Inicio » Content » TEXTOS PARA LA VIDA MONÁSTICA CRISTIANA (57)

3. Reglas monásticas latinas anteriores a la Regla de san Benito

IX. La Regla del Maestro (continuación)

Capítulo 50: Pregunta de los discípulos: Sobre las obras activas del monasterio, (según) un horario que varía en los diversos tiempos[1]. El Señor responde por el maestro:

1Una vez terminados los oficios durante el día, no queremos que esos mismos intervalos en los que cesa la salmodia de las horas transcurran en la ociosidad, 2en el temor[2] que la ociosidad de un momento no engendre un pérdida de siglos, porque el hombre ocioso realiza obra de muerte y siempre está (ardiendo) en deseos (Pr 13,4 LXX; 2 Co 7,10). 3Pero cuando un hermano hace algún trabajo, cuando fija los ojos en el trabajo, ocupa su espíritu sobre lo que hace, 4y no le queda tiempo para pensar en otras cosas y sumergirse en las olas de los deseos, 5porque el estupor del pensamiento no se seca con (las distracciones provenientes) de los ojos, cuando las manos con el espíritu se hallan ocupados realizando alguna cosa, 6además el apóstol dice: “Cuando estuvimos entre ustedes, les ordenamos esto: aquél que no quiera trabajar, que no coma” (2 Ts 7,10). 7Por tanto, también después de la obra de Dios, debe haber obras corporales, esto es, manuales, para que haya qué dar al indigente, y así (las obras) de beneficencia se añadan a las buenas acciones[3].

8Es necesario, por tanto, que en los espacios entre las distintas horas, se realicen los diversos ejercicios activos; 9esto es, en tiempo de invierno, desde el equinoccio invernal, que es el 24 de septiembre, hasta Pascua, puesto que hace frío y los hermanos no pueden trabajar por la mañana, 10desde prima hasta tercia, se separarán las distintas decanías unas de otras por lugares diversos, para evitar así que toda la comunidad se congregue, y se molesten mutuamente por (el sonido) de las voces, es decir, vacarán en la lectura; 11por cada local, lea uno de los diez y el resto de su grupo escuchará. 12En esas tres horas los niños en su decanía, aprenderán[4] a leer en sus tablillas bajo (la dirección) de un letrado. 13Pero a los analfabetos mayores, hasta los cincuenta años, les exhortamos a que aprendan las letras. 14Igualmente, por tanto, en estas horas les amonestamos a que aprendan los salmos, aquellos que no los saben, en cada decanía, según las directrices de sus prepósitos. 15Por tanto, en estas tres horas se leerán y se escucharán mutuamente, y se enseñará[5], por turnos, las letras y los salmos a los que los ignoran. 16Cuando, por tanto, se hayan terminado esas tres horas en esta obra espiritual, guardados las tablillas y los códices, se levantarán a tercia para las alabanzas divinas, 17dando gracias al Señor en el oratorio, porque merecieron pasar tres horas del día sin pecado, ocupados en trabajos espirituales.

18Inmediatamente de salir de tercia, todos los prepósitos estarán atentos al abad[6], preguntándole qué trabajo ordena para sus decanías. 19Y cuando hubiese asignado a cada decena un trabajo manual diferente, obedeciendo y guiados por sus prepósitos, ejecutarán el trabajo manual ordenado, siempre en silencio, 20de tal manera que antes que empiecen a trabajar recen, y después que lo hubiesen terminado, vuelvan a rezar. 21Trabajen siempre con sus prepósitos presentes. 22Y cuando hayan acabado, con gravedad estas tres horas de trabajo manual en silencio, se apresurarán a las alabanzas divinas de sexta, 23dando gracias al Señor en el oratorio por haber merecido de nuevo haber pasado otras tres horas del día sin pecado, ocupados en un trabajo manual silencioso[7].

24Por tanto, si decimos que los hermanos deben observar siempre el silencio, es para que, al guardar a toda hora la boca de la palabra, no se cometan pecados con la lengua. 25Ahora bien, la taciturnidad que los hermanos deben observar al trabajar (es) ésta: de las charlas desordenadas, de cosas seculares, de las palabras ociosas que están fuera de lugar (Mt 12,36; Ef 5,4). 26Porque para recitar salmos o repetir las escrituras, o hablar algo de Dios, (aunque) sólo en ausencia del abad, pero humildemente y en voz baja, los hermanos tendrán permiso en cualquier momento.

