La parábola de la semilla de mostaza
Ícono contemporáneo
“El grano de mostaza, como se dice, es imagen del reino de Dios... Cristo es el reino que, como grano de mostaza plantado en el huerto de un cuerpo virginal, creció por todo el orbe en el árbol de la cruz, y fue tan grande el sabor de su fruto que se consumió con la pasión, para que todo viviente guste y se alimente con su contacto. Lo mismo que la fuerza se halla escondida en la integridad del grano de mostaza, y aparece ciertamente toda su energía de manera vigorosa si se le tritura, así también Cristo quiso ser triturado corporalmente, puesto que no quiso ocultar su poder... Él lo hizo todo para renovarnos a todos en Él”[1].
[1] San Pedro Crisólogo, Homilía 98,3 ss.; trad. en La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia y otros autores de la época patrística. NT. 2. Evangelio según san Marcos, Madrid, Ed. Ciudad Nueva, 2000, p. 117. La vida de Pedro, arzobispo de Ravena (Italia), llamado Crisólogo (= Palabra de oro) desde el siglo IX, permanece bastante oscura. Nació en Imola hacia 380. Entre 425 y 429, con seguridad antes de 431, fue nombrado metropolita de Ravena. En 445 asistió al fallecimiento de Germán de Auxerre. Tres o cuatro años después escribió a Eutiques (+ 454?), archimandrita de Constantinopla, que había acudido a él después de su condena por parte de Flaviano (+ 449), y lo invitó a someterse a las decisiones del papa León Magno (440-461). Falleció entre 449 y 458, probablemente el 3 de diciembre de 450, tal vez en Imola. Se le atribuyen actualmente una Carta y unos ciento ochenta y tres Sermones.