Inicio » Content » TEXTOS PARA LA VIDA MONÁSTICA CRISTIANA (106)

LOS APOTEGMAS DE LAS MADRES Y LOS PADRES DEL DESIERTO

Letra Pi

ABBA PASTOR (continuación)

131. Algunos de los Padres interrogaron a abba Pastor diciendo: “¿Cómo puede abba Nesteros soportar tanto a su discípulo?”. Abba Pastor les dijo: “En su lugar, yo hubiera puesto también una almohada debajo de su cabeza”. Abba Anub le dijo: “¿Y qué le dirías a Dios?”. Abba Pastor le respondió: «Le diría así: “Tú dices: ‘Quita la viga de tu ojo, y entonces verás de quitar la paja del ojo de tu hermano’ (Mt 7,5)”».

132. Dijo abba Pastor: “El hambre y el sueño no nos dejan ver estas cosas simples”.

133. Dijo también: “Muchos llegaron a ser poderosos, pero muy pocos fueron eminentes”.

134. Dijo también, gimiendo: “Todas las virtudes, salvo una, vinieron a esta casa, y el hombre sin ella se sostiene con esfuerzo”. Le preguntaron cuál era, y él respondió: “Que el hombre se reproche a sí mismo”.

135. Abba Pastor decía con frecuencia: “No tenemos necesidad de otra cosa, fuera de una inteligencia vigilante”.

136. Uno de los padres interrogó a abba Pastor diciendo: «¿Quién es el que dice: “Tengo parte con todos los que te temen? (Sal 118[119],63)”». El anciano respondió: “Es el Espíritu Santo el que lo dice”.

137. Abba Pastor dijo que un hermano interrogó a abba Simón, diciendo: “Si al salir de mi celda encuentro a mi hermano distraído, me distraigo con él; y si lo encuentro riendo, me río con él. Por eso cuando vuelvo a mi celda, ya no puedo tener descanso”. El anciano le dijo: “¿Pretendes tú al volver a tu celda encontrarte como estabas al salir de ella, si cuando encuentres a los que ríen, ríes con ellos, y cuando encuentras a los que hablan, hablas con ellos?”. El hermano le dijo: “¿Entonces qué?”. El anciano le dijo: “Guarda la vigilancia en el interior y guarda la vigilancia en el exterior”.

138. Abba Daniel decía: «Vinimos un día adonde estaba abba Pastor y comimos juntos. Después de haber comido nos dijo: “Vayan, hermanos, descansen un poco”. Los hermanos se retiraron a descansar. Pero yo me quedé para hablar con él a solas. Me levanté y fui a su celda. Al verme ir hacia él, hizo como si durmiera. Esa era siempre la actividad del anciano, hacer todas las cosas en secreto».

139. Abba Pastor dijo: “Si tienes visiones y oyes rumores, no se los cuentes a tu prójimo, pues ello es un artificio de guerra”.

140. También dijo: “La primera vez, huye; la segunda, huye, y la tercera vez, conviértete en espada”.

141. Abba Pastor dijo a abba Isaac: “Alivia una parte de tu justicia y tendrás descanso en tus cortos días”.

142. Un hermano vino una vez a abba Pastor y, mientras estaba sentado con otros, alabó a un hermano que aborrecía el mal. Abba Pastor le dijo al que había hablado: “¿Qué es aborrecer el mal?”. El hermano se sorprendió y no supo responder. Levantándose, hizo la metanía ante el anciano diciendo: “Dime tú, ¿qué es aborrecer el mal?”. El anciano le dijo “Aborrecer el mal es esto: odiar uno mismo sus pecados y justificar a su prójimo”.

143. Un hermano fue a ver a abba Pastor y le dijo: “¿Qué haré?”. El anciano le dijo: “Ve, vive con el que diga: ¿Qué es lo que quiero?, y hallarás descanso”.

144. Abba José refirió que abba Isaac dijo: «Estaba sentado cierta vez con abba Pastor y lo vi transportado en éxtasis. Vuelto ya, como tenía con él una gran confianza, me postré haciendo la metanía, y le dije: “Dime, ¿dónde estabas?”. Coaccionado, me respondió: “Mi mente estaba allí donde estaba María, la Madre de Dios, que lloraba junto a la cruz del Salvador (Jn 19,25). Yo quisiera llorar así por siempre”».

145. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “¿Qué haré con el peso que me oprime?”. El anciano le dijo: “Los barcos pequeños y grandes tienen cables como cinturones para que, si el viento no les es favorable, los aten a los pechos de los marineros para guiar con lentitud la nave, hasta que Dios envíe el viento. Pero si notan que está cayendo la oscuridad, entonces echan las anclas para que la nave no vaya a la deriva”.

146. Un hermano interrogó a abba Pastor acerca de las afrentas de los pensamientos. El anciano le dijo: “Esto se asemeja al hombre que tiene fuego a su izquierda y una taza de agua a su derecha. Si el fuego crece, toma agua de la taza y lo extingue. El fuego es la semilla del enemigo, y el agua significa postrarse en la presencia de Dios”.

147. Un hermano interrogó a abba Pastor diciéndole: “¿Qué es mejor, hablar o callar?”. El anciano le dijo: “El que habla a causa de Dios, obra bien; y el que calla a causa de Dios, también”.

148. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “¿Cómo puede el hombre evitar hablar mal del prójimo?”. El anciano le dijo: “Nosotros y nuestros hermanos somos como dos imágenes; cuando un hombre se observa y se vitupera a sí mismo, halla a su hermano honorable ante sus ojos; mas cuando aparece bueno ante sí, encuentra al hermano malo en su presencia”.

149. Un hermano interrogó a abba Pastor acerca de la acedia. El anciano le dijo: “La acedia se encuentra al principio de todas las cosas, y no hay pasión peor que ella; pero si el hombre la conoce por lo que ella es, encuentra el reposo”.

150. Abba Pastor dijo: “Nosotros vemos tres actividades corporales en abba Pambo: la carencia de alimento hasta el atardecer, cada día; el silencio y mucho trabajo manual”.

151. Dijo también que abba Teonas decía: “Aunque uno adquiera la virtud, Dios no le concede la gracia para él solo. Él sabía que no era fiel en su propio trabajo, pero que si iba hacia su compañero, Dios estaría con él”.

152. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “Quiero ingresar en el cenobio y vivir en él”, El anciano le dijo: “Si quieres ingresar en el cenobio, pero no dejas de hablar y de preocuparte por las cosas, no podrás hacer el trabajo del monasterio; porque no tendrás poder ni siquiera sobre una vasija”.

153. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “¿Qué haré?”. Él le dijo: «Está escrito: “Proclamaré mi iniquidad y me afligiré por mi pecado” (Sal 37[38],19)».

154. Abba Pastor dijo: “Al hombre no le conviene nunca hablar de la fornicación y de la maledicencia, ni concebir estos pensamientos en el corazón; pues no le aprovecha para nada el querer discernirlos en su corazón. Pero si se aíra contra ellos, tendrá descanso”.

155. Los hermanos de abba Pastor le decían: “Vayámonos de este lugar, puesto que los monasterios que hay aquí nos perturban y perdemos nuestras almas, y los niños que lloran no nos dejan vivir en la paz”. Abba Pastor les dijo: “A causa de las voces de los ángeles quieren apartarse de aquí”.

156. Abba Bitimio interrogó a abba Pastor diciendo: “Si alguien está resentido conmigo y al pedirle perdón no logro persuadirle ¿qué haré?”. El anciano le dijo: “Lleva contigo dos hermanos y pídele perdón. Si no se persuadiere, toma otros cinco. Pero si aún no se persuade, toma contigo al presbítero. Y si aún entonces no se convence, ora a Dios con serenidad, para que Él mismo lo satisfaga y no te preocupes más”.

157. Abba Pastor dijo: “Enseñar al prójimo es lo mismo que reprenderlo”.

158. Dijo también: “No harás tu voluntad; pero es necesario que te humilles ante tu hermano”.

159. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “Encontré un lugar donde el reposo no es turbado por los hermanos. ¿Quieres que viva allí?”. El anciano le dijo: “Permanece allí donde no molestes a tu hermano”.