27En seguida que salgan de sexta, volverán a sus lugares y acabarán sus trabajos. 28Y siempre que en cualquier trabajo hubiera un número elevado de hermanos trabajando, en todo tiempo, en las dos estaciones (del año), se debe procurar a los que trabajan un letrado[8] que cotidianamente les leerá una lectura de un códice cualquiera. 29Pero si ordenamos que cada día se lea a los que trabajan, es para que callando las cosas malas, escuchemos y digamos cosas buenas (y) así nunca pequemos. 30Y por otra parte, lea aquel hermano que el abad sepa que no puede trabajar por alguna imposibilidad irremediable. 31Si este grupo más numeroso de hermanos, al que se le lee, estuviere cerca del monasterio, los hermanos que trabajan dentro del monasterio en un oficio tal que les permitiese llevar su trabajo cerca de los que leen, inmediatamente se les unirán, 32y escuchen con sus oídos, mientras trabajan con las manos. 33Pero si el taller del trabajo estuviere en un lugar fijo o el trabajo fuera tal que no pudiesen los hermanos ir junto a los que leen, otro día se les leerá también a ellos. 34Por tanto, cuando hayan pasado también estas tres horas en el trabajo manual, irán con presteza[9] a las alabanzas divinas de nona, 35dando gracias al Señor en el oratorio por haber merecido nuevamente pasar otras tres horas del día sin pecado.

36Después de nona, en el espacio que quede hasta el lucernario, cada uno hará el trabajo que se le presente, según lo ordene el abad y bajo el control de sus prepósitos. 37Los prepósitos en todo momento vigilarán a los hermanos, para que el hermano no esté en absoluto ocioso. 38En efecto, cuando está ocupado en hacer algo, no tiene tiempo libre para pensar en otra cosa, sino a lo que tiene entre manos y que absorbe (su) atención.

39Pero en tiempo de verano, esto es, desde Pascua hasta el equinoccio de invierno, que es el 24 de septiembre, puesto que refresca más por la mañana, 40trabajarán principalmente desde prima hasta tercia, para estar exentos[10] del sueño reciente, suave y pesado, de las noches breves.

41Después de haber dicho tercia, trabajarán hasta sexta, 42pero siempre en silencio de las cosas seculares, u ociosas o jocosas, que no contribuyen a la edificación[11]. 43Pero la repetición y recitación[12] de los salmos, las preguntas sobre los preceptos divinos, el decir alguna palabra edificante sobre Dios, damos permiso a los discípulos en cualquier momento, mas sólo en ausencia del abad. 44En su presencia se mostrará trabajador, humilde, silencioso y reverente. 45Si en ausencia del abad, por el contrario, les permitimos que hablen de cosas buenas y santas, (es) para que nunca se les olvide custodiar su boca para el servicio de Dios, 46y que sus palabras se han de ocupar más fácilmente de lo bueno que de lo malo.

47Por otra parte, cualquier trabajo que comenzasen, ya en el campo, ya en cualquier otro arte, cuando lo inician, comenzarán precediéndolo con una oración, y lo acabarán siempre igualmente con una oración. 48Si, por tanto, han de comenzar después de haber orado, (es) para que pidan a Dios les ayude con su piadoso auxilio y les defienda en todo momento con su protección, 49en esas horas en que trabajan, para que no se les infiltre algún pecado, con el que puedan desagradar al Señor. 50Y es por esta razón por la que han de volver a orar cuando hayan acabado el trabajo, dando gracias a Dios porque fueron ayudados por el auxilio de Dios. 51Por tanto, luego de haber trabajado estas tres horas, correrán a las alabanzas divinas de tercia, 52dando gracias a Dios en el oratorio por haber merecido pasar (esas tres horas) sin ofensa de pecado, ocupados en el trabajo de las manos.

53En seguida que hayan salido de tercia, cada uno vuelva a su trabajo manual, 54y cuando hayan trabajado también las horas siguientes, se dirigirán con presteza a las alabanzas divinas de sexta, 55dando gracias en el oratorio al Señor porque merecieron pasar otras tres horas del día sin pecado ocupados en el trabajo manual.

