Inicio » Content » PRESENCIA DE SANTA GERTRUDIS EN LA EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA (I)

Santa Gertrudis, anónimo siglo XVIII, escultura de madera tallada y policromada (52,5 x 47,5 cm), Museo Nacional del Virreinato, México.

 Ana Laura Forastieri, ocso

Resumen: Los Episcopados de Latinoamérica están apoyando unánimemente la postulación de Santa Gertrudis al Doctorado de la Iglesia ¿Cómo se explica este hecho, tratándose de una santa alemana del siglo XIII? En la difusión universal del culto a santa Gertrudis pueden distinguirse dos corrientes históricas vinculadas con los procesos culturales y políticos de Europa. Ambas líneas ejercieron su influencia en América, coincidiendo con las dos corrientes evangelizadoras que operaron en el continente: la Primera Evangelización y la evangelización decimonónica. Cada una de ellas entrañó un modelo propio de evangelización: la Primera Evangelización inculcó la idea de la unidad espiritual e institucional de la fe cristiana; el embate del racionalismo, que penetró sobre todo en el Cono Sur a través de los movimientos independentistas, debilitó el espíritu de la primera evangelización, aunque sus raíces más hondas han permanecido. Santa Gertrudis fue una de las santas más difundidas en América durante el período virreinal. Dentro del paradigma de la primera evangelización, proveyó el ideal de santa religiosa bajo en el cual se formaron e interpretaron las primeras generaciones de monjas y beatas americanas, hasta que fueron surgiendo modelos locales. En el siglo XVIII los jesuitas la difundieron como a la santa del Sagrado Corazón de Jesús. Con la expulsión de los jesuitas y el surgimiento de santas locales su culto fue decreciendo en América. Pero en el siglo XIX, en pleno racionalismo, su devoción renació con nuevo impulso en Europa, llegando a ser propuesta como emblema del naciente movimiento litúrgico. Y bajo este nuevo paradigma volvió a ser introducida en Brasil y en el Río de la Plata, en la segunda ola evangelizadora. La abundante iconografía de santa Gertrudis presente en las iglesias del continente y plasmada en período barroco, sigue transmitiendo un mensaje comprensible, atractivo y actual para la piedad popular latinoamericana.

 

Hoy como ayer[1], América Latina continúa manifestándose como el continente de la esperanza; hoy como ayer, el Pueblo de Dios peregrino en América se muestra capaz de leer los signos de los tiempos de un modo intuitivo, afectivo y cordial. Hoy como ayer la piedad popular latinoamericana, en su variedad cultural, manifiesta un sensus fidei unificado, que sabe captar lo esencial del mensaje de la fe y traducirlo en oración, en acción y en símbolos capaces de iluminar el presente y orientar la historia. 

Los Episcopados de Latinoamérica están apoyando unánimemente la Postulación de santa Gertrudis al Doctorado de la Iglesia[2]. ¿Qué es lo que el Pueblo de Dios y sus Pastores captan como actual y relevante en esta santa alemana del siglo XIII, para auspiciar que su mensaje sea puesto como luz en la cima del monte? ¿Qué es lo que, de ella, toca y moviliza el corazón religioso de América Latina? El Cardenal Damasceno Assis, al expresar el apoyo del Episcopado de Brasil[3], afirma: 

“El mensaje fundamental de la santa, basado en la misericordia de Dios que sale a nuestro encuentro y a la cual tenemos que responder con la confianza, posee una gran actualidad pastoral”. “Su imagen, con Cristo en el corazón, expresa un lenguaje que tiene gran afinidad con la piedad popular latinoamericana”. 

Y el Cardenal Ezzati en la carta de apoyo del Episcopado de Chile[4] sostiene:

 “A la luz del acontecimiento de Aparecida […] estamos convencidos de que debemos ofrecer a nuestro pueblo la riqueza de la contemplación y la mística cristianas […]. Pensamos, Santo Padre, que la difusión de las enseñanzas de santa Gertrudis, contribuirán a realizar su deseo de ‘que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona, llevando la bondad y la ternura de Dios’ (Misericordiae Vultum, 5[5])”.

Según los textos expuestos, los obispos del continente interpretan la doctrina de santa Gertrudis como una respuesta oportuna a los signos de los tiempos, es decir, bajo el signo de la esperanza. Esta visión profética hunde sus raíces en la historia de la evangelización de América; es allí donde debemos buscar los cimientos de esta comprensión cordial, valorar su significado y su proyección futura; porque la historia revela la plenitud de su sentido a la luz de la esperanza.

