Prof. Cesare Antonio Montanari
Director del Centro de Estudios de Espiritualidad
y docente de Historia de la Espiritualidad e Historia de la Hermenéutica Bíblica
de la Facultad de Teológica de la Italia Septentrional (Milán)[1]
3 de junio de 2013
Beatísimo Padre,
He tenido noticia de que la Orden Cisterciense y algunas congregaciones benedictinas quieren solicitar a Su Santidad que se inscriba a santa Gertrudis de Helfta, la Grande, entre los doctores de la Iglesia. Como estudioso de la santa, estoy plenamente de acuerdo con esta iniciativa.
Contemporánea a Santo Tomás de Aquino, S. Gertrudis, aunque estando bien enraizada en la tradición monástica, tiene una doctrina muy sólida y ortodoxa, pero que se proyecta hacia delante; es portadora de una sensibilidad nueva, que encontrará su pleno desarrollo en la devotio moderna.
La densidad vigorosa de su pensamiento y la belleza estética de su lenguaje simbólico y poético guían al lector al descubrimiento de una extraordinaria y al mismo tiempo simple, experiencia de Dios, que llega a ser un diálogo continuo con El en el abandono confiado de todo su ser, en la integración incluso de su lado oscuro y negativo, sin ningún repliegue sobre sí misma. La experiencia de la propia nulidad y debilidad a la luz de la pietas divina, conduce a la santa a enfocar uno de los temas más originales de su espiritualidad, tan importante y actual también para nosotros hoy: el de la suppletio de Cristo, la cual no excluye para nada la cooperación del hombre.
La Liturgia constituye el elemento unificador del camino espiritual de Gertrudis; en efecto, sobre la trama de la liturgia, la santa monja de Helfta, comprende toda su experiencia mística, que encuentra su culmen en la comunión eucarística.
El reflorecimiento bajo múltiples aspectos de los estudios gertrudianos, que ha tenido lugar en diversos períodos de la historia, y las recientes publicaciones en diversas lenguas, testimonian la validez de la doctrina de la santa monja de Helfta, como, por otra parte, ya lo ha afirmado Benedicto XVI en la catequesis a ella dedicada, en la audiencia general del 6 de octubre de 2010: “Me parece obvio que estas no son solo cosas del pasado, históricas, sino que la existencia de santa Gertrudis continúa siendo una escuela de vida cristiana, de recto camino, que nos muestra que el centro de una vida feliz, de una vida verdadera, es la amistad con Jesús, el Señor. Y esta amistad se aprende en el amor por la Sagrada Escritura, en el amor por la Liturgia, en la fe profunda, en el amor a María, de manera de conocer siempre más realmente a Dios mismo y así la verdadera felicidad, la meta de nuestra vida”.
Por estos motivos me resulta grato, Santo Padre, asociarme a tantas solicitudes que auspician la inscripción de Santa Gertrudis entre los doctores de la Iglesia.
Devotísimo en el Señor,
Cesare Antonio Montanari