Inicio » Content » TEXTOS PARA LA VIDA MONÁSTICA CRISTIANA (46)

3. Reglas monásticas latinas anteriores a la Regla de san Benito

IX. La Regla del Maestro (continuación)

Capítulo 23: Pregunta de los discípulos: Después de la salida del abad del oratorio, ¿cómo deben servir los semaneros en las mesas y comer en comunidad? El Señor responde por el maestro:

1Una vez salida toda la comunidad con su pastor, después de los versículos y la oración, el abad se sentará en su cátedra del refectorio. 2De inmediato toda la comunidad responderá “Deo gratias”, y estando todavía todos de pie ante sus mesas, el cesto que pende sobre la mesa del abad descenderá por la cuerda de polea, para que se vea que la ración de los obreros de Dios desciende del cielo[1]. 3Apenas haya descendido el cesto, el abad trazará el signo de la cruz sobre todo el pan, lo partirá y tomando primero para sí su ración, la hará bendecir por el Señor, con la mano levantada, 4y poniendo ante sí (la ración) de los que están parados delante de su mesa y que van a comer con él, se las distribuirá. 5En seguida que la hayan recibido besarán la mano del abad y se sentarán en silencio.

6Después llamará a los prepósitos de una de las mesas, y les dará las raciones de toda su mesa. 7Despedidos éstos, llamará a los otros y se las dará también a ellos. 8Lo cual, si con la ayuda del Señor, la comunidad fuese numerosa, hará así con todas mesas. 9Los prepósitos, cuando hayan recibido sus raciones y las de sus hermanos, besarán las manos del abad para honrar al superior. 10Igualmente cuando ellos mismos las distribuyan a sus hermanos en las mesas, los hermanos les besarán las manos (en señal) de humildad, y después que cada uno la reciba se sentará en silencio. 11Después, cuando todos estén sentados, se levantará de la mesa el semanero de la lectura, recibirá su ración, besará la mano de quien se la da, la confiará al celerario y se volverá a sentar en la silla con el códice. 12Luego ingresarán los semaneros de cocina con el celerario, recibirán sus raciones de sus prepósitos y les besarán las manos. 13De la misma forma también el celerario, que no forma parte de ninguna decanía, recibirá su ración de la mano del abad. 14Cuando la haya recibido, besará también la mano de quien se la da y la pondrá sobre su mesa.

15En seguida ofrecerán, primero al abad, después a todos y finalmente a sí mismos, un vaso de vino puro a cada uno. 16Inmediatamente los semaneros irán a servir primero la mesa del abad, después presentarán a la bendición del abad los platos de las diferentes mesas que hayan traído. 17Así entonces se bendecirá todo lo que se lleva a las mesas, tanto crudo como cocido; 18quien hace el signo de la cruz, dirá estas palabras[2]: “Bendice, Señor, todo cuanto vamos a tomar de aquí”; 19de este modo todo lo que sobre, o que se deseche, o caiga (al suelo), todo lo que no se consume, será arrojado al suelo y pisado, para que no se vea una cosa bendecida sufrir injuria. 20Por tanto, esos platos, (ya) bendecidos, se pondrán sobre las mesas, y cuando hayan sido servidos, se sentarán con el celerario en la mesa de sus prepósitos y comerán al mismo tiempo que la comunidad.

21Terminadas esos (platos), se levantarán los semaneros. Uno recogerá los platos, el otro pondrá un recipiente con agua, primero en la mesa del abad, para que los hermanos se laven las manos por sí mismos. 22Después la retirará y la pondrá sucesivamente en las diversas mesas, y cuando todos se hayan lavado las manos, la colocará a un lado.

23En seguida, según el número (de comensales) de la primera mesa, mezclarán bebidas calientes medidas en un vaso de arcilla, 24y refrigerada en una copa, pedirá la bendición el que la preparó y la probará, (para ver) si la mixtura está a la temperatura conveniente, y entonces la distribuirá a todos los de la primera mesa. 25Terminando de servir a estos, irán a la segunda (mesa) y de nuevo prepararán el número (de bebidas necesario), y pedida la bendición la probará para verificar la temperatura[3], y la distribuirá a esos. 26Y cuando hayan llegado a la mesa donde se sientan los mismos semaneros con el celerario, añadirán sus propias bebidas en el número, y después de todos, pedirán la bendición y beberán.

27Siempre que se prepare ese vaso, antes de probarlo y distribuirlo, se le ofrecerá al abad para que lo bendiga. 28Si el abad estuviese ausente, los prepósitos bendecirán en cada mesa, por turno, los platos dejados en las mesas y los vasos en que se preparan las bebidas. 29Pero si se le hubiere enfriado a alguno (la bebida) en la copa, o si se le agrega (agua) caliente, deberá decir nuevamente “Benedicite”, cuando quisiere beber, para pedir también la bendición del Señor por lo que se ha añadido.

