Santa Gertrudis, talla de madera policromada, escuela española, siglo XVII.
Francisco Asti[1]
4. Renovar el matrimonio espiritual con Dios
Como tercer ejercicio, Gertrudis propone[2] elementos típicos de la consagración virginal, para profundizar el camino de perfección evangélica. Esta meditación parte de dos perspectivas fundamentales, una bíblica, deducida tomada del Cantar de los Cantares, y la otra litúrgica, tomada del ritual de la consagración de vírgenes. El dato bíblico se vincula con el litúrgico, permitiendo así a la monja demostrar la solidez de la vida monástica[3]. El título de este ejercicio presenta, sin embargo, como característica adicional, la referencia al matrimonio (desponsatio). La idea, que Gertrudis toma prestada del instituto del matrimonio, se expresa en la introducción de términos como connubium, desponsatio, copulatio (matrimonio, desposorio, unión). El matrimonio está calificado con el adjetivo “espiritual”, para indicar la naturaleza diversa de lo que Gertrudis está por describir: “Celebrarás de esta forma el matrimonio espiritual, el desposorio amoroso, las bodas de tu alma casta y su unión con Jesús, el Esposo celeste, por el lazo indisoluble de la dilección”[4]. La consagración virginal se presenta como pacto, alianza a estipular entre Dios y la joven. El matrimonio espiritual se expresará plenamente en la conclusión del contrato, como vínculo indivisible de amor. Las características de la unión de un hombre con una mujer son referidas al matrimonio espiritual, para lo cual Gertrudis utiliza los términos propios del contrato matrimonial[5]. Gertrudis subraya la plena voluntad de la creatura que desea unirse a Dios. Esta conciencia se expresa con la palabra connubium, con la cual se quiere indicar la capacidad del sujeto humano para contraer matrimonio. La ley romana representaba la legitimidad de las nupcias precisamente con el negocio jurídico del connubio. De este estaban excluidos de hecho las personas reducidas a esclavitud, los que quisieran desposarse con un hombre o una mujer perteneciente a otro grado social, o aquellos que tenían lazos parentales estrechos entre sí. La capacidad matrimonial indica, en el nivel religioso, la libertad de la persona individual para asentir en plenitud a la propuesta de Dios de hacer alianza con su creatura. Indica la madurez humana necesaria para asumir responsablemente todos los deberes y derechos concernientes a la unión con Dios. El matrimonio es constitutivamente un acto de amor, por lo cual, la unión entre Dios y la creatura puede tener lugar solo sobre la base de un sentimiento recíproco. La libertad consiste precisamente en amar sin condicionamientos humanos.
A partir del matrimonio, Gertrudis pasa a describir la promesa o compromiso de matrimonio, representado por al desponsatio. Esta característica está tomada de las costumbres alemanas, donde el tutor de la mujer que debe ser entregada al hombre elegido, actúa de mundualdo. El mundio o potestas era un poder de protección ejercido por el padre de familia, el marido, el Rey o la Iglesia, en el caso de los religiosos. En el desposorio espiritual, Gertrudis señala la potestad de Dios sobre su creatura, por lo cual, el matrimonio puede ser celebrado en el seno de la Iglesia, a la cual se remite el mundio.
El matrimonio se perfecciona con la unión sexual de los esposos. Gertrudis utiliza metafóricamente la imagen de la cópula matrimonial, para indicar que el perfeccionamiento de la unión con Dios tiene lugar mediante la donación total de la creatura a su Creador. Esta entrega se refiere también a la dimensión corporal, comprendiendo el aspecto sexual y afectivo. Gertrudis afirma que la cópula es la unión indisoluble del alma casta con Dios. Esta unión tiene lugar con Jesús, esposo celestial. Los dos contrayentes perfeccionan el pacto con la unión. De este modo se distancia de la tradición agustiniana que veía en el mutuo consentimiento, el elemento de perfeccionamiento del matrimonio[6]. La cópula puede ser descrita como el vínculo de amor que conduce al alma a estar bajo la protección de Jesús, objeto de su amor.
