La Santísima Trinidad (Trono de Gracia)
Hacia 1300
Libro de las Decretales
Corbie, Francia
«Esta es la regla de nuestra fe, la que fundamenta nuestro edificio, la que da firmeza a nuestro comportamiento.
En primer lugar: Dios Padre, increado, ilimitado, invisible; Dios uno, creador del universo; es el primer artículo de nuestra fe. Segundo artículo: el Verbo es Dios, Hijo de Dios, Jesucristo, nuestro Señor; fue revelado a los profetas según el género de sus profecías y según el designio del Padre; por su mediación todo ha sido hecho; al fin de los tiempos, para recapitular todas las cosas, se dignó hacerse hombre entre los hombres, visible, palpable, para destruir así la muerte, hacer aparecer la vida y obrar la reconciliación entre Dios y el hombre. Tercer artículo: el Espíritu Santo; por Él los profetas profetizaron, nuestros padres aprendieron las cosas de Dios y los justos fueron guiados por el camino de la justicia; al fin de los tiempos ha sido enviado de manera nueva sobre los hombres, para renovarlos sobre toda la tierra para Dios.
Por ello el bautismo de nuestro nuevo nacimiento se coloca bajo el signo de estos tres artículos. Dios Padre nos lo concede para nuestro nuevo nacimiento en su Hijo por el Espíritu Santo. Porque los que llevan en sí el Espíritu Santo son conducidos al Verbo que es el Hijo, y el Hijo los conduce al Padre, y el Padre nos concede la incorruptibilidad. Sin el Espíritu es imposible ver al Verbo de Dios, y sin el Hijo no puede uno acercarse al Padre...»[1].
[1] San Ireneo de Lyon, Demostración de la predicación apostólica, 6-8; trad. en Lecturas cristianas para nuestro tiempo, Madrid, Ed. Apostolado de la Prensa, 1973, J 2. Ireneo fue discípulo de Policarpo, y debe haber nacido entre los años 130-140. Pudo escuchar al gran obispo hasta la edad de quince años. Luego nada se nos dice sobre la vida de Ireneo en la documentación que ha llegado hasta nosotros. Recién aparece de nuevo en Lyon, al final de la persecución de Marco Aurelio (177). Puede ser que antes haya estado en Roma, tal vez por bastante tiempo. Hacia el año 177 las iglesias de Lyon y Vienne (Francia) le encargan llevar una carta al papa Eleuterio en Roma (174-189?). Es una epístola que se refiere a los mártires de esas Iglesias. Al regreso a Lyon sucede a Fotino (o Potino) en la sede episcopal, y no la abandonará hasta su muerte. En este período se ubican sus escritos más notables. Una carta suya al papa Víctor (189-198/99?) es el último testimonio de Ireneo en la historia. La carta debe datarse a mediados del pontificado de Víctor. Por tanto, la actividad de Ireneo en la sede de Lyon se desarrolló entre los años 178-195.