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Santuario de Paray-le-Monial

El Rector, P. Bernard Peyrous[1]

22 de febrero de 2013

Beatísimo Padre,

Como Rector del Santuario de Paray-le-Monial, la ciudad donde Cristo reveló su Corazón a santa Margarita María, quisiera aportar mi apoyo a la solicitud de las Órdenes Benedictina y Cisterciense, relativa al Doctorado de santa Gertrudis de Helfta.

Mi apoyo está motivado por la convicción de que santa Gertrudis puede ser una de los apóstoles de los tiempos futuros. Quisiera explicitar este punto:

1. Me parece que el mundo actual está implicado en un inmenso combate, en el cuál es el amor, lo que está en juego. Por todos lados parece que el amor se enfría y que el egoísmo, la violencia y la sensualidad invaden todas las cosas. Incluso los Estados y las organizaciones internacionales toman medidas en las que, frecuentemente, se rechaza todo amor auténtico. Ahora bien, existe en la historia de la espiritualidad católica una inmensa corriente de amor a Cristo y de amor al prójimo, marcada en particular por los nombres de san Bernardo, santa Catalina de Siena, san Francisco de Sales, santa Margarita María, san Juan Bosco, santa Teresa del Niño Jesús, santa Faustina, por no citar más que algunos. Esta gran corriente de amor se ha manifestado de una manera eminente en el culto al Corazón de Jesús, del cuál santa Gertrudis ha sido precursora. Como san Bernardo ha sido un Doctor del Amor, santa Gertrudis lo ha sido igualmente, a su manera.

2. El rol de santa Gertrudis le ha sido revelado de algún modo por san Juan mismo, en una gran aparición que ella relata, donde el apóstol amado le explicaba que el culto al Corazón de Jesús estaba reservado a nuestros tiempos. Ella ha querido ser por sí  misma el “Heraldo del Amor divino” -para retomar el título de uno de sus libros-; ha anunciado al mundo este combate entre el amor ardiente del Corazón de Cristo que se derrama en el corazón de los hombres y este enfriamiento del amor que nos amenaza particularmente hoy.

 

3. Este amor que prometió santa Gertrudis toma una forma femenina. Hay ahí, a mi ver, una razón suplementaria para el doctorado de santa Gertrudis. La imagen de la mujer está terriblemente degradada actualmente. Mostrar que una mujer, una religiosa, es capaz de un amor inmenso, porque éste es recibido de Cristo, y que este amor es capaz de hacerla plenamente feliz, es también algo de lo que nuestro mundo tiene necesidad.

4. Quisiera insistir, en fin, sobre el hecho de que la espiritualidad de santa Gertrudis es accesible a todos aquellos que lo deseen, porque se desarrolla en el marco de la liturgia. Desde este punto de vista ella es muy hija de san Benito, y tiene algo que decir a nuestro mundo: la vida cristiana no es complicada; no hay necesidad de ir a buscar cosas extraordinarias para vivirla. La liturgia le da, una y otra vez, un alimento que la nutre sin cesar. Por otra parte, considerar la Liturgia como una fuente de amor, es una enseñanza válida para la Iglesia misma, en particular para los sacerdotes y los consagrados, que le están más especialmente ligados.

Por todas estas razones, Santo Padre, le pido que tenga a bien declarar a santa Gertrudis, Doctora de la Iglesia.

Acepte, le ruego, la expresión sincera de mi profundo respeto y mi oración filial,

 

B. Peyrous.

Santuario de Paray-le-Monial

 

Maison des Chapelains (Residencia de los Capellanes) 71600- Paray-le-Monial

Tel. 03 85 81 90 29 / Fax 03 85 81 90 30 e-mail: Bpeyrous@emmanuel.info


[1] Traducción del francés: Hna. Ana Laura Forastieri, ocso. Agradecemos la autorización para su publicación.