Inicio » Content » LA “SUPPLETIO” DE CRISTO EN GERTRUDIS DE HELFTA. ANÁLISIS DE LOS TEXTOS (I)

Gertrudis privada del oficio divino por la enfermedad[1]. Grabado publicado en el libro “Vida de Santa Gertrudis Virgen”, autor anónimo, Apostolado de la Prensa, Madrid, 1913.

 

Giuseppe Como[2]

Extracto: La temática de la suppletio es una de las más originales en el testimonio espiritual de Gertrudis de Helfta. Esta contribución, intenta fundamentar, en base a un análisis de los textos de la santa, la interpretación de la suppletio de Cristo como acción de la gracia que colma la radical insuficiencia de la creatura para obtener la propia salvación, pero no como una intervención que substituye al creyente mismo, sino como un amoroso acto de la misericordia que, por una parte, “cubre” los pecados y “remedia” las insuficiencias del discípulo, y por la otro, pone a la luz y desestima la pretensión del creyente de poder alcanzar con sus propios esfuerzos una justicia fruto de la ascesis. En definitiva, la suppletio de la vida y de la pasión de Cristo en nuestro favor se revela como un misterio de alianza y de comunión, de sorprendente unión del Redentor con la creatura pecadora.

 

La doctrina de la suppletio atraviesa toda la obra de Gertrudis[3]. Esta no es propia de Gertrudis, en cuanto caracteriza igualmente la espiritualidad de Mechtilde de Hackeborn. Según M. Hildegard Brem, la suplencia caracteriza la espiritualidad de Helfta en general, y en especial la de Gertrudis. Un elenco exhaustivo de los términos latinos que expresan la suplencia (supplere, suppletio y supplementum) en el corpus de Gertrudis (es decir en los Ejercicios Espirituales y en los Libros II-V del Legatus) confirma este enunciado: 22 veces en los Ejercicios y 72 en el Legatus, dan un total de 94 recurrencias, distribuidas a lo largo de todo el corpus gertrudiano. Se puede decir que Gertrudis, dentro del círculo literario de Helfta se distingue por el rol realmente central que asume la suppletio en su doctrina espiritual.

Entre las monjas de Helfta que han promovido este tema, Gertrudis está claramente a la vanguardia y ha percibido, quizás más que cualquier otra, su importancia decisiva. Gertrudis no ha inventado la suppletio, pero ha sabido presentarla con un arte que le es verdaderamente propio[4].

 

1. La suppletio en Gertrudis de Helfta: no una “substitución”, sino un “complemento”

El verbo suplir en sí, etimológicamente significa “completar”, “llenar”, “colmar”; por extensión, también “reparar”, “remediar”; es utilizado por Cicerón y por Libio en el ámbito militar, para significar una acción de reclutamiento que “integra” una falta de efectivos. Secundario resulta, en cambio, el significado de “substituir” (que es primario en el participio sustantivado “suplente”, en el italiano y el castellano contemporáneos); mientras que, en el uso actual del correspondiente término italiano y castellano suplir, prevalece el significado de “remediar”, “reparar; a su vez, el sustantivo suplemento responde más al matiz de “agregado”.

La acción de Jesús que supplet, en el testimonio de Gertrudis parece decir algo más que el simple “agregar” (a la obra del hombre) y algo bien distinto que “sustituir” el aporte humano en la obra de la salvación. Más bien se presenta como una acción que “completa”, “colma”, no en el sentido de “integrar”, “perfeccionar” algo que es “casi” adecuado, sino en el sentido de suplir una insuficiencia radical: en este sentido la suppletio de Cristo asume un matiz fundamental de “remedio” a una evidente incapacidad del hombre.

En efecto, la suppletio se menciona sobre todo en referencia a la negligencia de Gertrudis, especialmente al cumplir sus deberes monásticos, sobre todo de oración, y en referencia a su “insuficiencia” (defectus). Siguiendo la observación sintética de X. Batllo, podríamos decir entonces que suppletio significa que una carencia, una deficiencia del hombre, una insuficiencia, es suplida, reparada por la perfección de Cristo, cuya humanidad perfectamente santa puede, solo ella, dar un culto perfecto a Dios Padre.

 

2. El objeto de la acción de la suppletio: supplere y cooperire

La súplica por la suppletio nace en Gertrudis de la constatación de una situación de “negligencia” (negligentia) o di “carencia” (defectus). Por ejemplo en el Ejercicio VI Gertrudis invita a dedicarse a la alabanza divina in supplementum de toda la alabanza y la acción de gracias que Gertrudis descuidó (neglexit) de dar a su Dios, cada día de su vida, por todos sus beneficios[5]. En estos casos, donde el objeto es una negligencia o una falta, la acción de suplir tendrá por lo tanto el significado de “colmar”, “llenar”, pero también de “remediar”, “reparar”. Tanto la traducción italiana de los Ejercicios a cargo de Sr. Maristella dell’Annunciazione, como la traducción francesa a cargo de J. Hourlier y A. Schmitt para Sources Chrétiennes proponen también la acción de “compensar”, con la finalidad de “emparejar” o igualar una situación de desproporción o de evidente disparidad.

