis está en plena evolución, debido a que la promoción de la causa del doctorado impone la necesidad de determinar con exactitud la autoría del cada parte del conjunto de la obra de Helfta, el contexto de redacción y las influencias recíprocas, así como la determinación del texto de indubitable autoría de santa Gertrudis. En los años que van desde la fijación del texto crítico publicado por Sources chrètiennes (1968-1986), hasta nuestros días, han aparecido 16 manuscritos parciales del Heraldo, no conocidos por Pierre Doyère, y recientemente se ha encontrado en Leipzig un manuscrito completo del siglo XIV (Ms 827) que en principio parecería traer fragmentos no contenidos en los códices cotejados por Pierre Doyère. Sin embargo, estos nuevos códices no están aún editados, por lo que el estudio crítico de Sources chrétiennes que aquí publicamos aún está científicamente vigente, hasta que se fije un nuevo texto crítico. Mención aparte requieren las cuestiones críticas que se suscitan en torno a Los Ejercicios, que expondremos oportunamente, al tratar de esa obra.
[7] N. de T.: es decir hasta la edición crítica de los libros I a III del Heraldo (Sources chrétiennes, 1968) cuya introducción estamos publicando.
[8] N. de T.: Estos son los 16 manuscritos parciales del Heraldo y el códice completo mencionados en la nota 5.
[9] La novedad del texto crítico de Sources chrétiennes en relación con el texto fijado por Dom Paquelin en 1875 es el descubrimiento y cotejo de los manuscritos B, T y K.