160. Abba Pastor dijo: “Estas tres cosas son útiles: temer al Señor, orar y hacer el bien al prójimo”.

161. Un hermano dijo a abba Pastor: “A mi cuerpo le están faltando las fuerzas y mis pasiones no se debilitan”. Le dijo el anciano: “Las pasiones son como espinas de un arbusto (lit.: zumaque)”.

162. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “¿Qué haré?”. El anciano le dijo: “¿De qué tendremos que preocuparnos cuando Dios nos visite?”. El hermano respondió: “De nuestros pecados”. El anciano le dijo: “Entremos a nuestra celda y sentados hagamos memoria de nuestros pecados, y el Señor vendrá en nuestra ayuda en todas las cosas”.

163. Un hermano que iba al mercado le preguntó a abba Pastor: “¿Qué quieres que haga?”. El anciano le dijo: “Hazte amigo del que te hiciere violencia, y vende tus cosas en paz”.

164. Abba Pastor dijo: “Enseña a tu boca a hablar las cosas que encierra tu corazón”.

165. Interrogaron a abba Pastor sobre la impureza, y él respondió: “Si somos activos y velamos con solicitud, no hallaremos impureza en nosotros”.

166. Abba Pastor dijo: “Desde la tercera generación de Escete y a partir de abba Moisés, los hermanos no han hecho progresos”.

167. Dijo también: “Si un hombre guarda su orden, no será turbado”.

168. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “¿De qué modo me conviene permanecer en la celda?”. Le dijo: “Aparentemente, permanecer en la celda consiste en el trabajo manual, comer una sola vez al día, el silencio y la meditación; mas progresar realmente en la celda es experimentar el desprecio de sí en cualquier lugar que vayas, no descuidar las horas de la synaxis y de la oración secreta. Y si llegas a tener un espacio de tiempo libre de trabajo manual, ve a la synaxis y celébrala serenamente. Pero la perfección de todas estas cosas, es tener buenas compañías y abstenerse de las malas”.

169. Un hermano interrogó a abba Pastor: “Si un hermano tiene un poco de dinero que me pertenece ¿quieres que se lo pida?”. El anciano le dijo: “Pídeselo una vez”. El hermano le dijo: “¿Y luego qué haré? porque no puedo controlar mi pensamiento”. El anciano le dijo: “Deja tu pensamiento en paz y no perturbes a tu hermano”.

170. Sucedió cierta vez que algunos de los Padres entre los que se hallaba abba Pastor, fueron a la casa de un hombre piadoso. Durante la comida se sirvió carne y todos comieron, excepto abba Pastor. Los ancianos, que conocían su discreción, se admiraron de que él no comiera. Cuando se levantaron le dijeron: “Tú eres Pastor ¿y has obrado de ese modo?”. El anciano les respondió: «Perdónenme, Padres; ustedes comieron y nadie se escandalizó; pero si yo hubiera comido, como son muchos los hermanos que vienen a mí, se hubieran sentido heridos, y habrían dicho: “Pastor come carne ¿y nosotros no comemos?”». Y ellos admiraron su discreción.

171. Abba Pastor dijo: “Yo digo: Seré arrojado en el lugar adonde ha sido lanzado Satanás”.

172. El mismo dijo a abba Anub: “Aparta tus ojos para que no vean la vanidad (Sal 118[119],37). Porque la libertad hace perecer a las almas”.

173. Cierta vez, en presencia de abba Pastor, Paesio se peleó con su hermano, hasta el punto que la sangre corría de sus cabezas. El anciano no les dijo absolutamente nada. Cuando abba Anub entró y los vio así, le dijo a abba Pastor: “¿Por qué permites que los hermanos se peleen y no les dices nada?”. Abba Pastor le dijo: “Son hermanos y harán nuevamente las paces”. Abba Anub le dijo: “¿Qué es lo que quieres decir?, los ves obrar de ese modo y dices: Harán nuevamente las paces”. Abba Pastor le dijo: “Tú piensa en tu corazón que yo no estoy aquí”.

174. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “Unos hermanos viven conmigo, ¿deseas que los presida?”. El anciano le dijo: “No. Trabaja tú en primer lugar, y si ellos desean vivir así, lo verán por sí mismos”. El hermano le dijo: “Pero si ellos mismos quieren que los presida”. El anciano le dijo: “No; sé para ellos un modelo, no un legislador”.