 

1. Dos corrientes históricas de difusión del culto a santa Gertrudis

En la difusión universal del culto a santa Gertrudis se pueden distinguir dos grandes corrientes históricas vinculadas con los procesos políticos y culturales de Europa; ambas ejercieron su influencia en Iberoamérica, en concordancia con las dos corrientes evangelizadoras que operaron en el continente: la primera evangelización y la evangelización del siglo XIX, cada una de las cuales entrañó un modelo propio de evangelización[6].  

 

1.1. Primera corriente: siglos XVI a XVIII

La primera corriente surgió en España a mediados del siglo XVI y llegó a su apogeo en el siglo XVIII. La obra de santa Gertrudis conoció un gran éxito y se difundió allende los territorios germánicos a partir de la primera edición de imprenta, realizada en 1536 en Colonia, por el monje cartujo Johannes de Greetch, apodado Lanspergius[7]. Entró en España a través de Luis de Blois, abad benedictino que recomendó su lectura en sus propios escritos. Luis de Blois era flamenco y uno de los autores espirituales más respetados y leídos por el emperador Carlos V; esto hizo que santa Gertrudis pasara del mundo germánico al español. A través de Blois santa Gertrudis llegó a los monjes benedictinos de la Congregación reformada de Valladolid, que estaba en plena expansión en España en ese momento.

La reforma de Valladolid difundió ampliamente esta devoción en el mundo hispánico peninsular y ultramarino. Uno de sus monjes, Juan de Castañiza, predicador de Felipe II, junto con Diego de Yepes, monje jerónimo, obispo de Tarragona y confesor del rey, son los responsables de la primera edición latina de la obra de santa Gertrudis en España (1599). Esta edición fue tan exitosa que movió a otro monje de la congregación de Valladolid, Leandro de Granada, a emprender la primera traducción al español en dos tomos: uno editado en 1603 y el otro en 1607, los cuales conocieron seis reediciones a lo largo del siglo XVII. Yepes era el confesor de Teresa de Ávila y fue por él que la santa carmelita y sus hijas conocieron a santa Gertrudis.

La edición española de 1603 estaba acompañada de un grabado que determinó las representaciones posteriores. Se ve allí a santa Gertrudis con los signos iconográficos que después se generalizarían: hábito benedictino, báculo, corazón expuesto, Niño Jesús, libro y pluma. El atributo fundamental que la distingue de otras santas en la iconografía es su corazón expuesto en el pecho con el Niño Jesús. 

Por esta línea, contemporánea a la conquista española la devoción a santa Gertrudis llegó a nuestro continente y se propagó ampliamente a partir de tres centros: México, Perú y Brasil. Su culto se difundió por medio de triduos, novenas y ejercicios devotos; se multiplicaron las biografías, extractos, obras de edificación y noticias diversas en colecciones de vidas de santos. Fue una devoción masiva en los conventos de monjas del continente. El Monasterio de la Concepción de México, primera fundación de vida contemplativa en América (1540), fue el segundo lugar en el mundo que obtuvo el privilegio de celebrar la Misa y el Oficio en honor de santa Gertrudis[8] en 1609, setenta años antes de que ella fuera inscripta en el Martirologio Romano.

Continuará

 


[1] Comunicación presentada en la XXXV SEMANA DE TEOLOGÍA EN SALTA “En el camino de Emaús. Esperanza que fecunda la historia” 19-22 de septiembre de 2016. Publicada en Sociedad Argentina de Teología: En el camino de Emaús: Esperanza que fecunda la historia, 1ª ed. Buenos Aires: Ágape Libros, 2017, 311-322.