Así por ejemplo, los responsables de la edición de Sources Chrétiennes comentan el título del Ejercicio VII hablando de la necesidad de la creatura de establecer una igualdad con el Creador-Redentor: en esta perspectiva, la preparación para la muerte consiste en levantar el alma hasta el nivel de este Dios al cual ella debe unirse para siempre[6]. Un pasaje articulado y rico es aquel del VIIº Ejercicio donde Gertrudis pide que la ruindad de su espíritu sea llenada de la caridad divina, para que por la abundancia de esta caridad quede suplida la pobreza y la miseria de su mente (ut spiritus mei ruina impleatur charitate tua divine, et de tuae charitatis abundantia suppleatur mentis meae egestas et inopia)[7].

Volviendo al objeto de la suppletio, el título del Ejercicio VII la refiere a los “pecados”: “Exercitium suppletionis pro peccatis et preparationem ad mortem”, ejercicio de la suplencia por los pecados y la preparación a la muerte. Con todo, aquí la acción de la suppletio está referida a Gertrudis[8]. En el Legatus, luego de haber narrado la impresión de la herida de amor, Gertrudis declara su confianza de que cualquier corrupción que fuera provocada por su malicia y negligencia, sea suplida (suppleat) por la fuerza del amor que hablita en la plenitud de Aquél que se sienta a la diestra de Dios y que se ha hecho “hueso de mis huesos y carne de mi carne”. Es por Él que, mediante el Espíritu Santo, Gertrudis puede tener sentimientos de compasión, de humildad y de reverencia; y por Él ella puede ofrecer el gemido por las propias culpas incontables[9].

No es raro que la suppletio esté referida a la “vida perdida” de Gertrudis, o a lo que ella ha malgastado, o a su ruindad: aquí vuelve también el tema de la superabundancia, al cual evidentemente la condición de miseria, de indigencia, de pérdida, hace de contrapeso: “in te est mihi reposita totius deperditionis meae supplementum et abundantia” (en ti está para mí la reparación de todas mis faltas con exceso y abundancia[10]). La constatación de una vida perdida viene acompañada, en un pasaje del VIIº Ejercicio, del grito que invoca la propia redención y la petición de “restitución” por parte de Dios, de una vida renovada, restaurada: “vitam meam deperditam redime et inutilem conversationem meam…in centuplum mihi restitue” (redime mi vida perdida y mi inútil modo de vivir… restitúyemela en céntuplo[11]).

En relación a una condición de “ruina” están comprendidas otras tres acciones, menos frecuentes, sino más bien bastante raras en los textos gertrudianos, come reficere, recuperare, reparare (rehacer, recuperar, reparar): Jesús, el precio del alma de Gertrudis, es el único que puede rehacer cada uno de sus defectos y recuperar cada una de sus imperfecciones[12].

Al universo semántico del supplere, Gertrudis acerca frecuentemente el del cooperire, que significa “cubrir”. Por ejemplo, allí donde Gertrudis dice que pondrá el cáliz de Jesús en la balanza vacía de la verdad. Así, así supliré (suppleam) todo lo que me falta. Así cubriré (cooperiam) todos mis pecados. Con este cáliz repararé (adimplebo) todas mis ruindades. Con este cáliz supliré (supplebo) de modo más que digno cada una de mis imperfecciones (imperfectum)[13].

Y en otro lugar de los Ejercicios, Gertrudis ruega a Jesús que los actos de sus santísimos sentidos (los sentidos que han sufrido en la Pasión) sean operimentum (“una cubierta”) para todas sus culpas y un supplementum (reparación) de todas sus negligencias, a fin de que todo lo que falta en ella lo tenga por entero en Él que se ha entregado totalmente por ella[14].

Un ulterior campo de significados se expresa en la metáfora del “revestirse”, comprensiblemente cercana a la del “cubrir” y, significativamente, al ámbito de la alianza: bajo la guía del Señor, Gertrudis podría huír del naugragio de esta vida, recibiendo de Él tegumentum (el “revestimiento”) de la caridad, el operimentum (la cobertura) de la dilección, el testamentum (el “pacto”) de un amor vivo[15].

La realidad, la experiencia de la suppletio se ubica por lo tanto a partir de una condición de pobreza radical del creyente, una pobreza moral, acentuada no solo por la referencia a los “pecados” y a las “negligencias” o a las “imperfecciones”, sino también a través de un lenguaje más “pesado”, que alude a la “ruina”, a la “destrucción”, e incluso a la “pérdida” de la existencia. Con todo, es también evidente como esta miseria moral alude y reenvía a una más fundamental pobreza “ontológica”, a una radical insuficiencia de la creatura frente al Creador, a una real impotencia de la creatura respecto al “cumplimiento” de la propia existencia. Pero es ya hora de introducir el sujeto de la suppletio: Jesucristo.

