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LOS APOTEGMAS DE LAS MADRES Y LOS PADRES DEL DESIERTO

Letra Pi

 

ABBA PASTOR (continuación)

35. Abba Pastor dijo: “Estas tres virtudes: la vigilancia, el conocimiento de sí mismo y el discernimiento, son las guías del alma”.

36. Dijo también: “Los instrumentos del alma son: postrarse en presencia de Dios, no medirse a sí mismo y abandonar la voluntad propia”.

37. Dijo también: “La victoria sobre toda dificultad que te sobreviniere es guardar silencio”.

38. Dijo también: “Todo descanso corporal es una abominación para el Señor”.

39. Dijo también: “La compunción tiene dos lados: trabaja y protege (Gn 2,15)”.

40. Dijo también: “Si te viniere un pensamiento acerca de las cosas que son necesarias al cuerpo, ponlo en orden por primera vez; si viene nuevamente, ponlo en orden por segunda vez; pero si viene por tercera vez, ya no le prestes atención porque ello es inútil”.

41. Dijo también: «Un hermano interrogó a abba Alonios diciendo: “¿Qué significa llegar a ser como la nada?”. El anciano le respondió: “Es permanecer debajo de los seres irracionales y saber que están libres de condena”».

42. Dijo también: «Si el hombre recordara aquella sentencia que dice: “Por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado” (Mt 12,37), optaría más bien por callar».

43. Dijo también: “La distracción es el principio de los males”.

44. Dijo también que abba Isidoro, presbítero de Escete, habló cierta vez al pueblo diciendo: “Hermanos, ¿acaso no hemos venido a este lugar para trabajar? Pero ahora ya no hay trabajo, así que, preparada mi melota, me marcho adonde haya trabajo, y allí encontraré reposo”.

45. Un hermano le dijo a abba Pastor: “Si veo alguna cosa, ¿quieres que te lo diga?”. El anciano le respondió: «Está escrito: “Aquel que responde antes de escuchar, acarrea necedad y deshonra sobre sí (Pr 18,13)”. Si has sido interrogado, habla; pero si no, guarda silencio».

46. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “¿Puede el hombre confiar en una sola acción?”. El anciano le respondió: «Abba Juan Colobos dijo: “Por mi parte, desearía tener un poco de todas las virtudes”»[1].

47. El anciano dijo también: «Un hermano preguntó a abba Pambo: “¿Es bueno alabar al prójimo?”. El anciano le respondió: “Mejor es callar”».

48. Abba Pastor dijo también: “Si un hombre hiciera un cielo nuevo y una tierra nueva (Is 66,22), no por eso estaría libre de cuidado”.

49. Dijo también: “El hombre necesita de la humildad y del temor de Dios como del aliento que sale de sus narices”.

50. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “¿Qué haré?”. El anciano le dijo: “Cuando Abrahán entró en la tierra prometida compró un sepulcro para él, y por la tumba recibió en herencia la tierra” (cf. Gn 23,1-20). El hermano le dijo: “¿Qué es la tumba?”. El anciano le dijo: “El lugar del llanto y de la compunción”.

51. Un hermano le dijo a abba Pastor: “Si doy a mi hermano un poco de pan o de cualquier otra cosa, los demonios lo ensucian como si lo hiciera para agradar a los hombres”. El anciano le dijo: “Aunque se haga para agradar a los hombres, demos igualmente lo necesario al hermano”. Y le refirió la siguiente parábola: “Dos agricultores vivían en la misma ciudad, uno de ellos sembraba y recogía pocos y malos frutos. El otro, que no se tomaba el trabajo de sembrar, no recogía nada. Si llegara un hambre, ¿cuál de los dos hallaría de qué vivir?”. El hermano respondió: “El que recogía pocos y malos frutos”. El anciano le dijo: “Obremos también nosotros así: sembremos un poco, aunque sea malo, para no morir de hambre”.

52. Dijo también abba Pastor que abba Amonas había dicho: “Un hombre puede pasar todo el tiempo de su vida llevando el hacha, y no encontrar el modo de voltear el árbol. En cambio, un talador experimentado derriba el árbol con pocos golpes”. Él decía que el hacha era la discreción.

53. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “¿Cómo debe conducirse el hombre?”. El anciano le dijo: “Fijémonos en Daniel, contra quien no pudieron hallar acusación alguna, a no ser el culto sagrado al Señor su Dios (cf. Dn 6,5-6)”.

54. Abba Pastor dijo: «La voluntad del hombre es un muro de bronce (Jr 1,18) entre él y Dios, una piedra interpuesta. Por eso, el abandonarla, el hombre se dice para sí: “En mi Dios atravieso el muro (Sal 17[18],30)”. Si la justicia concuerda con la voluntad, el hombre se esfuerza».

55. Dijo también: «Estando los ancianos sentados cierta vez para comer, abba Alonios se levantó para servir, y ellos, al verlo, lo alabaron. Pero él no respondió absolutamente nada. Entonces alguien le dijo en privado: “¿Por qué no respondiste a los ancianos que te alabaron?”. Abba Alonios le dijo: “Si les hubiera respondido, estaría aceptando sus alabanzas”».

56. Dijo también: “Los hombres hablan a la perfección, pero son muy poco consecuentes al obrar”.

57. Abba Pastor dijo: “Así como el humo expulsa a las abejas y quita la dulzura de sus trabajos, del mismo modo el descanso corporal arroja del alma el temor de Dios y diluye todas sus prácticas"[2].

58. Un hermano fue a ver a abba Pastor en la segunda semana de Cuaresma y le expuso sus pensamientos. Cuando hubo encontrado la paz, le dijo: “Hoy estuve a punto de no venir”. El anciano le preguntó: “¿Por qué?”. Le respondió el hermano: «Me dije: “Quizá no me abra a causa de la Cuaresma”». Abba Pastor le dijo: “Nosotros no hemos aprendido a cerrar la puerta de madera, sino la puerta de la lengua”.

59. Abba Pastor dijo también: “Conviene huir de las cosas carnales. Puesto que cuando el hombre se encuentra junto al combate carnal, se asemeja a un hombre que permanece inmóvil cerca de un lago profundo y a quien el enemigo lo precipita con facilidad hacia abajo, a la hora que juzgare conveniente. Pero si se encuentra lejos de las cosas carnales, se asemeja al varón que permanece lejos del lago, de modo que si lo tomara el enemigo para arrojarlo hacia abajo, Dios le envía su auxilio en el mismo instante en que es tomado y violentado”.

60. Dijo también: «La pobreza, la aflicción, la austeridad, y el ayuno son los instrumentos de la vida solitaria. Porque está escrito: “Si estos tres hombres, Noé, Job y Daniel, estuvieran juntos, vivo yo, dice el Señor (Ez 14,14)”. En efecto, Noé es figura de la pobreza, Job del sufrimiento y Daniel de la discreción. Si estas tres prácticas estuvieran en el hombre, el Señor habitará en él».

61. Abba José decía: “Estando sentados con abba Pastor, llamó éste a Agatón con el nombre de abba. Nosotros le dijimos: ¿Por qué lo llamas abba, siendo todavía tan joven? Abba Pastor respondió: Porque su boca lo hizo digno de ser llamado abba”.

62. Un hermano acudió cierta vez adonde estaba abba Pastor y le dijo: «¿Qué haré, abba, pues me oprime la fornicación, y he ido a ver a abba Ibistión, que me dijo: “No le permitas permanecer en ti?”. Abba Pastor le dijo: “Abba Ibistión tiene sus obras con los ángeles en el cielo y no sabe que tú y yo permanecemos aún en la fornicación. Si el monje contiene el vientre y la lengua, no muere”».

63. Dijo abba Pastor: “Enseña a tu boca a hablar las cosas que hay en tu corazón”.

64. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “Si veo que mi hermano comete una falta, ¿hago bien en ocultarla?”. El anciano le dijo: “En el mismo momento que ocultamos la falta de nuestro hermano, Dios oculta la nuestra; y en el momento que la manifestamos, Dios hace manifiesta la nuestra”.

65. Abba Pastor dijo también que alguien interrogó una vez a abba Paesio diciendo: “¿Qué haré de mi alma, porque está dormida y no teme a Dios?”. Le respondió: “Ve, únete con un hombre que tema a Dios y permanece junto a él, y te enseñará a temer a Dios”.

