Inicio » Content » EN LA ESCUELA DE UN MAESTRO “SCIENTER NESCIUS ET SAPIENTER INDOCTUS” (I)

Santa Gertrudis la Grande, retablo al óleo, anónimo mexicano de mediados del siglo XIX, Museo Universitario de Arte Fernando del Paso, Colima, México.

 

Mauro Giuseppe Lepori, O.Cist.[1]

Resumen: San Benito[2] -y santa Gertrudis a su escuela-, nos enseñan que, para crecer de veras en una ciencia, es necesaria la actitud humilde de reconocer una ignorancia, un “no saberlo todavía todo”, un vacío en sí, de conocimiento y de experiencia de la verdad. Reconocerse nescius e indoctus (ignorante e indocto) es la condición de la verdadera ciencia, de la auténtica sabiduría, y, sobre todo, de un conocimiento que permanece abierto a la realidad, como algo siempre más grande que la razón, que nuestra capacidad de captar la verdad. ¡Y cuánto más, esta humilde confesión de ignorancia es indispensable para adentrarse, en el conocimiento de la Realidad que nos trasciende, la realidad de Dios, origen de todo ser y toda ciencia!

 

1. Un maestro permanente

Entrada en el monasterio a la edad de cinco años, santa Gertrudis tuvo desde entonces y hasta su muerte, un maestro excepcional: san Benito. Se podría decir que, desde el orfanato, ella ha frecuentado la “escuela del servicio del Señor” (RB Pról. 45) creada por san Benito. Tal vez corremos el riesgo de olvidarlo, pero es un hecho que cada monje y cada monja viven según la Regla e San Benito, que en el cauce de su carisma, se reencuentra siempre y como acompañado/a por este padre y maestro, como una música sostenida por un bajo continuo. Después, cada uno estudiará a sus autores favoritos, profundizará su formación en las direcciones más variadas, pero por el simple hecho de vivir en el monasterio, de estar proyectados en esta vocación, vivida más o menos coherentemente, todos se encuentran viviendo bajo este magisterio de fondo. Santa Gertrudis no fue una excepción, como tampoco lo fue san Bernardo. Tal vez no hablan mucho del santo patriarca, ni de su Regla en sus escritos, pero su influencia será tanto más constante cuando más discreta, como la linfa que, desde las raíces, recorre silenciosa el árbol entero y nutre la vida. Y creo que, si queremos comprender a santa Gertrudis, comprenderla precisamente como mujer sabia y docta, y si quereos comprender la naturaleza de su ciencia y de su sabiduría, no es inútil una meditación sobre la ciencia y la sabiduría que ha podido recibir en la escuela de san Benito.

 

2. La provocación de una renuncia

Así, en este punto, la vía y el camino de san Benito nos lanzan una provocación, que en cierto sentido nos desorienta desde el comienzo. Más que él mismo, la provocación nos la lanza san Gregorio Magno, que fue sin duda un hombre de gran cultura y sabiduría. Y bien, san Gregorio, en las primeras líneas del Prólogo de la Vita de san Benito, que ha redactado en los Diálogos, describe con complacencia el abandono de los estudios literarios que el joven Benito decidió, inmediatamente después de haberlos comenzado. “Nacido de buena familia, en la región de Nurcia, había sido enviado a Roma para dedicarse a los estudios literarios. Viendo sin embargo que éstos constituían para muchos, el camino que los hacía precipitar en el abismo de los vicios, retiró el pie que apenas había puesto, por así decir, en el umbral del mundo, para no precipitarse también él, y totalmente, en el terrible abismo, aunque solo se hubiera asomado a los estudios profanos” (Gregorio Magno, Diálogos II Prol).

San Gregorio dice que san Benito había sido “consignado – traditus” a los estudios romanos. Expresión curiosa, que casi evoca la entrega, la traición que Judas hizo de Jesús. De hecho, describe los estudios en Roma como un abismo de vicios (“abrupta vitiorum”); peor aún, un inmenso precipicio (immane praecipitium), en el cual corría el riesgo de precipitarse totalmente y para siempre, como en un infierno. Se percibe una crítica velada pero fuerte a los padres, o a su tutor, que han expuesto a un adolescente a este tremendo peligro.

Como sea, esta descripción dramática el peligro en curso permite a Gregorio caracterizar la elección de la vida monástica, de parte de Benito, como lo opuesto de esta perdición, el opuesto de esta caída ruinosa. De hecho, en vez de resbalar y precipitarse en el abismo de la perdición, Benito elige un camino de elevación, de ascesis y de ascensión, movido y empujado por el deseo de agradar solo a Dios (“soli Deo placere desiderans”).

Ya hay aquí una fundamental distinción entre la ciencia del mundo y la sabiduría monástica: a quién se elige agradar. Los estudios de la ciencia literaria del mundo estaban, de hecho, destinados a complacer al mundo, se orientaban a obtener la admiración del mundo, sobre todo con el arte retórico. La elección monástica, para san Benito, coincide con un deseo de agradar solo a Dios y es este deseo que, como veremos, determinará también la naturaleza de la ciencia y de la sabiduría nueva que san Benito elegirá con la vida monástica. Al origen de la vocación y del carisma de Benito hay como una renuncia radical a la cultura del narcisismo y al narcisismo de la cultura.

