3. Reglas monásticas latinas anteriores a la Regla de san Benito
IX. La Regla del Maestro (continuación)
Capítulo 93: Pregunta de los discípulos: Sobre la ordenación del nuevo abad elegido entre todos por el anterior[1]. El Señor responde por el Maestro:
1“Y puesto que, por el juicio de Dios y por mi testimonio, ha sido elegido pastor para ustedes, 2el Señor, al que siempre agradó con sus buenas acciones, lo ordena abad para ustedes; 3él recibe la grey del Señor, que deberá restituir en el juicio futuro. 4Miren, hermanos, que nadie reciba esta elección con mal ánimo, 5y desprecie a Cristo, de quien éste hará las veces en el monasterio”.
6Después de hecho esto, en seguida todos harán una oración, e inmediatamente se llamará al prelado de la Iglesia de ese mismo territorio, y los clérigos de su curia (serán)los testigos; 7el Obispo pondrá de su puño y letra[2] en el díptico el nombre del elegido para la dignidad de abad después del nombre de su predecesor, 8(y) ya en la misa (celebrada) en el altar del oratorio, el clérigo lo leerá en voz alta, y será el mismo hermano quien presentará la ofrenda. 9Sin embargo, si el abad aún no hubiera fallecido y aún no hubiera sido borrado de la lista de los vivientes, entonces (se le inscribirá) después del nombre del superior. 10Pero una vez que el nombre del difunto haya pasado a la lista de los muertos, se inscribirá el nombre del nuevo (abad) en primer lugar.
11Por tanto, inmediatamente se celebrará la misa en el oratorio; (y) al terminar, estando presente, como dijimos[3], el pontífice y de todo el orden clerical de la curia, 12el antiguo (abad) le dará la paz y luego toda la comunidad, entregándole en mano esta regla, 13así como también las llaves de la despensa del monasterio, pedidas al celerario, y el inventario de todos los bienes, utensilios y libros[4], y de todo el mobiliario, y el testamento, (detallando) todos los objetos dados por cada uno de los hermanos, ante el pontífice y con el sello de éste. 14Y al darle esta regla le dirá, en presencia del pontífice, de toda su curia y de su propia comunidad:
15«Recibe, hermano, esta regla que (es) la ley de Dios, con la cual, a los que la observen, les procurarás la vida eterna, (y) a los negligentes les pondrás delante[5] el juicio sempiterno. 16Aquí el alma vence o perece. 17Aquí se pierde o se gana la vida. 18De aquí penden las exigencias de Dios sobre ti respecto de las almas que tienes bajo tu mirada. 19A partir de este inventario, después de mí, deberás dar cuenta de esta grey al Señor. 20Recuerda, recuerda, hermano, recuerda, que al quemás se le ha confiado, más se le exigirá (Lc 12,48), 21y manténte desde ahora en estado de alerta, no te fíes de las fauces voraces del lobo,22ni de las insidias diabólicas (contra) tu grey,sino que restaura las heridas de las almas y las ruinas (provocadas por) las faltas con tus remedios[6] y exhortaciones, para que puedas restablecer[7] la salud de las almas. 23En cuanto te sea posible, permanece vigilante[8] (cf. Ap 3,2) y solícito, porque hasta hoy has estado seguro».
24Acabado este discurso, mientras (el elegido) sostiene en su mano la regla, el abad le dirá nuevamente: 25“Entra en el oratorio del Señor y toma mi lugar con la comunidad que ya (es) la tuya. 26Que el sumo sacerdote, con sus oraciones, ate en las actas del cielo lo que recibiste en la tierra (cf. Mt 18,18).
27Y después de decir esto le entregará su manto (cf. 2 R 2,8-14). 28Al recibirlo, el que lo recibe, besará la mano del que se lo da, 29y una vez que lo haya recibido, el nuevo abad entrará en seguida en el oratorio con el obispo[9] y la comunidad, que desde ahora(es) la suya, y ocupará el sitio de su antecesor; (y) una vez que el obispo haya hecho una oración por él, 30inmediatamente el nuevo abad (irá) el altar y pondrá sobre él la regla que ha recibido. 31Y mientras la pone, toda la comunidad detrás (suyo), dirá con él este versículo: “Confirma, oh Dios, esto que has realizado entre nosotros” (Sal 67 [68],29), con gloria y canto[10]. 32Una vez acabado (el versículo), en seguida se postrará en el suelo en oración, pidiendo al obispo en alta voz que ore de nuevo por él. 33Del mismo modo también la comunidad, detrás, se postrará sobre el pavimento. 34Y levantándose, terminada la oración, besará las rodillas del obispo que lo levantará para darle la paz. 35Luego le dará la paz a toda su curia, después a los prepósitos y a toda la comunidad; 36y así saldrá de la ceremonia[11].