Después de haber delineado el matrimonio espiritual, Gertrudis sigue el esquema bíblico y litúrgico para hacer memoria de la consagración virginal. Estructura el ejercicio como diálogo entre el Esposo celestial y la esposa, en base al Cantar de los Cantares[7]. Jesús llama al alma porque desea hacerla su esposa[8]. Este pasaje es fundamental, porque, al ponerlo en palabras divinas, Gertrudis llama la atención, al hecho de que la esposa es libre para elegir a Jesús. Esta elección es el acto de confiarse totalmente a su Prometido celestial, que la amará incondicionalmente. El pacto tiene como fin la unión, que tendrá lugar en la conformación del alma a su Esposo: “Lo que Yo soy por naturaleza, ella lo será por gracia”[9]. La naturaleza divina es participada a la creatura, por lo cual la unión acontece por la gracia, haciéndola cada vez más semejante a su modelo original, el Verbo encarnado. El proceso de divinización/santificación está descrito como experiencia de unión, que se experimentará en la vida cotidiana de la consagrada. La respuesta de la esposa es una declaración de amor, en la cual Gertrudis subraya toda la pequeñez de la creatura ante la propuesta de un Dios que la desea. Comprende que el camino espiritual se refiera a conformarse al corazón divino, es decir a corresponder en todo el beneplácito de Dios.
El matrimonio espiritual se vive en el amor trinitario[10]. La unión con el alma tiene lugar en el Espíritu Santo, porque la conformación del alma con la voluntad del Padre es la obra del Espíritu. Jesús mismo le entrega el velo, el anillo y la corona, para hacerla su esposa. La imagen trinitaria del matrimonio espiritual es aún más evidente en la conmemoración de la bendición del obispo. El ritmo trinitario de acción de gracias manifiesta cómo la consagrada está bajo el mundio de Dios. Gertrudis describe la Trinidad con el término “imperial”, para indicar que la consagrada está sometida totalmente a Dios[11]. Dios Padre la bendice y le da toda la gracia necesaria para vivir en plenitud el matrimonio espiritual con su Esposo Jesús. A la fuente se atribuye el origen de la divinidad y de la paternidad. Para Jesús la terminología es la que deriva del acto matrimonial. A través de la humanidad de Jesús, la consagrada se une a toda la Trinidad. Al Espíritu Santo corresponde la fecundidad del matrimonio, caracterizada por el amor ardiente que hace al alma unirse a Jesucristo.
En el himno de alabanza a la Trinidad, Gertrudis retoma todos los temas teológicos típicos de su producción literaria[12]. En la introducción agradece a toda la Trinidad, contemplándola en su unidad esencial. Es interesante el uso del término griego sophia (sabiduría) para nombrar a la segunda Persona divina. La omnipotencia, la sabiduría y la bondad están esencialmente unidas. La actividad de la Trinidad ad extra está representada por la sanctitas extensiva y la bonitas omnium impletiva (la santidad comunicativa, difusa, y la bondad que todo lo llena). La obra de Dios es reconducir el alma a su origen, por lo cual, la consagración es una posibilidad ofrecida por Dios para experimentar en el hoy, algo de aquel retorno que será perfecto en la comunión con los Santos. La santificación es la difusión de la santidad de Dios en la creación, de la cual la creatura participa, y la perfección del plan divino con la creación. Así también, la bondad es signo de la presencia trinitaria en cada cosa creada. Con estas expresiones sintéticas, Gertrudis intenta mostrar cómo actúa Dios en el mundo, dejando signos inconfundibles, por la cuales el alma puede encontrarlo y alabarlo.
Al Hijo de Dios, Gertrudis le atribuye la misión de Redentor. Con su sacrificio permite al alma gozar nuevamente de las alegrías celestiales. La unión es con Jesús, que desea desposarse con la creatura que tiene el sabor amargo del pecado. El amor nupcial se expresa con el abrazo que hace uno al Esposo con la esposa. El espíritu Santo es vínculo y amistad. De este modo identifica el vínculo entre la Trinidad y la creatura. El Espíritu es la unión de amor sustancial y de amistad que conduce al creyente al corazón de la Trinidad. El Espíritu reposa en el alma para hacerla gustar del amor divino. El ejercicio propuesto se completa con la contemplación de la alianza estipulada con Dios. Gertrudis observa cómo la deificación experiencia de alianza que se ha manifestado de una vez para siempre en el sacrificio de Cristo. Se podría afirmar que, a través de la memoria de la propia consagración, se gusta la alianza que el creyente ha realizado con la Santísima Trinidad. La unión es experiencia de esta alianza, que se renueva cada vez que se participa en la vida litúrgica de la Iglesia. El creyente experimenta la potencia salvadora de Dios, a quien se ha entregado totalmente. La consagrada relee su pertenencia a Dios con las categorías culturales de su época, logrando una relectura teológica y espiritual de gran impacto en el lector.
