Pontificia Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires”
Facultad de Teología
Concordia 4422 (C1419AOH), Buenos Aires, Argentina
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Prot. 40/13
Buenos Aires, 5 de junio de 2013
Santo Padre Francisco,
Tengo el honor de dirigirme a Ud. a fin de expresarle la adhesión de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina, a la causa del Doctorado de la Iglesia para santa Gertrudis de Helfta (1256-1301/2), que promueven las Órdenes Cistercienses y Benedictina, y que en nuestro medio apoyan las tres conferencias monásticas que reúnen a todos los monasterios y congregaciones de vida activa que siguen la regla de san Benito o se inspiran en ella, implantados en América Central, del Sur y el Caribe.
Como ha reconocido Benedicto XVI, santa Gertrudis “es una de las místicas más famosas, la única mujer de Alemania que recibió el apelativo de ‘Grande’ por su talla cultural y evangélica; con su vida y su pensamiento ha incidido de modo singular en la espiritualidad cristiana (audiencia general del 6 de octubre de 2010).
Siendo contemporánea al desarrollo de la gran Escolástica, santa Gertrudis se ubica en el punto histórico de inflexión en que la unidad tradicional entre la teología y la vida espiritual comienza a debilitarse. Ella pertenece, sin embargo, al mundo monástico, donde la integración entre la vida y la reflexión teológica, se cultiva y se defiende. Su intensa vida mística y de dirección espiritual del prójimo, le valió de sus contemporáneos el apelativo de Teóloga, entendido en el sentido pleno que esta palabra tenía en la Edad Media: como el título de una maestra y doctora dentro de la Iglesia, cuyo ministerio y misión consisten en exponer la revelación en su plenitud y totalidad, uniendo vitalmente teología y santidad.
Por su arraigo en la liturgia de la Iglesia, su vida mística está profundamente enraizada en el dogma y en la Revelación, constituyendo una expresión cabal del principio: lex orandi, lex credendi. Sus visiones son explicación y desarrollo del misterio celebrado en la liturgia; orquestan el contenido objetivo de la Revelación en una presentación plástica, que permite captar aspectos del dogma con mayor profundidad y riqueza de matices. Con la ingenuidad y la sabiduría propia de los pequeños, Gertrudis saca su ciencia inmediatamente de la Revelación, que le llega con igual inmediatez de la Sagrada Escritura y de la Liturgia de la Iglesia, a través de las cuáles recibe la iluminación interior del Espíritu Santo.
Su mística es plenamente eclesial: lejos de centrarse en los estados subjetivos del alma, sus gracias internas se encuentran siempre al servicio del acontecimiento único de la Revelación. Es una mística dogmática al servicio de un mensaje que debe transmitir a la Iglesia. Lo que le interesa ante todo es comunicar este mensaje, que no es otra cosa que una interpretación de la profundidad arcana de la única Revelación para el hoy de la Iglesia, con un alcance duradero, capaz de iluminar nuevas perspectivas a lo largo de los siglos.
En ella se verifica plenamente lo que señala H. U. von Baltasar: “El Espíritu Santo hace progresar la comprensión de la Revelación a lo largo de la vida de la Iglesia. Pero esta comprensión no es dada al individuo aislado sino a la Iglesia, en cuya experiencia solo participa el individuo, y de la manera más profunda el santo, que permite que su experiencia privada sea informada totalmente por la experiencia de la Iglesia” (Teología y Santidad. En Ensayos teológicos I Verbum Caro, Guadarrama, Madrid, 1964, p. 256).
Me parece importante destacar también la importancia del símbolo esponsal, omnipresente en la experiencia Gertrudis, muy en consonancia con la tradición patrística: “La doctrina de la fe se produce siempre en la Iglesia en un diálogo viviente entre el esposo y la esposa (...). Frente a la Revelación no se da una ‘objetividad’ científica neutral y desinteresada. Sólo se da el diálogo personal de Palabra y fe, Cristo e Iglesia, en el misterio del Cantar de los Cantares” (H. U. von Baltasar, ob cit., p. 260).
El sentido de discretio típicamente benedictino y el optimismo antropológico que hereda de la tradición cisterciense, muestran a santa Gertrudis en sus escritos como una maestra experimentada en los caminos del espíritu, con una antropología equilibrada e integradora de todas las dimensiones del ser humano, y con una doctrina espiritual que hace pié en la acción de la gracia en el ser humano, a la que anima a colaborar, sobre todo, a través de una actitud de plena confianza. Alma y cuerpo, mente y corazón, virtud y defectos, persona y comunidad, aparecen unidos en una síntesis fresca, simple, que es expresión de confianza y de positividad, e invita a la alegría de la fe.
Santo Padre, entiendo que la recuperación del patrimonio dogmático aportado por las místicas medievales abre un amplio camino a la profundización vital del dogma en la vida de la Iglesia. A su vez, la nueva evangelización, tanto al interior de la Iglesia como más allá de sus límites visibles, reclama la presentación de modelos vivos donde se muestren unidos dogma y vida, teología y santidad. El hombre y la mujer contemporáneos son especialmente sensibles a la dimensión experiencial de la fe. En este sentido, la presentación autobiográfica y testimonial del dogma, que ofrecen los escritos de santa Gertrudis, resulta de gran actualidad. Por todo ello, auspicio que su proclamación como Doctora de la Iglesia abra nuevas perspectivas a la Iglesia, para llegar a los hombres y mujeres de hoy y de los tiempos futuros, en su tarea evangelizadora.
Expresando a S.S. la particular cercanía de nuestra Facultad Teológica a su ministerio petrino y solicitando humildemente su bendición para nuestra labor formativa, lo saluda con reverente devoción,
P. Fernando Ortega
Decano de la Facultad de Teología
Pontificia Universidad Católica Argentina
Santa María de los Buenos Aires