Pasaron diecisiete años desde la última publicación de un número doble en nuestra revista (n. 142-143, julio-diciembre 2002). Y pensamos, en la última reunión del Consejo de Redacción, que había llegado el momento, la oportunidad, de ofrecer nuevamente una edición de esas características.
No fue simplemente una opción de conveniencia, sino que se pensó en renovar, actualizar, ese formato y, al mismo tiempo, unirnos a la celebración del XII° Encuentro Monástico Latinoamericano (EMLA), que se realizará del 30 de septiembre al 6 de octubre en San Antonio de Arredondo, Córdoba, Argentina.
Este número que ahora presentamos puede considerarse como una suerte de compendio de nuestra vida monástica cristiana. Valiosas colaboraciones que nos ayudan a conocer algunos aspectos salientes de nuestra ya extensa historia:
- nuestros antecesores o predecesores: los esenios;
- la importancia del aporte de Orígenes; su influencia en el ámbito de la lectio divina y la vida espiritual, que ha sido, y sigue siendo, decisiva para el monacato;
- los apotegmas de los Padres y las Madres del desierto, que nos enseñaron con su vida y sus palabras qué significa ser monje/monja;
- las Cartas que nos legaron para vivir con coherencia nuestro compromiso (sección Fuentes);
- un ejemplo concreto de inculturación de la vida monástica: el monacato en Iberia;
- una figura notable del monacato medieval: Gertrudis de Helfta, una santa enamorada de Cristo.
Finalmente, dos aportes significativos sobre monacato y vida eclesial en el siglo XX:
- la influencia de san Benito, de su legado, en la vida de un gran santo de nuestro tiempo: Pablo VI;
- el monacato y la nueva evangelización.
Deseo terminar estas líneas con dos interrogantes que nos plantean los textos que hallaremos en este número:
1) ¿Qué pensamos de la respuesta de este monje?
«Sucedió que un día los ancianos fueron a ver a abba Abraham, el profeta de la región. Lo interrogaron sobre abba Bane diciendo: “Hemos dialogado con abba Bane sobre la reclusión en la que se encuentra, él nos ha dicho estas graves palabras: que estima toda la ascesis y las limosnas que hizo como una profanación”. Y el santo anciano Abraham les respondió y les dijo: “Él habla rectamente”. Los ancianos quedaron afligidos por causa de su propia vida, que era de esa forma. Pero el anciano Abraham les dijo: “¿Por qué se afligen? Durante el tiempo, en efecto, que abba Bane distribuía la limosna, ¿acaso podía alimentar un poblado, una ciudad o un país? En cambio, es posible que ahora Bane eleve sus dos manos para que la cebada llegue en abundancia al mundo entero. También le es posible pedir a Dios que perdone los pecados de toda esta generación”. Y los ancianos, después de haberlo oído, se alegraron de que hubiera un orante que intercediera por ellos»[1].
2) ¿Llevamos a la práctica, aunque cantemos Salmos, esta recomendación?
«Si no sabes salmodiar, da gracias a Dios y di: “Gloria a ti, oh Dios”, y di esta palabra muchas veces y, si puedes, diez mil veces: “Gloria a ti, oh Dios”»[2].
[1] Le manuscrit de la version copte en dialecte sahidique des “Apophtegmata Patrum “, por M. Chaîne, Le Caire, 1960, n. 249 (Publications de l’Institut français d’archéologie orientale. Bibliothèque d’études coptes, t. VI).
[2] Carta del bienaventurado padre Arsenio, 14.
“… Respecto de los esenios, vale la pena informarnos mejor a base de las investigaciones más recientes y autorizadas, cuyas conclusiones pueden iluminarnos, no sólo para conocer mejor el contexto humano en el que vivían Jesús y la primera comunidad cristiana, sino también para captar mejor la sorprendente relevancia de este tema en el mundo del siglo XXI”.
“La exégesis de Orígenes se entiende mejor como un rasgo de su experiencia de profunda oración”.
«Uno no puede menos que alegrarse de que una semejante proliferación de publicaciones haya llamado la atención sobre este vasto corpus capaz de alimentar la renovación de la vida espiritual –la de todo cristiano como también la de los monjes y las monjas– en el camino del “retorno a las fuentes”, de lo cual ha hecho el elogio el Vaticano II».
“Surge una pregunta: ¿Qué papel desempeñó el mundo cristiano norteafricano y oriental en el origen y difusión del movimiento monástico en la Península Ibérica a lo largo de la sexta y séptima centurias?”.
“En este artículo se procura dar una noticia actual sobre la situación de los trabajos en favor de la declaración de santa Gertrudis como Doctora de la Iglesia, y una visión general de la problemática que la causa enfrenta con respecto a la determinación de la base literaria de la obra de santa Gertrudis y las demás escritoras del monasterio de Helfta en el mismo período”.
“Pablo VI fue un fino conocedor de la Regla de san Benito, de la vida monástica y la influencia que ella ejerció sobre él supera en mucho a la de una simple atracción, incluso espiritual. Giovanni Battista Montini a lo largo de toda su vida amó a los benedictinos, se inspiró en su manera de ser y encontró en ellos maestros y amigos”.
«En consecuencia, los monjes del desierto, que dedicaron toda su vida a esta búsqueda “filosófica”, legaron a la Iglesia entera, un patrimonio enorme de sabiduría espiritual adquirida poco a poco basada en las Escrituras pero muy perfeccionada por la precisión de pensamiento que la filosofía griega promovió».
“Si oras, no te apresures. Considera delante de quién estás. Más aún, condúcete con calma y reza, porque la oración se convierte en un dardo que expulsa a los demonios y ellos se apresuran a huir”.