
«La luminaria se apresuró a manifestarse 
a las tinieblas. Las llamaba 
a que vinieran con ella y gozaran 
en la luz grande que había descendido a la tierra. 
La estrella bajó como mensajera  
para anunciar su pregón 
a los hijos de Persia: que se preparasen, 
pues ya había aparecido el Rey que habían de adorar. 
Asiria, la gloriosa, al percibir la estrella, 
llamó a los Magos y habló con ellos: 
“Tomen ofrendas, y vayan a rendir honores 
al Gran Rey, que se ha manifestado en Judá”» (san Efrén).