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La Ascensión de Cristo en algunos manuscritos iluminados

 

Modelo inspirado en el texto de Hechos 1,6-11

 

Manuscrito iluminado sobre pergamino. Noreste de Italia, último cuarto del siglo XIII

Cristo aparece, en esta representación, de cuerpo entero, vestido con túnicas verdes sobre un fondo azul, sentado en una mandorla azul y roja a cargo de dos ángeles; debajo, los doce apóstoles, mirando hacia arriba.

Esta inicial abre el introito de la Misa para la Ascensión: “Viri galilei quid admiramini aspicientes in caelum ...”. La estética general de la composición, sus figuras orientales con ojos grandes, narices rectas y posturas formuladas, parece fuertemente influenciada por el arte bizantino. Esto ha llevado a pensar en un origen véneto, y, sin embargo, la paleta de colores, con la dependencia de fuertes tonos de verde, rojo y azul, parece más característica de la iluminación alemana del siglo XIII. Quizás se pueda pensar en una región fronteriza, lo que explicaría esta aparente mezcla de influencias en este trabajo hermoso y muy logrado.

 

Modelo “tradicional”, según Hechos 1,6-11, con la presencia de la Virgen María

 

 

Los Evangelios de Rabbula llevan el nombre del monje mesopotámico que escribió este códice litúrgico en sirio, sobre pergamino, a fines del siglo VI. El manuscrito es uno de los más ricamente ornamentados de la época.

El verso 13 del folio muestra la ascensión de Cristo al cielo. En el centro de la zona inferior está la Virgen María, con las manos en alto, en la actitud de una mujer rezando. Entre los apóstoles, Pedro (a la derecha, con las llaves) y Pablo (a la izquierda, sosteniendo un libro y señalando hacia arriba) reciben un tratamiento especial. Arriba, dos ángeles llevan una mandorla, que rodea la figura de Cristo en ascenso, mientras que otros dos le ofrecen coronas, una señal de la doble naturaleza de Cristo, tanto humana como divina.

Semejante a la anterior es esta iluminación en la que Cristo aparece en una mandorla, entronizado en majestad, con ángeles a cada lado. Él sostiene un libro en una mano, mientras que la otra se abre mostrando su palma abierta, y la herida que dejó el clavo de la Crucifixión. El momento real de la Ascensión ya ha tenido lugar. La atención se centra en la gloria de su divinidad.

 

Siglo IX. Salterio. Reims, Francia.

 

Ascensión con Cristo “activo”

Algunas representaciones de la Ascensión del período anglosajón muestran a un Cristo más activo, que sube sin ayuda a través de las nubes para llegar al Cielo. Se representa a Cristo, con barba y rostro radiante, de perfil, caminando en el aire. Su brazo alcanza la mano extendida del Padre que desciende desde el marco superior. El artista incluso logró capturar el movimiento con la ropa de Cristo a medida que asciende, su túnica se agita, casi como movida por el viento.

Bendicional de San Æthelwold (hijo del rey Etelredo), Winchester, Inglaterra, hacia 971–984.

 

Ascensión con Cristo “desapareciendo”

 

“Caligula Troper” (Libro de cantos, troparios), Worcester, Inglaterra, segunda mitad del siglo XI.

A comienzos del primer milenio, un nuevo tipo de imagen de Ascensión se desarrolló a partir de diversas tradiciones artísticas, convirtiéndose en una iconografía estándar en la decoración de manuscritos litúrgicos y devocionales en Inglaterra. Tales imágenes intentaron representar el momento exacto en que Cristo desapareció de la tierra y por eso muestran solo la mitad inferior de su cuerpo ascendente.

La iconografía del “Cristo Desapareciendo” puede haber estado relacionada con una tradición exegética anterior que sostenía que Cristo no necesitaba ayuda del Cielo en su ascenso, sino que usaba su propio poder divino (cf. Gregorio el Grande, Homilía 29). Notamos que los seres celestiales que aparecen a ambos lados de la escena no conducen el cuerpo de Cristo. En cambio, levantan sus manos en adoración, sus cabezas alzadas hacia arriba, de la misma manera que las de los discípulos que lo observan. Las nubes no ofrecen apoyo a Cristo en su ascenso, Él se eleva a través de ellas hacia el Cielo.

 

Otra forma del “Cristo desapareciendo”

Tiberius Psalter (Salterio de Tiberio), Winchester, Inglaterra, hacia 1050.

El artista ha optado por omitir la compañía de los ángeles, así como la Mano de Dios y la mandorla, para que el enfoque esté en Cristo y sus discípulos. La leyenda en la parte superior de la página es apenas legible debido al daño que sufrió el manuscrito en el incendio de la biblioteca Cotton en 1731. En el centro, el artista presenta un nuevo detalle de la escena: Cristo deja una corona y un libro abierto en las manos de sus discípulos, una señal para que continúen su trabajo y difundan sus enseñanzas en la tierra.

 

Las huellas de Cristo

Libro devocional (Meditaciones sobre la Vida de Cristo). Inglaterra, hacia 1440.

En el centro de esta iluminación se ve una roca, en la que se creía que Cristo había dejado sus huellas cuando fue llevado al cielo. Varias obras que representan la Ascensión ilustran esta tradición.

 

Pentecostés y Ascensión de Cristo. Hechos 1,6-11 y 2,1-4

Evangeliario. Austria, tal vez en el Monasterio de Seitenstetten, Austria, entre 1225 y 1275.

Pentecostés y Ascensión de Cristo. Descendiendo de la nube, dos ángeles sostienen la mandorla del arco iris que encierra la mitad inferior del cuerpo de Cristo, cuya mano derecha señala hacia abajo, en gesto de bendición. En el fondo de la mandorla, la paloma del Espíritu Santo, recortada, desciende de la nube, y sus rayos se extienden desde la cabeza hacia los diez apóstoles, sentados debajo, algunos gesticulando, algunos mirando hacia arriba, seis de ellos sosteniendo libros.