Continuará

 


[1] El grabado se refiere al siguiente texto del Legatus Divinae Pietatis: “Reducida con frecuencia por la enfermedad, Gertrudis no podía acudir al coro, sin embargo acudía muchas veces a escuchar el canto de las Horas para ejercitar su cuerpo en el servicio de Dios. Pensando que Dios no atendía a tan fatigosa devoción como ella deseaba, desanimada, se quejaba con frecuencia al Señor y le decía: ‘¿Qué honor puedes recibir, mi amantísimo Señor, de que yo, descuidada e inútil, esté aquí sin apenas prestar atención a una o dos palabras y a las notas de música?’. Finalmente en una ocasión, le respondió el Señor: ‘¿Y qué sentirías tú si un amigo tuyo te ofreciera una o dos veces una bebida dulcísima, un aguamiel recién preparado, con el que esperabas fortalecerte en gran manera? Pues has de saber que yo encuentro más placer en cada una de las palabras y neumas musicales con los que ahora te dedicas a mi alabanza’” (Legatus III, 59,1).

[2] Giuseppe Como es presbiterio de la diócesis de Milán desde 1990. Ha obtenido el doctorado en teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, enseña Teología espiritual en el Seminario Arzobispal de Milán y en la Facultad Teológica de la Italia Septentrional. Es rector para la formación al Diaconado permanente de la diócesis de Milán.

[3] Continuamos publicando la traducción de las actas Congreso: “LA “DIVINA PIETAS” E LA “SUPPLETIO” DI CRISTO IN S. GERTRUDE DI HELFTA: UNA SOTERIOLOGIA DELLA MISERICORDIA. Atti del Convegno organizzato da Istituto Monastico della Facoltà di Teologia Pontificio Ateneo Sant’Anselmo, Roma, 15-17 novembre 2016. A cura di Juan Javier Flores Arcas, O.S.B. - Bernard Sawicki, O.S.B., ROMA 2017”, Studia Anselmiana 171, Pontificio Ateneo S. Anselmo, Roma 2017. Cfr. el programa del Congreso en esta misma página: http://surco.org/content/convenio-divina-pietas-suppletio-cristo-santa-gertrudis-helfta-una-soteriologia-misericordia. Traducido con permiso de Studia Anselmiana y del autor, por la Hna. Ana Laura Forastieri, ocso.

[4] Obtuvimos estos datos de un estudio inédito de X. Batllo, de 2015, al que hemos podido acceder.

[5] Cf. Exercitia VI,1-5. En otro contexto, en que Gertrudis lleva a cabo actos de caridad y de intercesión, ella confiesa al Padre sus “negligencias”, uniéndose a la amargura de la pasión de su Hijo Jesucristo, a través del cual Gertrudis ofrece sus “enmienda” a fin de que por Él mismo, sean suplidas (suppleatur) todas sus negligencias (Legatus II,16,2).

[6] Cf. Gertrude d’Helfta, Oeuvres spirituelles, t. I, Les Exercices, 258, n.1.

[7] Cf. Exercitia VII,385-388.

[8] También en el ejercicio del vacare amori, del dedicarse libremente al amor de Dios, alejándose de todos los afectos desordenados, es decir, en la contemplación, la monja actúa in supplementum (para compensar) por el hecho de no haber amado siempre al Señor con todo el corazón, toda el alma y todas las fuerzas (cf. Exercitia V,4-6).

[9] Cf. Legatus II,5,4. La suppletio se realiza por tanto a partir de la humanidad de Cristo por obra del Espíritu Santo.

[10] Cf. Exercitia IV,351-352. Cf. también Exercitia VII,37-38: vita mea deperdita (mi vida perdida).

[11] Cf Exercitia VII,51. Cf. también Exercitia VII,270-275: “Restituye (restitue) por mí a la integridad originaria todo lo que mi vida ha mandado a la ruina (deperditionem). Oh sabio Amor, cubre y oculta (tege et cooperi) toda mi culpa. Suple por mi (pro me supple) todas mis negligencias (neglectum), por mi Jesús, que se ha entregado espontáneamente a Tu voluntad” (cf. Gertrude di Helfta, Esercizi spirituali, 130).

[12] Cf. Exercitia VII,544-546. Así en Exercitia VII, 638-642: “Oh Jesús […], que has reparado (reparasti) de modo tan laudable la obra de tus manos que yo había destruido, ¡ay! todas mis acciones son imperfectas […]. Que toda mi obra sea santificada en Ti, por la cooperación (cooperatio) de tu amor vivo” (cf. Gertrude di Helfta, Esercizi spirituali, 145).

[13] Cf. Exercitia VII,95-99.

[14] Cf. Exercitia VII,187-191. Citamos también la oración de Gertrudis para que, de la generosa mano de Cristo, sea dada la limosna gracias a la cual “reparetur vita mea deperdita”, sea reparada mi vida perdida (Exercitia VII,37-38); con su abundante miseratio (conmiseración), Cristo templa las caderas de la desnudez de Gertrudis, y por su caridad todos sus pecados son cubiertos (charitas cooperiantur) y suplidas (suppleantur) todas sus negligencias. O también en Exercitia V,244-245: “Con la riqueza de tu bondad cubre (cooperi) y reviste la pobreza e indigencia de mi vida que ha perdido su dignidad originaria (degeneris)” (cf. Gertrude di Helfta, Esercizi spirituali, 67-68).

[15] Cf. Exercitia VII,238-240.