66. Dijo también: “Si el monje vence en dos cosas podrá librarse del mundo”. Le preguntó el hermano: “¿Cuáles son?”. Él le dijo: “El deseo carnal y la vanagloria”.

67. Abraham, el discípulo de abba Agatón, interrogó a Abba Pastor diciendo: “¿Por qué me combaten los demonios?”. Le dijo abba Pastor: “¿Te combaten los demonios? No combaten contra nosotros mientras hacemos nuestra propia voluntad. Nuestras voluntades propias son las que se convierten en demonios, y son ellas quienes nos afligen para que las cumplamos. Pero si quieres ver contra quienes luchan los demonios, es contra Moisés y los que son como él”.

68. Abba Pastor dijo: “Dios ha dado esta forma de vida a Israel: abstenerse de todas aquellas cosas que son contra la naturaleza, es decir, de la ira, la cólera, la envidia, el odio y la murmuración contra el hermano; y de las restantes cosas de la antigua ley"[3].

69. Un hermano suplicó a abba Pastor diciendo: “Dime una palabra”. El anciano le dijo: “Los ancianos pusieron la compunción como principio de toda acción”. El hermano le dijo: “Dime otra palabra”. El anciano le respondió: «Trabaja cuanto puedas con tus manos, para hacer misericordia con ello, porque está escrito: “La limosna y la fe purifican los pecados (Pr 15,27 LXX)”». El hermano le preguntó: “¿Qué es la fe?”. El anciano respondió: “Vivir en la humildad y hacer misericordia”.

 70. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “Si veo a un hermano de quien he oído decir que pecó, no quiero introducirlo en mi celda, pero si veo a uno que es bueno, me alegro con su presencia”. El anciano le dijo: «Si haces un pequeño bien al hermano justo, haz con el otro el doble, porque está enfermo. En efecto, había en un cenobio un anacoreta llamado Timoteo; el higúmeno supo que un hermano estaba tentado y preguntó a Timoteo sobre ello. Este le aconsejó echar fuera al hermano. Así, pues, cuando aquél fue expulsado, la tentación del hermano cayó sobre Timoteo, hasta el punto de pecar. Entonces, Timoteo lloró en presencia de Dios diciendo: “He pecado, perdóname”. Y vino una voz que le dijo: “Timoteo, no pienses que te ha venido esto por otra razón que la de haber despreciado a tu hermano en el tiempo de la tentación”».

71. Abba Pastor dijo: «Esta es la razón por la que yacemos en semejantes tentaciones: que no guardamos nuestro nombre y nuestra condición. Como dice la Escritura: “¿No vemos acaso que el Señor le dio el descanso a la mujer cananea que admitió su nombre?” (cf. Mt 15,27). Y también, porque Abigail dijo a David: “El pecado está en mí” (1 S 25,24), la escuchó y la amó. Abigail es figura del alma, David de la divinidad. Si el alma se acusa en presencia del Señor, Él la ama».

72. Abba Pastor iba cierta vez con Abba Anub hacia la región de Diolcos. Al llegar cerca de los sepulcros vieron una mujer muy afligida y que lloraba amargamente, y se detuvieron para contemplarla. Avanzaron un poco más y se encontraron con alguien a quien abba Pastor interrogó diciendo: “¿Qué le sucede a esta mujer que llora amargamente?”. Le contestó: “Han muerto su marido, su hijo y su hermano”. Entonces abba Pastor le dijo a abba Anub: “Te aseguro que si el hombre no mata todas las voluntades de la carne (cf. Col 3,5; Ef 2,3) y no posee una compunción como esta, no puede llegar a ser monje. Pues toda la vida y toda el alma de esta mujer están puestas en la compunción”.

73. Dijo abba Pastor: “No te midas a ti mismo, sino únete al que se conduce rectamente”

74. Dijo también: «Cuando un hermano iba a ver a abba Juan Colobos, él le ofrecía la caridad de la que habla el Apóstol: “La caridad es paciente, es benévola (1 Co 13,4)”».

75. También dijo de abba Pambo, que abba Antonio había dicho de él: “Por el temor de Dios hizo que habitase en él el Espíritu de Dios” (cf. 1 Co 3,16).

 


[1] Cf. Juan Colobos 34.

[2] Otra variante: “todas sus buenas prácticas”.

[3] Lit.: de la antigüedad.