Inicio » Content » JUAN CASIANO: “CONFERENCIAS” (Conferencia VII, capítulos 32-34)

Capítulo 32. Sobre la diversidad de persecuciones y deseos que ejercen las potestades del aire

En este capítulo Casiano aborda la delicada cuestión de las diversas formas en que el Maligno actúa en nuestro mundo y en cada uno de nosotros.

Es importante advertir los recursos que utiliza para conducirnos al engaño, desde las burlas casi inocentes, hasta impulsarnos a guerras fratricidas o a la apostasía de nuestra fe.

Para poner de relieve esta nefasta acción del diablo nuestro Autor recurre al simbolismo de diversos animales, que representan los grados de maldad a las que nos someten los espíritus inmundos.

Y una vez más es la Vita Antonii donde hallamos ecos notables respecto de las enseñanzas de las Conferencias:

«Tenemos enemigos terribles y astutos, los malvados demonios. Contra éstos tenemos que luchar, como dijo el santo Apóstol, no contra la carne ni la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de las tinieblas de este mundo, contra los espíritus del mal que están en las regiones celestiales[1]. Numerosa es ciertamente su multitud en el aire que nos rodea, y no están lejos de nosotros. Entre ellos grande es su variedad.

Por consiguiente, si ven que todos los cristianos, y en particular los monjes, aman el trabajo y progresan, ante todo intentan y prueban poner obstáculos al borde del camino[2]. Sus obstáculos son los pensamientos impuros.

Intentan atemorizar creando imágenes, se transforman[3] e imitan a mujeres, bestias, serpientes, gigantes o un tropel de soldados. Pero no debemos temer sus fantasías.

Son astutos, rápidos para transformarse y tomar otros aspectos[4]».

 

Sobre las diversas actividades de los demonios

32.1. Sin embargo, sin duda está comprobado que hay tantas ocupaciones en los espíritus inmundos como las hay en los seres humanos. En efecto, es claro que algunos de ellos, que comúnmente incluso son llamados “vagabundos”[5], son tan burlones y seductores que, permaneciendo constantemente junto a lugares y caminos particulares, sienten alegría pudiendo engañar a quienes pasan sin nunca atormentarlos -aunque podrían hacerlo-, sino burlándose y riéndose, al tiempo se esfuerzan por cansarlos antes que dañarlos. Otros se emplean en producir pesadillas a los hombres entre sueños, pero sin hacerles ningún mal. Los hay, en cambio, de una crueldad y atrocidad sumas, no satisfechos con vejar horriblemente a sus posesos, lacerando violentamente sus cuerpos, sino que se lanzan desde lejos encima de los que pasan para infligirles golpes muy crueles. Tales son los que nos describe el Evangelio. Era tal el terror que infundían, que nadie osaba pasar por el camino que ocupaban (cf. Mt 8,28). Estos y otros semejantes a ellos son, sin duda, se complacen en las guerras y en el derramamiento de sangre por el gozo de su insaciable ferocidad.

 

“Bacuceos”

32.2. Vemos asimismo otros que el pueblo llama “bacuceos”[6], que han infectado a tal extremo los corazones de quienes han ocupado con una especie de tumor inane, que a veces se yerguen en pie por encima de la estatura del propio cuerpo y se muestran de una forma arrogante y pomposa; mientras que en otras ocasiones queriendo ser gratos y amigables, se abajan a un cierto nivel de tranquilidad y afabilidad. Así, considerándose ilustres y dignos de respeto de parte de todos, a veces se muestran inclinando el propio cuerpo, en adoración de la personalidad más notoria, y otras veces se consideran dignos de ser adorados por otras personas y realizan todos los movimientos con los que se cumplen sus verdaderas intenciones o de forma soberbia o con humildad.

 

Demonios que actúan por medio de los heresiarcas

32.3. Encontramos otros que no solo se complacen en decir mentiras, sino que también inspiran blasfemias a los seres humanos. Y de estas cosas somos asimismo nosotros testigos, habiendo oído a un demonio confesar y divulgar una doctrina sacrílega e impía por medio de Arrio y Eunomio. Leemos en el Primer libro de los Reyes que un demonio de esta naturaleza dice: “Saldré y me haré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas” (1 R 22,22). Sobre ellos el Apóstol, reprendiendo a aquellos que por estos [espíritus] son engañados, así habla: “Prestando atención a los espíritus que seducen y a las enseñanzas de los demonios que hablan mentiras con hipocresía” (1 Tm 4,1-2).