Se capta desde el inicio que san Gregorio describe la vida de Benito a la luz de su Regla monástica, y por lo tanto, a la luz de la insistencia de Benito sobre la humildad, como camino de ascensión a Dios, como camino para agradar a Dios, así como Jesús, en el Jordán y en el Tabor, es declarado y definido como aquel que goza de la plena complacencia del Padre.

Cabe subrayar el hecho de que es sobre todo en el ámbito de los estudios, de la ciencia, que Gregorio sitúa la conversión inicial de san Benito. Es como si para él, la renuncia a todo para seguir a Cristo, comenzara esencialmente por el desprecio de los estudios mundanos. En la conversión de Benito no se subraya y describe tanto el abandono de las riquezas familiares para elegir la pobreza, como por ejemplo en san Antonio Abad, o san Francisco de Asís, sino más bien el desprecio de la ciencia narcisista del mundo, para elegir la humildad como vida de comunión con Dios, como introducción al intercambio del deseo, de complacencia amorosa entre el hombre y su Creador y Redentor.

 

3. La nueva ciencia

Nos esperaríamos entonces la descripción de la vida de un ignorante, de una persona simple e inculta. En cambio, la renuncia a los estudios movidos por el orgullo y la vanagloria no implica la elección de la ignorancia, sino de una ciencia diversa, opuesta a la mundana. Benito renuncia a la ciencia y la sabiduría del mundo, a fin de elegir otra ciencia, otra sabiduría en oposición con la del mundo. La elección inicial de san Benito es como una cima, una cima entre un abismo de perdición y la salvación; y en esa cima, el factor consciente de elección, de determinación y de conversión de la libertad es el ámbito de la conciencia, de la ciencia, del estudio. No olvidemos que el pecado original tuvo lugar al comer el fruto “del árbol del conocimiento del bien y del mal”, y no, por ejemplo, del árbol de la riqueza o de la belleza o de a concupiscencia carnal (cf. Gn 2,9; 3,1-7).

Por lo tanto, la elección de san Benito no fue entre la inteligencia, la ciencia, la sabiduría, por un lado, y la rusticidad, la ignorancia y la incultura, por el otro. Fue entre dos géneros diversos y opuestos de ciencia, de sabiduría y de inteligencia.

San Gregorio expresa esta distinción con una de sus frases geniales, capaces de sinteitizar en un juego de palabras el meollo de una cuestión: “Recessit igitur scienter nescius et sapienter indocutus”: se retiró, por lo tanto, ignorante a sabiendas y sabiamente inculto (Dial. II Prol.). Esta expresión describe la conciencia con la que Benito pasó del mundo a la vida monástica.

La expresión hace comprender que la ciencia y la sabiduría dependen de la estima o del desprecio con el que son consideradas; y la estima y el desprecio dependen del punto de vista desde el que se miran. Benito desprecia la ciencia que el mundo estima, y estima la ciencia que el mundo desprecia.

Se percibe que la elección de Benito comporta un desprecio del mundo que se expone al desprecio del mundo hacia él. Quien es “nescius -ignorante” e “indoctus- no instruido”, se atrae el desprecio del mundo, la irrisión del mundo. Benito asume este desprecio del mundo hacia quien rechaza los falsos valores. La libertad de quien deja todo por Cristo consiste también en el despreciar el desprecio del mundo soberbio hacia la propia persona, y por esto la renuncia a los valores mundanos comporta también una renuncia a sí mismo, al valor que nos damos a nosotros mismos, para adentrarnos en un camino tendiente a apreciar y amar a Dios, más que a uno mismo. Pero es precisamente así, que el hombre descubre el verdadero valor de sí mismo: la complacencia de Dios, el ser amado por Dios con predilección.

Esta conversión a nivel del valor que perseguimos, a nivel del tesoro hacia el cual tiende nuestro corazón, nos permite adentrarnos en el descubrimiento de la realidad revolucionaria del Reino de Dios, revolucionaria en el sentido literal del término, es decir revertida, dada vuelta. Al despeñadero, al precipicio, al abismo en el cual yace la ciencia del mundo, corresponde la montaña a la cuál se asciende para encontrar a Dios, descubriendo que la verdadera realidad no está en el abismo, sino en la montaña.

Pero ¿qué características tiene la ciencia verdadera, la verdadera sabiduría, con respecto a la ciencia y la sabiduría del mundo?

Continuará

 


[1] Nacido en Lugano en 1959, D. Mauro Giuseppe se graduó en filosofía y teología en la Universidad de Friburgo; desde 1984 es monje cisterciense en Hauterive. Siendo maestro de novicios, fue elegido abad en 1994. Posteriormente fue miembro del Consejo del Abad General desde 2005 y elegido Abad General de la Orden Cisterciense en 2010. Es autor de numerosos libros y artículos traducidos a varias lenguas.

[2] Continuamos publicando aquí la traducción íntegra de las actas del Congreso: “SANTA GERTRUDE LA GRANDE, “DE GRAMMATICA FACTA THEOLOGA”. Atti del Convegno organizzato da Istituto Monastico della Facoltà di Teologia Pontificio Ateneo Sant’Anselmo, Roma, 13-15 aprile 2018. A cura di Bernard Sawicki, O.S.B., Ruberval Monteiro, O.S.B., ROMA 2019”, Studia Anselmiana 178, Pontificio Ateneo S. Anselmo, Roma 2019. Agradecemos el permiso de Studia Anselmiana. Tradujo la hna. Ana Laura Forastieri, OCSO. Cfr. el programa del Congreso en: http://surco.org/content/congreso-santa-gertrudis-grande-grammatica-facta-theologa