Inicio » Content » DOMINGO 3º DE CUARESMA. Ciclo "A"

«Jesús fatigado del viaje, se sentó sobre el brocal del pozo. Era como la hora de sexta (Jn 4,5. 6). Ya dan comienzo los misterios. No se fatiga sin razón Jesús, no se cansa sin motivo la fortaleza de Dios; no se fatiga sin causa el que rehace las fuerzas de los fatigados; no se cansa sin razón Aquel cuyo abandono nos cansa y cuya presencia nos reconforta. Y, sin embargo, se cansa, y se cansa del viaje, y se sienta, y junto al pozo se sienta, y es la hora sexta cuando se sienta. Algo insinúan estas cosas, algo quieren decir. Nos hacen estar atentos, nos están exhortando a que llamemos. Que nos abra, pues, a mí y a ustedes Él mismo que ha tenido la dignación de exhortarnos diciendo: Llamen y se les abrirá (Mt 7,7).

Jesús se cansa del viaje por ti. Vemos en Jesús la fortaleza y vemos en Jesús la debilidad; vemos que Jesús es fuerte y al mismo tiempo débil. Es fuerte, porque en el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba en Dios, y la Palabra era Dios; al principio estaba con Dios (Jn 1,1-2). ¿Quieres ver qué fuerte es este Hijo de Dios? Todo se hizo por Él, y sin Él nada se hizo (Jn 1,3), y sin cansancio alguno lo hizo todo. ¿Qué fortaleza, por tanto, mayor que la de Aquel que lo hizo todo sin sombra de fatiga? ¿Quieres ahora conocer su debilidad? La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14). La fortaleza de Cristo te creó y la debilidad de Cristo te recreó. La fortaleza de Cristo hizo que lo que no existía existiese, y la debilidad de Cristo hizo que lo que existía no pereciese; su fortaleza nos creó y su debilidad nos buscó[1]».

 


[1] San Agustín de Hipona, Tratados sobre el Evangelio de san Juan, 15,6; trad. en: Obras de san Agustín, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1955, t. XIII, p. 411 (BAC 139). Agustín nació en Tagaste, África del norte, el año 354. Luego de un largo y, por momentos, penoso itinerario de búsqueda de la verdad, en la Vigilia Pascual del año 387 recibió el bautismo. En todo este proceso su madre, Mónica, tuvo un influencia determinante. El obispo y el pueblo de Hipona lo eligieron para el ministerio sacerdotal en el 391. En 395, el obispo Valerio lo eligió para su coadjutor, y a su muerte Agustín ocupó la sede episcopal. Murió el 28 de agosto de 430.