Continuará
[1] Francisco Asti es sacerdote, Profesor ordinario de Teología y Decano de la Pontificia Facultad de Teología de la Italia Septentrional Santo Tomás, Consultor teólogo de la Congregación para las Causas de los Santos y Párroco del Santísimo Redentor, en Nápoles.
[2] Continuamos publicando aquí la traducción íntegra de las actas del Congreso: “SANTA GERTRUDE LA GRANDE, “DE GRAMMATICA FACTA THEOLOGA”. Atti del Convegno organizzato da Istituto Monastico della Facoltà di Teologia Pontificio Ateneo Sant’Anselmo, Roma, 13-15 aprile 2018. A cura di Bernard Sawicki, O.S.B., Ruberval Monteiro, O.S.B., ROMA 2019”, Studia Anselmiana 178, Pontificio Ateneo S. Anselmo, Roma 2019. Agradecemos el permiso de Studia Anselmiana. Tradujo la hna. Ana Laura Forastieri, OCSO. Cfr. el programa del Congreso en: http://surco.org/content/congreso-santa-gertrudis-grande-grammatica-facta-theologa
[3] GF. Calcagno, “Da limpida sorgente”- Santa Gertrude di Helfta e l’esperienza dell’amore unificante, Edizioni Casamari, Casamari (FR) 2017, 57-75.
[4] Gertrude D’Helfta, Les exercices, III, 1-3: “Hoc modo celebrabis spirituale matrimonium connubium amoris, desponsationem et copulationem animae tuae castae, cum Iesu sponso coelesti, inseparabili dilectionis vinculo”. Maristella dell’Annunciazione – A. Montanari (curr.), Gertrude di Helfta, Esercizi spirituali, 21; LE, 25.
[5] Cf. J. Leclercq, I monaci e il matrimonio: un’indagine sul XII secolo, SEI, Torino 1984. C. Brooke, Il matrimonio nel Medioevo, Il Mulino Editore, Bologna 1991. D. Lombardi, Storia del matrimonio. Dal Medioevo a oggi, Il Mulino, Bologna 2008.
[6] San Agustín, De nuptiis et concupiscentia, I,11,12, en Id., Opere, Nuova Biblioteca Agostiniana – Città Nuova, Roma 1978: “Quibus vero placuit ex consensu ab usu carnalis concupiscentiae in perpetuum continere, absit ut vinculum inter illos coniugale rumpatur” (“Los que prefieren, por mutuo consentimiento, abstenerse para siempre del uso de la concupiscencia carnal, no rompen el vínculo conyugal”, N. de T.).
[7] I. Biffi, La filosofia monastica: «sapere Gesù», Jaca Book, Milano 2008, 347-356.
[8] Gertrude D’Helfta, Les exercices, III,20-22: “Quaecumque igitur voluerit me diligere, hanc volo mihi desponsare, ipsamque diligere et vehementer amare” (“La que quiera amarme, a ésa quiero hacerla mi esposa, amarla, y amarla ardientemente”, LE, 26). Maristella dell’Annunciazione – A. Montanari (curad.), Gertrude di Helfta, Esercizi spirituali, 22.
[9] Gertrude D’Helfta, Les exercices, III, 24-25: “Quod ego sum ex natura, hoc ipsa fiet ex gratia”. Maristella dell’Annunciazione – A. Montanari (curr.), Gertrude di Helfta, Esercizi spirituali, 22. LE, 27.
[10] Gertrude D’Helfta, Les exercices, III, 74-79: “In spiritu sancto meo desponsabo te, inseparabili unione mea adstringam te. Tu eris hospes mea, et ego te recludam in mea vivida dilectione. Vestiam te nobili purpura mei pretiosi sanguinis; coronabo te auro electo meae amarae mortis. Per meipsum implebo tuum desiderium, sicque te laetificabo in perpetuum” (“En mi Espíritu Santo te tomaré por esposa; me abrazaré a ti con una unión inseparable. Serás mi huésped y te arroparé con mi dilección vivificante. Te vestiré con la noble púrpura de mi preciosa sangre; te coronaré con el oro puro de mi amarga muerte. Yo mismo colmaré tu deseo, y así te haré feliz por toda la eternidad”, LE, 30). Maristella dell’Annunciazione – A. Montanari (curr.), Gertrude di Helfta, Esercizi spirituali, 24.
[11] Gertrude D’Helfta, Les exercices, III, 318-337.
[12] Gertrude D’Helfta, Les exercices, III, 354-390.