“Gertrudis consuela a la Abadesa Gertrudis en su lecho de muerte” [1], grabado publicado en el libro “Vida de Santa Gertrudis Virgen”, autor anónimo,
Apostolado de la Prensa, Madrid, 1913.
Juan Javier Flores Arcas, OSB[2]
4. Una reflexión a partir de datos teológicos
Romano Guardini escribía también que[3]:
“La liturgia tiene una admirable reserva. Ciertas formas de abandono apenas las reúne, o bien las rodea y vela de tal profusión de imágenes, que en ella el alma se siente protegida y celada. La oración de la Iglesia no pone al descubierto los misterios del corazón. Se mantiene en la esfera del pensamiento y del símbolo; suscita ciertamente profundísimos y delicadísimos movimientos y procesos espirituales, pero sin embargo, los deja al mismo tiempo en su secreta intimidad. Ciertos sentimientos de abandono, ciertas palabras que revelan la intimidad más sagrada, muy frecuentemente no pueden ser expresados sin peligro del pudor del alma. La liturgia ha realizado la obra magistral y ha hecho posible al hombre expresar en ella su vida religiosa interior en su total plenitud y profundidad, si bien conservando oculto su misterio: Secretum meum mihi (mi secreto es para mí). Este puede difundirse, puede expresarse, pero no siente hecho público nada de los que debe permanecer oculto”[4].
Ciertamente la liturgia es de hecho sentimiento dominado por un sentido de respeto y de mesura, de pudor y de humildad. La liturgia pide salir de sí mismo, pero sin embargo, sin perderse: la liturgia es reserva que mantiene los sentimientos del corazón en la esfera del logos y del símbolo.
Estos pensamientos se realizan perfectamente en santa Gertrudis y nos llevan a hablar concretamente de la pietas, una temática que concretiza en sí misma una gran diversidad de elementos y hechos, no siempre claramente expresos y manifiestos. Esta reserva la hace para nosotros pietas llena de acción, pero también de intimidad, siempre a partir de la acción litúrgica.
4.1. Una “pietas” llena de liturgia
No cabe duda de que la pietas es un tema polivalente. Se puede ver a este propósito el artículo de Bernard Botte[5]. Olivier Quenardel estudia con atención la expresión “pietas” en santa Gertrudis, y, solamente en el Heraldo del Amor Divino, encuentra que esta expresión se utiliza 242 veces. La pietas es sobre todo, algo divino. La divina pietas manifestada en Jesucristo es la nota más propiamente divina de la divinidad. Hay que examinar de nuevo toda la obra gertrudiana para analizar, como lo hace Quenardel, los distintos adjetivos de la pietas: incontentissima pietas, supereffluentia divinae pietatis (bondad incontenible, superabundancia de la bondad divina); podemos decir lo mismo de la expresión pietas et confidentia (bondad y confianza).
Ciertamente se trata de un tema dominante en su producción literaria y por lo tanto en su pensamiento, y más aún en su espiritualidad. Una espiritualidad plena de liturgia y una liturgia plena de piedad al mismo tiempo. Esta pietas se desarrolla sobre todo a partir de los sacramentos que Gertrudis recibe y que vive intensamente. El caso típico es siempre la comunión eucarística, que se convierte en un lugar común donde la santa puede experimentar y manifestar a la vez su “devoción” o sea su propia piedad personal. Como ha demostrado Quenardel, el tema de la comunión eucarística es dominante en el Heraldo y casi un capítulo por medio trata este tema que es a la vez dominante y central.
No olvidemos que Gertrudis murió en 1301 y por eso conoció y sacó provecho del movimiento eucarístico en el lugar que después llegará a ser los Países Bajos, en concreto en la región de Bravante, donde, en 1250 murió Juliana de Mont-Cornillon, que en su ambiente ejerció una gran influencia con sus visiones y revelaciones. En 1264 la fiesta del Corpus Domini es instituida por el Papa Urbano IV, lo que marca el apogeo de este movimiento, influyendo en la piedad de la Iglesia y que se centra sobre todo en el “ver” la hostia consagrada[6].
