TOMANDO POR GUIA EL EVANGELIO

De la presentación: «Un monasterio que busca de veras al Señor nos transmite la seguridad de su presencia y nos prepara los caminos de la paz. Porque la vida monástica es el grito profético de que los hombres fuimos hechos para la comunión. Y es el signo de que en la plenitud de los tiempos Cristo nació de María para hacernos libres (Ga 4,4), hombres nuevos por el Espíritu (Jn 3,5), llamados al gozo de la comunión (1 Jn 1,4). Esta es nuestra esperanza y nuestra alegría. Cuando un hombre de nuestro tiempo golpea a las puertas de un monasterio lleva siempre adentro una pregunta y un pedido. La pregunta es ésta: “Maestro ¿dónde vives?”. A lo que la comunidad monástica responde con sencillez de experiencia: “Vengan y lo verán” (Jn 1,38-39). Y el pedido fundamental es éste: “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). A lo que la comunidad monástica responde casi sin palabras: “Cuando oren, digan: Padre”. Y los hombres salen más libres, más justos y más hermanos. Más comprometidos, como hijos de Dios, a trabajar de veras por la paz (Mt 5,9)». † EDUARDO F. PIRONIO (Mar del Plata, Pcia. de Bs. As., Argentina, 1974)