30Terminado el servicio de las bebidas, los semaneros saldrán afuera para traer los otros alimentos cocidos, y cuando los hayan traído, se sentarán en sus lugares en silencio y comerán. 31Y después de terminados los alimentos cocidos, los semaneros se levantarán y los retirarán, 32y nuevamente, una vez que el abad haya bendecido el vaso y, con la bendición, ellos lo hayan probado, servirán la bebida preparada[4] para cada mesa según el número de los que están en cada una, y ellos mismos beberán en último lugar, igual que antes. 33Después de realizado esto, inmediatamente lavarán los platos y el celerario se levantará, los tomará y pondrá (en ellos) un alimento crudo de la despensa, cualquiera que fuere[5]; cuando (los platos) hayan sido llevados, bendecidos y puestos en las mesas, se volverán a sentar en sus lugares y comerán en silencio[6]. 34Cuando esos (platos) sean levantados, en seguida los semaneros recogerán con respeto las migas de pan, primero las de la mesa del abad, luego las de las diversas mesas. 35Cuando esas migas son recogidas y levantadas de cada mesa, los semaneros dirán juntos: “Deo gratias”. 36Recogidas cotidianamente en un recipiente, como dijimos, los semaneros las enviarán al celerario para que las guarde reverentemente. 37Con esas (migas) cocinarán un pequeño plato cuando salgan de su semana, como se mostrará en un próximo capítulo. 38Habiendo sacado esas migas, de inmediato los semaneros distribuirán la medida de bebida acostumbrada, como está prescrito. 39Al igual que precedentemente, pedida la bendición, (los semaneros) beban también en último lugar.

40Si decimos que los semaneros y el celerario tomen parte en la mesa común, (es) para que nadie en absoluto, coma en secreto, separadamente, sin límite, o a escondidas, sino que para todos haya una medida común de temperancia y sobriedad; 41porque cuando se come a escondidas se obra fraudulentamente, y se peca para satisfacer la gula sin medida.

42Una vez terminadas esas actividades, cuando el abad se levante, todos se pondrán de pie, y de inmediato toda la comunidad a una con los semaneros y el celerario dirán: “Deo gratias”. 43En seguida dirán el versículo, estando todos presentes, para dar gracias al Señor por medio de la oración. Y para que nadie falte los prepósitos contarán sus decanías, a fin de que así como todos tomaron parte en la mesa común, así también se les vea presentes en la oración. 45Porque siempre la oración con versículos debe abrir y cerrar la comida y bebida.

46Si un hermano no estuviera presente para decir el versículo antes de la comida, no se sentará en la mesa, sino que comerá aparte en un platillo, sin la bendición y sin la señal de la cruz, 47se le dará la bebida mezclada sin bendición, y hasta que se levante nadie le hablará. 48Ya que si es espiritual le dolerá comer sin Dios. 49Quien no estuviere para el versículo final, terminada la comida, en la siguiente refección también será separado de la mesa y comerá y beberá sin la bendición. 50Estas excomuniones permanecerán hasta que satisfaga con la cabeza inclinada hasta las rodillas, prometiendo al superior enmendarse.

51Si, tal vez, los semaneros, cuando ejercen el servicio no alcanzan a servir a todos, comunicarán esto a los prepósitos, 52y de inmediato éstos designarán a un hermano de la misma decanía para que se les una a fin de ayudarles. 53Y todas las veces que los semaneros en el servicio de las mesas sirvan negligentemente a las mesas, al otro día, a la hora de la refección, el abad se levantará, 54y con uno de los prepósitos, o dos si la comunidad fuera numerosa, harán ellos mismos el servicio de todas las mesas, 55para enseñarles cómo deben hacer, lo que no supieron cumplir; 56y para que todos los hermanos se avergüencen, reconociendo que (participando) de la misma naturaleza humana y en el mismo servicio de Dios, no merecieron la gracia de la divina sabiduría, como la que alcanzaron los hermanos más serviciales.

 


[1] Cf. Historia monachorum 1; PL 21,401 D; Jerónimo, Vida san Pablo ermitaño 10.

[2] Lit.: dirá con la boca (sic dicat ore).

[3] Para verificar la temperatura: propter aequalitatem.

[4] Mixtum.

[5] Otra traducción: “todo lo que encuentre en la despensa”. Se trata de un postre.

[6] Se refiere a los semaneros y al celerario.