37Y devolviendo, con sus (propias) manos, las llaves al celerario, enseguida irá también con todos a orar, y esta vez la concluirá él mismo sin el obispo, (y) pedida la bendición se sentará en la sede de su predecesor. 38Y acercándose[12] primero los prepósitos, y después todos, los demás, le besarán las rodillas.
39Inmediatamente se levantará, irá junto al superior yacente y, besándole sus rodillas, se inclinará para darle la paz. 40Una vez recibida la paz, el antiguo (abad), el anciano, dirá a todos: 41“Hermanos, oren también por mí, para que en el día del juicio, ante el Señor, que me examinará, pueda exponer de manera irreprochable las cuentas vencidas de sus almas, junto con las mías, y restituirlas fielmente, 42y de la misma manera que el Señor los ha fortalecido[13] en la tierra, se digne, cuando yo parta, recibirme bien en el cielo”.
43A partir de este momento, si tal vez el abad se mejorara y no muriera, retomará[14] toda su autoridad, su potestad administrativa[15] y su anterior dignidad de maestro[16], 44y con razón, porque para eso mismo Dios también le concedió la vida; 45y desde aquella hora hasta el día de la verdadera muerte, el nuevo titular no se arrogará nada de la dignidad de la que había sido investido. 46Y cuando le llegue el día señalado de la muerte, aquél que ya ha sido ordenado previamente en presencia del obispo, le sucederá sin ninguna clase de duda. 47Siempre que, sin embargo, una falta de soberbia o de orgullo no hayan hecho disminuir sus méritos;48con la condición, por tanto, de que en vida del anterior, no le haya usurpado nada de su dignidad. 49Sino que se esfuerce con todo su espíritu, y esté atento con una diligente vigilancia[17], 50para no enorgullecerse en lo sucesivo de la dignidad para la cual ha sido designado, 51sino al contrario, mostrarse ante Dios, (ante) los hermanos y todos los hombres, cada día mejor en sus actos siguiendo los preceptos de Dios consignados en la regla a su respecto[18], 52y a partir de ese día se humillará en palabras, en obras y en todo su comportamiento, mucho más que lo que se había inclinado antes, por la gracia de la humildad, 53para que todos comprueben que se ha hecho el más humilde y el más vil de todos, después de la elección para esta dignidad, de lo que (era) antes, 54para que, como casi perfecto, con razón, se vea que se cumple en él la sentencia del Señor que dice: “Quien quiera ser el más grande entre ustedes, que sea el último de ustedes” (Mt 20,27), 55para que el que se humilla sea justamente ensalzado (Lc 14,11).
56Sin embargo, por causa de la dignidad a la que el obispo le constituyó por sus oraciones, inscribiendo su nombre con su mano en el díptico del monasterio después del abad anterior, cuando (éste) estaba enfermo,57y que el abad lo eligió voluntariamente, el predecesor y verdadero abad le concederá honores especiales;59y lo que la regla no permitía antes, en virtud de la ordenación conferida por el obispo, y de la elección hecha por el mismo abad, y más aún por la adición y aumento de su humildad, ahora se le considerará (como) segundo,60título que no se ha arrogado por decisión propia, sino que lo han elegido por los méritos de su perfecta observancia. 61Poque si la regla prohíbe ciertamente instituir segundos, es a causa del orgullo y de la soberbia. 62Pero éste fue por las acciones de su buena observancia y su gran humildad, que Dios lo eligió, el abad accedió y el obispo le ordenó; pero hasta que no haya muerto el anterior, no está permitido constituirlo. 63Por lo cual, ya desde este día, como si hubiese sido designado césar[19] espiritual, se sentará al lado del abad, 64dirigirá en el oratorio, frente por frente del abad, el otro coro de los que salmodian, 65recibirá, después de él, la copa en la mesa, en todo tendrá el segundo lugar[20], 66y siempre que el abad salga de viaje, se le concederá el derecho de recibir en su nombre, y la licencia de corregir los vicios de los hermanos y de excomulgar. 67Si el hermano excomulgado, no quisiere darle satisfacción, de acuerdo con lo acostumbrado, su falta será reservada al abad, pero permanecerá bajo la pena de excomunión hasta el regreso de aquél. 68Todas estas (funciones), las ejercerá por delegación del abad que (está) de viaje y en todo ocupará el lugar del ausente.