Este deseo de contemplar la hostia da a santa Gertrudis la ocasión de escribir páginas sublimes que manifiestan su piedad eucarística y sacramental. Ciertamente, tanto la contemplación de la hostia consagrada, como la comunión sacramental forman parte, las dos juntas, de su “ser eucarístico”, pero -como dice Dumoutet- si bien respetando los derechos de la comunión sacramental, ella es consciente que de que Jesús concede gracias especiales a todo aquel que mira y contempla la hostia consagrada con gran devoción[7].
Repitamos que los grandes días de santa Gertrudis eran aquellos en que podía comulgar. Una vez más podemos decir cómo, precisamente de la liturgia, ella toma, deduce y encuentra la ocasión para la divina pietas. En la celebración eucarística y más concretamente en la comunión sacramental nuestra santa encuentra la ocasión para desarrollar y exponer sus más sublimes impresiones sobre el misterio de Dios.
Continuará
[1] El grabado se refiere al siguiente texto del Legatus Divinae Pietatis: “La venerable Doña Gertrudis, abadesa cariñosa, digna de todo encomio y honor, desempeñó su cargo durante cuarenta años y once días (…). Después (…) cayó en la enfermedad llamada apoplejía menor” (Legatus V,1,1-2). «En cierta ocasión se preocupaba la enferma al considerar que perdían el tiempo las que le servían, porque de ello no se seguía mejora en la salud. El Dios fiel que no permite que alguien sea tentado sobre sus fuerzas, la consoló sobre ello a través de Gertrudis con estas palabras: “Por mi amor y por mi honor la servirán con respeto y bondad, con diligencia y a alegría, porque yo mismo, Dios, moro en ella, y la he constituido cabeza de la comunidad. Todos deben ayudarla como los miembros a su cabeza (…) pues todos los servicios que se le presten, no solo con obras, sino también con el afecto y las palabras, los recompensaré como si me los hubieran prestado a mí mismo”» (Legatus V,1,11).
[2] Juan Javier Flores Arcas es monje benedictino de la Abadía de Santo Domingo de Silos, España. Fue Rector Magnífico del Pontificio Ateneo de San Anselmo (Roma) y es profesor ordinario de la Facultad de Liturgia en el mismo Ateneo. Es además consultor de la Congregación para el Culto Divino y miembro del Pontificio Comité para los Congresos Eucarísticos. Se desempeña asimismo como Procurador General de las Congregaciones Benedictinas de Solesmes y del Cono Sur.
[3] Continuamos con la publicación de la traducción de las actas Congreso: “LA “DIVINA PIETAS” E LA “SUPPLETIO” DI CRISTO IN S. GERTRUDE DI HELFTA: UNA SOTERIOLOGIA DELLA MISERICORDIA. Atti del Convegno organizzato da Istituto Monastico della Facoltà di Teologia Pontificio Ateneo Sant’Anselmo, Roma, 15-17 novembre 2016. A cura di Juan Javier Flores Arcas, O.S.B. - Bernard Sawicki, O.S.B., ROMA 2017”, Studia Anselmiana 171, Pontificio Ateneo S. Anselmo, Roma 2017. Cfr. el programa del Congreso en esta misma página: http://surco.org/content/convenio-divina-pietas-suppletio-cristo-santa-gertrudis-helfta-una-soteriologia-misericordia. Traducido con permiso de Studia Anselmiana y del autor, por la Hna. Ana Laura Forastieri, ocso.
[4] R. Guardini, Lo spirito della liturgia. I santi segni, Morcelliana, Brescia 19967, 26-27.
[5] B. Botte, “Pietas” in B. Botte - Ch. Mohrmann, L’Ordinaire de la Messe. Texte critique, traduction et étude, Cerf, Paris 1953, 141-143.
[6] E. Dumoutet, Le désir de voir l’hostie, Beauchesne, Paris 1926; Id., Le Christ selon la chair et la vie liturgique au Moyen Age, Beauchesne, Paris 1932.
[7] E. Dumoutet, Le désir de voir l’hostie, 18.