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3. Reglas monásticas latinas anteriores a la Regla de san Benito

IX. La Regla del Maestro (continuación)

Capítulo 75: Sobre el descanso del domingo.

1Desde la hora nona del sábado, después de la comida, en verano ya no lean. 2En invierno, desde (la hora) nona del sábado, como se prescribió más arriba[1], no se trabajará. 3Pero también el día siguiente, domingo, cesarán todos los trabajos manuales, 4e igualmente la memorización cotidiana que se hace habitualmente durante tres horas por día, tanto en una como en otra estación, en invierno o en verano; 5pero, después de la Misa, cada uno podrá leer a su parecer conforme a su voluntad o su gusto, 6y tendrán completa licencia para volver a acostarse, 7para que se alegren de tener establecido el día domingo para descansar.

 

Capítulo 76: Pregunta de los discípulos: ¿Cómo se deben recibir en el monasterio las “eulogias” enviadas al monasterio por un sacerdote? El Señor responde por el maestro:

1Cuando las eulogias[2] de un sumo pontífice[3] o de sacerdotes de segundo rango lleguen al monasterio, 2en seguida el abad besará la eulogia enviada de regalo y se levantará con todos los que allí estén, orando (y) diciendo este versículo: “Recibimos, oh Dios, tus misericordias en medio de tu templo” (Sal 47 [48],10), con el Gloria; 4y, concluyendo, se sentará.

 

Capítulo 77: Sobre la bendición y la señal de la cruz de los sacerdotes.

1Por otra parte, cuando los sacerdotes sean retenidos para la refección en el monasterio, ellos mismos signarán todos los alimentos y las bebidas mezcladas, y la primera copa de vino puro (que se sirva) en su mesa, 2y darán la bendición en respuesta a quienes la pidan. 3Pero cuando esos mismos sacerdotes pidan la bendición para comer o para beber, no les está permitido a los inferiores responderles, 4porque (las personas) sagradas[4] no pueden recibir de quienes no son sagrados lo que dan.

5Si los clérigos asisten a la comida de los servidores de Dios, también les corresponde hacer la señal de la cruz[5]. 6Y también les corresponde[6] concluir después de la oración[7].

 

Capítulo 78: Ningún huésped[8], hermano[9] o laico, debe ser alimentado más de dos días sin trabajar[10].

1Cuando un hermano llega al monasterio como huésped, 2en honor del huésped y de la fatiga del camino, si quiere estar sin hacer nada[11], por dos días se sentará en comunidad en la mesa de los hermanos a la hora normal[12]. 3Pero el tercer día después de dicha prima, saliendo el abad del oratorio, los hebdomadarios y el celerario retendrán al huésped al huésped dentro del oratorio, 4y le dirán: “¿Quieres trabajar con los hermanos en todo lo que mande el abad, sea en el campo sea en el taller? 5Si no quieres, vete, porque la regla limita a dos días la hospitalidad de ustedes”. 6Si consiente en trabajar, inmediatamente se le asignará una tarea con los hermanos. 7Si no lo quisiere, que se vaya, 8y que se deshaga su cama al momento, 9hasta que llegue otro peregrino, para quien se lo hará de nuevo, o cuando tal vez arribe un espiritual.

10Por tanto, si no quiere trabajar, los hebdomadarios y el celerario le dirán que se vaya, 11no sea que los hermanos que trabajan para su monasterio lleguen[13] a odiar con razón[14] la hospitalidad (ofrecida) a parásitos y perezosos, 12y caigan[15] en murmuraciones y detracciones, comenzando a detestar tales peregrinos, 13quienes por la inercia de (su) miseria no se asientan en ninguna parte, (y) que visitando los monasterios, bajo pretexto de religión, devoran sin hacer nada los panes debidos a los que trabajan. 14Los que sin manifestarse ciudadanos de los monasterios (y) perseverando (en ellos), mendigando tampoco se confiesan abiertamente enfermos. 15Sino que, como lo dijimos más arriba, dar limosna a (esos) tales por más de dos días es hacerse daño, mientras que al hacerla a un pobre que mendiga por una manifiesta enfermedad, se gana una hermosa recompensa. 16Por tanto, si esos tales después de dos días no quieren trabajar, (es justo) que sepan 17por qué, al recibirlos y alimentarlos por dos días, (permaneciendo) ociosos por causa de la fatiga del largo viaje, se aplica el precepto apostólico que dice: “Practiquen generosamente la hospitalidad” (Rm 12,13); 18y que también obligándoles al trabajo manual con los hermanos, se (aplica) asimismo el precepto del mismo apóstol que dice: 19Porque ustedes saben cómo deben imitarnos, puesto que no estuvimos ociosos entre ustedes, 20ni (recibiéndolo) de alguien comimos gratis el pan de ustedes, sino que de noche y de día trabajamos con esfuerzo y fatiga a fin de no ser una carga para ninguno de ustedes. 21No como si no tuviéramos el poder, sino que queríamos darles un ejemplo para que nos imitarán. 22Por tanto, cuando estábamos entre ustedes, les dimos esta regla: si alguno no quiere trabajar, que no coma. 23Pero ahora oímos que algunos entre ustedes viven en la ociosidad, no haciendo nada, entrometiéndose en todo. 24A éstos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo a trabajar tranquilos y a comer el pan que ellos mismos se han ganado” (2 Ts 3,7-12)[16].

25Pero los huéspedes que son espirituales si no pueden, a causa de la fatiga agobiante del viaje, trabajar en el mismo día que llegan, 26al menos que al otro día se impongan a sí mismos (los trabajos) que ven que los hermanos hacen, 27para no ser juzgados por los que trabajan no sólo como ociosos, sino también como miserables.

 


[1] Cf. RM 50,36.

[2] Oblagiae: eulogias (objetos bendecidos).

[3] Es decir, un obispo.

[4] O: consagradas (sacrati).

[5] Et ipsi locus tradatur signandi.

[6] Lit.: se les dará (detur).

[7] Cf. Regla de los IV Padres 14.

[8] Advenientem.

[9] Es decir, un monje (cf. RM 87, título).

[10] Lit.: (estando) ocioso.

[11] Otiosus (ocioso).

[12] Hora sua.

[13] Lit.: sean conducidos (cogantur).

[14] Iuste.

[15] Conversi.

[16] Cf. Casiano, Instituciones 10,7-14.