Inicio » Content » TEXTOS PARA LA VIDA MONÁSTICA CRISTIANA (64)

3. Reglas monásticas latinas anteriores a la Regla de san Benito

IX. La Regla del Maestro (continuación)

Capítulo 60: Pregunta de los discípulos: Sobre la cantidad de provisiones que los hermanos recibirán para un viaje. El Señor responde por el maestro:

1El abad tendrá en cuenta la ración diaria que se debe dar a los hermanos, como así también la extensión del camino y el tiempo para realizar los encargos. 2Y al mismo tiempo (tendrá cuidado) de la cantidad de dinero del monasterio y de los víveres crudos que pueden llevarse; 3a las provisiones que han de ser suficientes para una ración normal, el abad añadirá un pequeño suplemento, según él quiera, en razón del esfuerzo del camino, y más aún, para que pueda ejercer su caridad con un compañero o socio de ruta que se le una. 4Esto lo añadirá a la ración de pan y de vino, así como de otros artículos y de dinero.

 

Capítulo 61: Pregunta de los discípulos: Cuando un hermano es enviado desde el monasterio y se lo espera en el mismo día, ¿debe comer afuera si alguien lo persuade, o (debe), hasta su regreso al oratorio, mantener el ayuno para consignarlo a la comunión ante el abad? El Señor responde por el maestro:

1Cuando un hermano salga del monasterio, preguntará al abad: 2“¿Qué ordenas, señor padre? 3Si aquél a quien he sido enviado o algún otro por caridad me pidiere que me quede a su mesa y me persuade con juramento a comer, 4¿qué debo hacer? ¿Tendré que romper el ayuno o no?”.

5El abad responderá de esta manera: “Si un hermano espiritual, por la alegría de tu llegada, te pide por caridad que comas con él, 6rehúsa su primera invitación si se trata de un miércoles, un viernes o un sábado; 7pero si la renueva[1], entonces acepta por caridad su segunda invitación. 8En los otros días, excepto esas tres ferias, acepta a la primera invitación espiritual y come”.

9“Pero si la petición para comer te la hiciere un seglar, no permitimos que quebrantes el ayuno, los miércoles, viernes y sábados. 10Niégate a cuantas peticiones te haga, a no ser que interponga juramento. 11Porque si te conjurara por un motivo divino o santo, entonces accede en (uno de) estos tres días, 12para demostrar que amas al Señor cuando consientes al ser conjurado por Él, y aceptas de buen grado la segunda petición de un hermano espiritual, accediendo legítimamente a la invitación de un seglar, aún no queriendo, que te conjura por el nombre divino. 13Si, por el contrario, en (uno de) esos tres días te insistieran para que quebrantes el ayuno sin conjurarte por el nombre divino, 14no permitimos a los hermanos que sienten a la mesa con los laicos[2], sino que el oratorio te espera a que regreses para comulgar.

15Si por otra parte, a causa de lo largo del camino, no pudiere el hermano llegar hasta por la tarde, entonces, como dijimos, si algún laico le invita sin conjurarlo, a quebrantar el ayuno en cualquiera de esos tres días, le prometerá comer, pero a (la hora de) nona.

16Si, por el contrario, un hermano fuese enviado a un seglar, que imita en todas sus acciones a un religioso, siendo sólo disímil en la tonsura, 17aceptará la invitación de éste, a la primera vez, como dijimos, por su cualidad de converso y por caridad, y comerá en (uno de) esos tres días.

18En los demás días, si el hermano que está de camino, debe demorarse todavía largo tiempo por sus tareas junto al que lo persuade a comer, al hermano se le permite comer, ya sea a sexta, a nona o a vísperas, 19no sobrepasando la medida normal de la santa observancia, al excederse en las horas prescritas para la comida.

20Pero si no hay ningún motivo de retraso y es necesario que el hermano regrese el mismo día, en cualquier momento en que fuesen invitados los hermanos prontos para partir, aceptarán en seguida; 21pudiera ocurrir que el hermano no llevase provisiones del monasterio, 22y que, sorprendido a gran distancia, a la hora acostumbrada para la comida, el hermano regresase lentamente a causa de la fatiga, encontrando la comida del monasterio ya terminada y la mesa levantada, sin que haya una comida preparada para los que regresan, y el que retorna se sienta doblemente defraudado. 23Y también lo mismo si el hermano que tiene prisa se deja invitar a comer fuera de la hora acostumbrada, (lo hará) para no contristar el ánimo del hospedero que le invita por caridad.

 

 


[1] Secundae vero iteratae.

[2] Communicare apud laicos.