La segunda venida de Cristo
Hacia 1700
Ícono griego
“Anunciamos la venida de Cristo, pero no solamente la primera, sino también la segunda, más gloriosa que la primera. La primera lleva el signo de la paciencia, en cambio la segunda lleva la corona del reino divino. Como en la mayoría de los casos, en nuestro Señor Jesucristo todas las cosas son dobles: hay un doble nacimiento, el primero es el de Dios, antes de todos los siglos, y el otro el de la Virgen, en la plenitud de los tiempos. Hay dos descensos: uno oscuro y callado, como sobre lana; el otro manifiesto, que es el que va a venir. En la primera manifestación, fue envuelto en pañales en el pesebre; en la segunda llevará la luz como un manto. En la primera, soportó la cruz, sufriendo el desprecio y la ignominia; en la segunda vendrá glorificado llevando como séquito el ejército de los ángeles.
Por eso no nos detenemos en la primera venida, sino que esperamos la segunda. Y si en la primera hemos dicho: Bendito el que viene en nombre del Señor (Mt 21,9), también en la segunda diremos lo mismo, para que saliendo al encuentro del Señor con todos los ángeles, lo adoremos aclamando: Bendito el que viene en nombre del Señor. (…)
Escucha también al Señor que dice: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Las criaturas no tienen el mismo valor que las palabras del Señor.
Las cosas visibles pasarán y vendrán las que esperamos, que son mucho más hermosas que las primeras. Pero nadie trate de investigar curiosamente acerca del momento exacto, porque dice: No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad (Hch 1,7)”[1].
[1] San Cirilo de Jerusalén, Catequesis, 15,1. 3-4 (trad. de L. H. Rivas en San Cirilo de Jerusalén. Catequesis, Buenos Aires, Eds. Paulinas, 1985, pp. 208. 210 [Col. Orígenes cristianos, 2]). Se ignora la fecha de su nacimiento, probablemente en los años 314 ó 315. Cirilo debe haber nacido en la misma ciudad de Jerusalén o en sus alrededores. Pertenecía al clero de la diócesis de Jerusalén. En el año 343, fue ordenado presbítero por Máximo, el obispo de Jerusalén que lo hizo su colaborador. Desempeñaba su ministerio sacerdotal en la Iglesia de Jerusalén cuando en el año 348 fue elegido obispo de esa misma Iglesia. Tres veces debió abandonar su sede episcopal para marchar al destierro. La primera vez fue en el año 357, cuando un concilio reunido en Jerusalén por el obispo Acacio y compuesto por arrianos lo privó de su sede y lo envió al destierro. Nuevamente fue desterrado en el año 360, pero también por poco tiempo. En el año 367 lo desterró el emperador Valente, y esta vez su alejamiento se prolongó por unos once años, regresando a Jerusalén recién en el año 378. Después del retorno de su último destierro participó en el Segundo Concilio Ecuménico, el II de Constantinopla. Murió en su sede en el año 386. Tanto la Iglesia de Oriente como la de Occidente celebran su fiesta el 18 de marzo, que es el día de su fallecimiento. Además de las Catequesis, su obra principal, se conservan una carta al emperador Constancio y una homilía sobre el paralítico de Juan 5.