Inicio » Content » ICONOGRAFÍA DE SANTA GERTRUDIS (I)

Primera parte[1]

El período barroco

La iconografía de Santa Gertrudis se desarrolló mucho en España e Iberoamérica, sobre todo en el período barroco como consecuencia del descubrimiento y la primera edición latina de sus obras en latín[2], realizada en 1536 por Johannes Greetch, apodado Lanspergius (el Justo), monje de la Cartuja de Colonia.

Portada de la edictio principe: edición Lanspergius. Se lee “Insinuationum divinae pietatis libri quinque... nunc primum in lucem editi... Colonia, anno MDXXXVI”: Insinuación de la Divina Piedad en cinco libros... ahora editados por primera vez... Colonia, año 1536.

 

El antecedente más antiguo para la configuración de la iconografía de santa Gertrudis es la edición latina de sus obras en Madrid, 1599, compiladas por Juan de Castañiza[3], a la cual seguirá la edición en lengua española en dos volúmenes, traducida del latín por Leandro de Granada:

- en 1603: los libros I a III del Legatus[4] y

- en 1607: los libros IV y V[5].

La edición española de 1603 estaba acompañada de un grabado que determinó las representaciones posteriores. Se ve allí a santa Gertrudis con los signos iconográficos que después se generalizarían: báculo, corazón con el niño Jesús, pluma y libro.

Portada de la edición española de 1603 (Legatus I a III), en la reedición de 1605. Se lee: Gertrudis la Magna: “Libro intitulado Insinuación de la Divina Piedad, revelado a Santa Gertrudis, traducción del latín de Leandro de Granada (OSB)”, Salamanca, imprenta de Antonio Ramírez, 1605. Foto: Universidad Nacional Autónoma de México.

Probablemente este grabado tomó y difundió los motivos iconográficos que ya aparecían en una pintura anterior, hoy perdida. En efecto, el monje jerónimo fray Diego de Yepes se atribuye a sí mismo la iniciativa de la primera representación pictórica de Santa Gertrudis en España, en una carta dirigida a Leandro de Granada en 1603, incorporada en el segundo volumen de la traducción española del Legatus (edición de 1607)[6]. En esta carta explica que mandó pintar un retrato, tomando como modelo la imagen de una monja benedictina anónima de un guardajoyas. A este cuadro se remontarían, por lo tanto, los atributos iconográficos del corazón, con la cinta y la inscripción latina. Dice Diego de Yepes:

“El primero que en España se hizo yo le mandé sacar en Madrid de otro de una religiosa de su hábito que estaba en el guardajoyas de su Magestad y salió la más hermosa figura que se ha hecho en España; y para diferenciarla del original púsele un Niño Jesús en el corazón y un rótulo que dice lo que Nuestro Señor le dijo: ‘Invenies me in corde Gertrudis’ y siete anillos en su mano derecha, que le dio en prendas de la promesa que le había hecho de favorecer a sus amigos”[7].

Explica también en la misma carta que la confección de la tela estuvo envuelta en circunstancias milagrosas:

“Confesome el pintor que en toda su vida no le había acontecido lo que con esta virgen retratándola: porque con ser muy puntual en trasladar otras imágenes muy al vivo, en esta no pudo atinar al original, sino que cuantas veces ponía el pincel, sacaba las facciones mejor de lo que él pensaba ni imaginaba. Y así no se parece poco ni mucho, sino en solo el hábito. De aquel se ha comunicado por toda España. Téngola pintada en muchas partes, acompañada de nuestra madre Teresa de Jesús”[8].

 

Etapas

El desarrollo de su iconografía debe entenderse en el contexto contra reformista y anti luterano, en el cual se están definiendo los términos de la nueva concepción visual de la mística y se está forjando la perspectiva de una religiosidad interior e individual, basada en la meditación privada, en la devoción a las imágenes y el culto a los santos, así como en el tema del rescate de las armas del purgatorio.

Por lo demás, la influencia del barroco determina la abundancia de los signos característicos de la imaginería barroca en la iconografía de santa Gertrudis:

-          la presencia de ángeles y querubines

-          la representación en oratorios privados, más bien que en el escenario del culto litúrgico público

-          los motivos visionarios

-          el rescate de las almas del purgatorio

-          la representación de detalles y escenas tomados de los ambientes cortesano y monacal de la época barroca.