69Pero eso mismo no se lo atribuirá por decisión propia, 70sino por una orden del antiguo y verdadero abad, cuando se lo permita por una autorización expresa[21], tendrá entonces licencia para ordenar algo y considerará que está autorizado para ejercer una tal dignidad. 71En efecto, a toda hora se juzgará igual a los demás y más si quiere ser perfecto (Mt 19,21), y desea llegar dignamente al rango para el que ha sido designado, tendrá que humillarse, 72juzgándose inferior a todos sus hermanos y el más vil de todos, en el más profundo afecto de su corazón[22], 73porque el Señor acostumbra a exaltar a estos tales, según lo que dice la Escritura: “El que se humilla, será exaltado” (Lc 14,11).74Porque este hermano debe cuidarse siempre de esto: no concebir nunca el orgullo en su corazónpor la dignidad que le ha sido dada,75cayendo en alguna forma de soberbia, ni deje de practicar algún aspecto de la humildad, o de algún otro precepto divino consignado en la regla, como lo observaba antes, seguro ya de la dignidad para la que ha sido designado. 76Y en seguida tenga por cierto, que si el abad ve que aquél a quien había elegido incide frecuentemente en algunas faltas, no progresa en la virtud[23], sino que por negligencia cae cada vez más bajo, 77y amonestado por el abad, no se enmienda, 78éste pedirá a cualquier obispo que borre su nombre del díptico,79y volviendo a su grupo, será considerado igual a los negligentes, y se lesometerá a la excomunión de la forma acostumbrada, porque no evitó las faltas. 80Puesto que perdió por negligencia lo que había encontrado, recibirá asimismo lo que había perdido. 81Y después que haya vuelto a una dignidad inferior, ya será alejado de al lado del abad;82y desde ese día el abad ya buscará, con los ojos y el espíritu, otro hermano, de entre todos, que sea superior al negligente. 83) También a este, lo elegirá el abad en secreto cotidianamente, y en el momento de su muerte, el abad con su mano, lo indicará abiertamente, para que, justa y legítimamente, sea colocado al frente de todos, para ser ordenado como superior. 84Y esos réprobos, que por negligencia caen del máximo honor, escuchen al apóstol que les dice: “Corrían bien, ¿quién los detuvo? Satanás” (Ga 5,7; 1 Ts 2,18), que hace descender a los orgullosos”. 85Y antes que de diligente se haga réprobo y caiga en la negligencia, escuche la advertencia que cada día le dirige la Escritura: “Mantén con firmeza lo que tienes, no sea que otro arrebate tu corona” (Ap 3,11). 86Y quien escuchó y no observó (Lc 6,49; Dt 6,3), que se impute a sí mismo su caída, 87porque el Señor derriba a los soberbios, a los negligentes, a los indignos, para exaltar a los dignos, a los observantes y a los humildes (Lc 1,52), 88puesto que ante Señor, justo juez, no hay acepción de personas (Rm 2,11; 2 Tm 4,8), 89y (Él) no quiere dar nada a los malvados, porque sólo puede[24] amar a los justos, a los buenos y a los santos, 90y a éstos solos les debe el honor de la vida presente y la retribución de la corona eterna.
[1] Priore.
[2] Mutato episcopi manu nomine eius in abbatis honore in diptico post nomen prioris.
[3] Cf. RM 93,6. 8.
[4] Ferramentorum et codicum.
[5] Otra traducción, más amplia: “les predecirás” (proponas).
[6] Artibus.
[7] Valeas.
[8] Esto vigilans.
[9] Sacerdote.
[10]Cantilena.
[11 ]Rúbrica enigmática como en RM 89,28. Se sale del oratorio, pero la ceremonia prosigue (SCh 106, p. 430, nota 36).
[12] Lit.: viniendo (venientes).
[13] Lit.: establecido, afirmado (constabilivit).
[14] Recipiat.
[15] Potestatem ordinationis.
[16] Honorem pristinum disciplinae.
[17] Et diligenti observatione custodiat.
[18]De se.
[19]Lit.: César – designado (Caesar designatus). El emperador designaba a su sucesor al adoptarle y otorgándole el nombre de “César”.
[20]Post ipsum in omnibus habeatur.
[21]Praeceptum.
[22]Casiano, Instituciones 4,39,2.
[23]Non in maius proficientem.
[24]Novit.