 

Demonios que se presentan como animales diversos

32.4. Pero también los Evangelios dan testimonio de la existencia de otros tipos de demonios, es decir, aquellos de los mudos y de los sordos (cf. Lc 11,14; Mc 9,17). Asimismo, el profeta recuerda que algunos espíritus incentivan la libidinosidad y la lujuria diciendo: “Los ha engañado el espíritu de fornicación, y habiendo fornicado se han alejado de su Dios” (Os 4,12). La autoridad de la Escritura de manera semejante nos enseña que hay demonios nocturnos, diurnos y meridianos (cf. Sal 90 [91],5-6). Sería muy extenso querer recorrer todos los volúmenes de la Escritura y escrutarlos uno por uno, a cuáles el profeta designa como “onocentauros”[7], “sátiros”, “sirenas”, “chacales”[8], “lechuzas”[9], “avestruces”, “erizos” (cf. Is 13,21-22; 34,12-14), y cuáles son llamados “áspides” y “basiliscos” en el Salmo (cf. Sal 90 [91],13), cuáles en el Evangelio son llamados “león”, “dragón” y “escorpión” (cf. Lc 10,19), quién es “el príncipe de este mundo” (Jn 14,30), y quiénes son “los rectores de estas tinieblas y los espíritus de maldad” nombrados por el Apóstol (cf. Ef 6,12).

32.5. No debemos pensar que estos nombres les son dados por casualidad o fortuitamente; más bien, utilizando los nombres de estos animales salvajes, que son menos dañinos o más peligrosos para nosotros, se pone en evidencia su ferocidad y furor; y como, a través de la comparación con la virulenta maldad y el principado, le es conferida una cierta preeminencia para hacer el mal entre todos los animales salvajes y las serpientes; por esta causa son llamados con esos nombres. En otras palabras, uno es llamado “león”, a causa de su furia ciega y rabiosa ferocidad; otro “basilisco” en virtud de veneno mortífero que mata antes de sentirlo; otro, por la delicadeza de su maldad ha recibido el nombre de onocentauro, o erizo o “avestruz”».

 

Capítulo 33. Pregunta: ¿de dónde procede tanta diversidad entre los [espíritus] malignos celestiales

 

Germán: «Nosotros ciertamente no dudamos que los órdenes enumerados por el Apóstol se refieren a estos demonios, porque “nosotros no debemos combatir contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los que gobiernan este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que están en las regiones celestiales” (Ef 6,12). Sin embargo, queremos saber de dónde procede tanta diversidad y cómo puede existir tal grado de maldad. ¿Tal vez, han sido creados para cooperar con estos grados de malicia y de algún modo militar junto con esta maldad?».

 

Capítulo 34. Aplazamiento en la respuesta a la cuestión planteada

 

Conveniencia de dejar para otro momento la respuesta a la pregunta planteada

34.1. Sereno: «Las preguntas de ustedes nos han quitado todo el tiempo de descanso de la noche, nos encontramos ya cerca de la aurora, sin que sintamos por ello que se aproxima, movidos como estábamos a entretejer las palabras de esta conversación hasta la salida del sol. Sin embargo, puesto que la solución de la pregunta que me han hecho nos conduciría a una especie de mar vastísimo y muy profundo de cuestiones, que la brevedad del tiempo a nuestra disposición no nos permitiría atravesar, pienso que para nosotros sería más conveniente dejar la indagación para la próxima noche. De este modo, en una profunda conversación con ustedes, me serán dados una alegría espiritual y un fruto más abundante, y con la ayuda del Espíritu Santo, que nos concede beneficios prósperos, podremos penetrar más fácilmente en el corazón de las cuestiones que han presentado.

 

Descanso y celebración dominical

34.2. Por lo tanto, concedámonos un poco de sueño y sacudamos la pesadez que va creciendo en nuestros ojos con la proximidad de la luz. Después, vayamos juntos a la iglesia pues la solemnidad del domingo lo impone. Cuando hayamos regresado de la synaxis, discutiremos con doble alegría sobre las cosas que el Señor nos haya dado para nuestra común instrucción, conforme al deseo de ustedes».


[1] Ef 6,12.

[2] Cf. Sal 139 (140),6.

[3] Cf. 2 Co 11,13.

[4] Cf. 2 Co 11,14-15; Atanasio de Alejandría, Vida de san Antonio, 23.2-4; 23,1 y 3; trad. cit., pp. 244-246, 258 y 260.

[5] “«El término “planos” empleado aquí es una copia del equivalente griego. En el uso neotestamentario y helenístico, el significado de “vagabundeo” va siempre acompañado de “la capacidad de engañar” y de la “impostura”…» (Conversazioni, pp. 516-517, nota 30). Cicerón lo utiliza con el sentido de engañador, embustero.

[6] «Podría este vocablo ser un calco del griego, en esta caso como diminutivo de Bachuch, término copto que indicaría “el espíritu de las tinieblas”…» (Conversazioni, pp. 518-519, nota 31). Casiodoro utiliza el término como sinónimo de poseído por el demonio.

[7] Monstruos medio hombre y medio asno.

[8] El vocablo lamiae, también podría traducirse por vampiros con rostro de mujer que atraían a los jóvenes y les chupaban la sangre-

[9] Lit.: el autillo (ulula).