 

La presencia de ángeles y querubines

Santa Gertrudis la Magna. Miguel Cabrera, México 1768. Museo José Luis Bello y Zetina, Puebla, México.

 

Los motivos visionarios

Escuela colonial del Perú. Siglo XVII.

 

Tanto en España como en el Nuevo Mundo la difusión de su iconografía dentro del barroco presenta dos etapas bien diferenciadas:

- Una, situada en las primeras décadas del siglo XVII, que fue resultado de la circulación de su obra y del grabado que la acompañaba. Es posible que esta primera etapa tuviera relación con el proceso de canonización de Santa Teresa, ya que los paralelismos entre las visiones de ambas monjas, habrían permitido justificar las experiencias de la mística española. En todo caso, es un dato constatable que el auge de santa Gertrudis en el mundo hispano decreció al comenzar a propagarse el culto público a Santa Teresa, a partir de su canonización en 1622.

- La otra etapa se iniciaría en la segunda década del siglo XVIII y estaría ligada a la configuración de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en su forma actual. Esta fase se caracteriza por un aumento creciente de imágenes que llega a su apogeo a mediados de ese siglo, en forma contemporánea a la inscripción de santa Gertrudis en el martirologio romano. Los principales agentes difusores en este período fueron los jesuitas. La iconografía de esta etapa está centrada en el corazón y en las visiones directamente relacionadas con el Corazón divino de Jesús. La representación del órgano adquiere rasgos más realistas.

Como resultado de este proceso, su iconografía se difundió mucho en el nuevo mundo, sobre todo en México, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia. En la producción hispanoamericana hay obras tanto de artistas españoles como nativos. La iconografía de origen nativo muestra rasgos de inculturación que evocan a la Virgen de Guadalupe, signo que denota el arraigo de la devoción en la cultura popular.

A la derecha: Santa Gertrudis (detalle); Rafael de la Peña - Convento franciscano de Itazcuixtla, Tlaxcala. Conaculta. Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

 


[1] Para el presente estudio sigo en parte el artículo de Antonio Rubial García y Doris Bieñko de Peralta: “La más amada de Cristo. Iconografía y culto de Santa Gertrudis la Magna en la Nueva España” publicado en Cistercium 258 (2012), pp. 89-143. Asimismo, algunas de las imágenes incluidas en este estudio -según se indica a pie de foto- han sido tomadas de la recopilación iconográfica publicada en la misma revista Cistercium 258. Agradecemos a su director la concesión del correspondiente permiso.

[2] Antes de la edición Lanspergius hubo una edición en lengua alemana: Das Buch des Botschaft der gottincher Guttigkeit, Lieptzk, 1505, realizada por Paul Weida, que no tuvo mayor difusión

[3] Intinuationum Divinae Pietatis Libri Quinque in Quibus Vita, et Acta Sanctae Gertrudis Monialis Ordinis Sancti Benedictini continentur..., Madrid, Herederos de Juan Iñíguez de Lequerica, 1599.

[4] Libro intitulado Insinuación de la Divina Piedad, revelado a santa Gertrudis, monja de la Orden de Sant Benito, traducido del latín al romance por fray Leandro de Granada, Salamanca, Diego Cussio, 1603. Reeditado en Salamanca 1605 y Madrid 1614.

[5] Segunda y última parte de las admirables y regaladas revelaciones de la gloriosa santa Gertrudis, que contiene su feliz y dichosa muerte, no menos privilegiada y favorecida de su querido Esposo que su santa vida..., Valladolid, Juan de Bostillo, 1607. Reeditado en: Madrid, 1614, Sevilla, 1616; Madrid, 1689. Hubo una edición de ambos volúmenes en Madrid, 1732.

[6] Carta de Diego de Yepes a Leandro de Granada del 15 de noviembre de 1603; en: Gertrudis la Magna, Segunda y última parte de las admirables y regaladas revelaciones

[7] Ibid.

[8] Ibid.