México, 27 de julio de 2013
Santo Padre Francisco,
Tengo la alegría de dirigirme a ud. a fin de expresarle el apoyo de nuestra Congregación de Hermanas Guadalupanas de Cristo Rey, a la postulación al doctorado de la Iglesia de Santa Gertrudis de Helfta, que promueven las dos Órdenes Cistercienses junto con la Congregación Benedictina de Solesmes, y que en nuestro continente apoyan las tres conferencias monásticas de América Central, del Sur y Caribe.
Las Hermanas Guadalupanas de Cristo Rey, fundadas en México, el 22 de mayo de 1930 por la Reverenda Madre Josefina María Valencia y Rodríguez tenemos por carisma construir el Reino de Dios en unión con los hombres y mujeres de nuestro tiempo a ejemplo de Santa María de Guadalupe y según la espiritualidad de san Benito Abad. Estamos presentes en Estados Unidos, Guatemala, Nicaragua y México y formamos parte de la Confederación Benedictina desde el año 1972.
La figura de santa Gertrudis, además de ser muy querida para la tradición benedictina, fue muy difundida en América. México fue el segundo lugar en el mundo en que se comenzó a celebrar su fiesta en 1609, cuando fue declarada Patrona de las Indias Occidentales, adquiriendo gran popularidad, de la que quedan muchos signos iconográficos en nuestras iglesias.
La enseñanza de santa Gertrudis se funda principalmente en la gran Liturgia de la Iglesia, hecha experiencia de vida. Guía y acompaña a los fieles en el año litúrgico, haciendo accesible a todos, el encuentro vivo con Cristo. Con un excepcional ardor misionero, pone su doctrina y su experiencia al servicio del crecimiento de la fe del prójimo, trazando una vía sana y segura para quien desea progresar en los caminos del Señor.
La Regla de san Benito y el ámbito de la vida monástica proporcionan la base fundamental de su espiritualidad. Todo en su vida gira en torno a la palabra de Dios, meditada en la lectio divina y celebrada en la liturgia. Teología y espiritualidad constituyen en ella una única inteligencia de la fe unida a la experiencia del amor. Nos ofrece en concreto una teología del amor, en un camino de crecimiento espiritual basado en la plena confianza en la acción de Dios en el creyente. La dimensión experiencial de la fe, que es clave para la sensibilidad de los hombres y mujeres de hoy, encuentra en ella una expresión de gran vigencia.
Por estos y otros motivos pensamos que su doctorado será una fuente de renovación para la teología y la espiritualidad de nuestro tiempo, y para tantos hombres y mujeres contemporáneos nuestros, creyentes y no creyentes, que buscan en la fe una respuesta vital e integral que les ayude a unir las razones de la mente y del corazón, los principios y la práctica de la fe en su vida.
Santo Padre, a la vez que le confiamos nuestro deseo de ver a santa Gertrudis entre los Doctores de la Iglesia, le aseguramos le nuestra asidua oración por su persona y ministerio y nos acogemos humildemente a su bendición.
Con filial afecto y devoción,
Hna. Miguelina Luna Villanueva, osb
Superiora General
Misioneras Guadalupanas de Cristo Rey, OSB
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