[2] Causa promovida por las Órdenes Monásticas de Regla Benedictina. Cuenta con los apoyos de los siguientes Episcopados Latinoamericanos: Argentina, Venezuela, Perú, Brasil, Chile, Ecuador, Colombia, Uruguay, México y Honduras. Cfr: Conferencia Episcopal Argentina, Carta Postulatoria de la Conferencia Episcopal Argentina, Buenos Aires, 26 de agosto de 2014 [en línea] http://surco.org/content/carta-postulatoria-conferencia-episcopal-argentina [consulta: 8 de mayo de 2016]; Conferencia Episcopal Venezolana, Carta Postulatoria de la Conferencia Episcopal Venezolana, Caracas, 9 de febrero de 2015 [en línea] http://surco.org/content/carta-postulatoria-conferencia-episcopal-venezolana [consulta: 8 de mayo de 2016]; Conferencia Episcopal Peruana, Carta Postulatoria de la Conferencia Episcopal Peruana, Lima, 8 de marzo de 2015 [en línea] http://surco.org/content/carta-postulatoria-conferencia-episcopal-peruana [consulta: 8 de mayo de 2016]; Conferencia Nacional dos Bispos do Brasil, Carta Postulatoria de la Conferencia Episcopal Brasilera, Brasilia, 31 de marzo de 2015 [en línea] http://surco.org/content/carta-postulatoria-conferencia-episcopal-brasilera [consulta: 8 de mayo de 2016]; Conferencia Episcopal de Chile, Carta Postulatoria de la Conferencia Episcopal Chilena, Santiago de Chile, 24 de agos to de 2015 [en línea] http://surco.org/content/carta-postulatoria-conferencia-episcopal-chilena [consulta: 8 de mayo de 2016]; Conferencia Episcopal Ecuatoriana, Carta Postulatoria de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, Quito, 5 de noviembre de 2015 [en línea] http://surco.org/content/carta-postulatoria-conferencia-episcopal-ecuador [consulta: 8 de mayo de 2016]; Conferencia Episcopal de Colombia, Carta Postulatoria de la Conferencia Episcopal de Colombia, Bogotá, 1º de abril de 2016 [en línea] http://surco.org/content/carta-postulatoria-conferencia-episcopal-colombia [consulta: 8 de mayo de 2016]; Conferencia Episcopal Uruguaya, Carta Postulatoria de la Conferencia Episcopal de Uruguay, Montevideo, 21 de abril de 2016 [en línea] http://surco.org/content/carta-postulatoria-conferencia-episcopal-uruguay [consulta: 8 de mayo de 2016]; Conferencia del Episcopado Mexicano, Carta Postulatoria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Ciudad de México, 27 de junio de 2016 [en línea] http://www.surco.org/content/carta-postulatoria-conferencia-episcopal-mexico [consulta: 30 de junio de 2016]; Conferencia Episcopal de Honduras, Carta Postulatoria de la Conferencia Episcopal de Honduras, Tegucigalpa, 13 de octubre de 2016 [en línea] http://www.surco.org/content/carta-postulatoria-conferencia-episcopal-honduras [consulta: 14 de octubre de 2016].

[3] Conferencia Episcopal Brasilera: Carta Postulatoria, cf. nota 2.

[4] Conferencia Espiscopal Chilena: Carta Postulatoria, cf. nota 2.

[5] SS. Francisco, Bula de Convocación al Jubileo Extraordinario de la Misericordia, Misericordiae Vultum, 11 de abril de 2015 [en línea] http://w2.vatican.va/content/francesco/es/bulls/documents/papa-francesco_bolla_20150411_misericordiae-vultus.html [consulta: 14 de octubre de 2016].

[6] Sobre las dos grandes corrientes evangelizadoras en América Latina cfr.: CELAM, III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Documento de Puebla, Puebla (1979), Capítulo I: Visión histórica de la realidad latinoamericana: Los grandes momentos de la evangelización en América Latina, Nº 4-14 [en línea] http://www.ensayistas.org/critica/liberacion/puebla/1-1.htm [consulta: 8 de mayo de 2016]; CELAM, Secretariado General del, Iglesia y Religiosidad Popular en América Latina, Bogotá, 1977, Nº 27-39; Conferencia Episcopal Argentina, LXII Asamblea Plenaria, 4-9 de mayo de 1981, Iglesia y Comunidad Nacional, Primera Parte: Nuestra Historia, Nº 3-37 [en línea] http://www.cea.org.ar/07-prensa/iglesia_y_comunidad_nacional_2.htm [consulta: 8 de mayo de 2016].

[7] En 1342, poco después de la muerte de santa Gertrudis (1302), el monasterio de Helfta fue destruido por las tropas del conde Alberto de Brunswick y en 1346 la comunidad reinstaló en Eisleben bajo el nombre de Novum Helfta. Este hecho determinó la pérdida de la tumba de Gertrudis y de los manuscritos originales de su obra, no obstante sus escritos ya se estaban difundiendo a través de copias. En el siglo XVI las ediciones de imprenta se multiplicaron por toda Europa y la recientemente descubierta América. Su veneración creció con tal fuerza, que la Santa Sede la canonizó por equivalencia en 1678.

[8] El primero en obtener la celebración de la fiesta es el monasterio de monjas benedictinas de Lecce, Italia, en 1606.