56Inmediatamente después de decir sexta, tanto después de la comida como en tiempo de ayuno, todos hagan un rato[13] la siesta, en sus camas, 57para así pasar durmiendo las horas del mediodía y del calor abrasador, 58y así los cuerpos fatigados de los hermanos, esto es por el ayuno y el trabajo, así como por la brevedad de las noches de este tiempo, serán compensados con la ayuda del sueño del mediodía; 59y el hermano ya estará preparado para levantarse de noche, porque en verano empezó a dormir de día. 60Por tanto, cuando después de sexta estén acostados en sus lechos, todos los hermanos después de un breve descanso, serán despertados por sus prepósitos y éstos a su vez, por el “gallo vigilante”[14] de la semana, 61y en el espacio de tiempo que queda hasta nona, vuelvan a sus labores y a su trabajo absteniéndose de palabras vanas.

62Y en toda esa misma estación de verano, ya se coma a la hora de sexta ya a la de nona, el tiempo que quede después de nona hasta el comienzo anticipado del lucernario, 63las distintas decanías, ordenadas entonces por sus prepósitos (y) separadas unas de las otras en cuanto al local, 64unas leerán, otras a escucharán, otras aprenderán y enseñarán a leer, otras a repetir los salmos que se les hubieren señalado[15]. 65Cuando ya los tengan preparados y los hayan aprendido perfectamente de memoria, llevados por sus prepósitos al abad, le recitarán de memoria el salmo, el cántico o una lectura cualquiera. 66Y cuando lo haya recitado enteramente, en seguida pedirá que se ore por él. 67Y una vez que los asistentes hayan orado por él, el abad concluirá y el que recitó le besará las rodillas. 68En seguida ya sea por él mismo[16], ya sea por los prepósitos, se le ordenará que inscriba un nuevo (un salmo), 69y después que haya inscrito lo que sea, antes aprenderlo[17], nuevamente pedirá a los circunstantes que recen por él, y así comenzarán a aprenderlo.

70En todo tiempo, pero principalmente en verano, el lucernario empezará más temprano, mientras el sol (está) todavía en el horizonte, como dice el profeta: “Hasta el ocaso” (Sal 112 [113],3); pero no dice: “Después del ocaso”. 71Por tanto, si dijimos de comenzar con antelación, sobre todo en verano, el lucernario, (es) por a causa de las noches breves de esta estación.

72Al trabajo manual de la tierra o a encargos[18] de viajes se destinará aquellos hermanos que no sepan ningún oficio o que no quieren o no pueden aprenderlo. 73Pero a los artesanos se les asignará cada día (la tarea) y se verificará el rendimiento de su oficio[19], se sentarán cotidianamente para (sus) oficios. 74No obstante, cuando sobrevenga alguna necesidad de trabajo en el campo o de viajes, entonces por los intereses del monasterio, entonces dejando sus oficios, se ocuparán en ayudar a los hermanos o en las necesidades de los viajes.

75A los hermanos delicados y a los enfermos, se les impondrá un trabajo de tal índole que les estimule[20] para el servicio de Dios, (pero) que no les mate. 76Pero a los obstinados y a los hermanos simples que no quieren o no pueden aprender las letras, se les impondrán[21] trabajos pesados, 77mas con temperamento de justicia, que no se oprima continuamente sólo a ellos con (esos) trabajos. 78A los niños, a los ancianos ya decrépitos y a los enfermos, se les ha de imponer (el trabajo) con un criterio análogo[22].

 


[1] El texto latino dice: “De actu operum cottidianorum per diversas horas diverso tempore”.

[2] Extimantes.

[3] Cf. Casiano, Instituciones 10,22.

[4] Meditentur.

[5] Ostendat.

[6] Oculos habeant ad abbatem.

[7] Tacito.

[8] Litterato.

[9] Lit.: correrán (currant).

[10] Carescant.

[11] ... Cum taciturnitate saecularium vel otiosarum rerum vel scurrilitatis, quae ad aedificationem non pertinent. Cf. Mt 12,36; Ef 5,4.

[12] Meditationem.

[13] Modice, lit.: moderadamente.

[14] Septimanae vigigallo; cf. RM 31,12.

[15] Superpositos: inscritos sobre tablitas.

[16] Es decir, el abad.

[17] Meditet. En el v. 66 se pasó del plural al singular, y en el v. 69 se retorna al plural.

[18] O: misiones (missiones).

[19] Artifices vero, deputato ad diem et experimentato artis suae penso.

[20] Nutriantur (sean alimentados).

[21] Intricentur.

[22] Aequali iudicio.