VIRGEN DE LA TERNURA DE VLADIMIR
Icono bizantino. Siglo XII
La “Vladimirskaia” ha sido considerada siempre como la obra maestra no solo de la pintura sacra bizantina sino de la pintura religiosa de todos los tiempos.
El rostro de la Virgen es admirable por la nobleza de los rasgos y por la intensa espiritualidad. En su mirada preocupada, con sus ojos grandes, alargados, en forma de almendra, se lee el doloroso pensamiento de los futuros sufrimientos del Hijo.
En el icono la Madre indica al niño con la mano izquierda y esto tiene un doble significado: señala al Divino Niño como el camino que ha de seguirse, como Aquel a quien es conveniente dirigirse. Es además el gesto de la “Hodigitria” el de Aquella que muestra la vía. Como en las Bodas de Caná nos dirige una invitación y al mismo tiempo un mandato: “Hagan todo lo que Él les diga” (Jn 2,5).
El Niño está acariciando a la Madre como despreocupado de los sentimientos de Ella. Tiene el aspecto de un niño de cinco o más años y su rostro está serio, pero no por severidad o majestad sino por manifestar seguridad. Es el rostro dulce y seguro del Creador que da seguridad y conforta.
EDITORIAL
En la tercera entrega de nuestra revista proseguimos la publicación de las relaciones del Congreso de Abades Benedictinos (1996), en torno al tema de la formación. Y en esa misma línea se ubica la segunda parte del artículo de la Prof. Silvia Rodríguez Quiroga.
Los otros artículos de este número se mueven entre dos polos importantes en la vida de una cristiana, de un cristiano: la expresión de la fe por medio del arte y la memoria de quienes nos han precedido por el camino de la santidad.
Al primero de esos aspectos se dedican dos contribuciones. Una del P. Fernando Rivas, osb, sobre el, por así decirlo, «redescubierto» canto gregoriano. Otra, de la Prof. Maria Giovanna Muzj, que nos ayuda a penetrar en la belleza y profundidad teológica de los iconos. Se trata de una fe cantada, celebrada, contemplada, hecha vida gracias a los sentidos y a la afectividad.
El segundo polo, tan necesario para nuestra vivencia cristiana, es la memoria de lo que hicieron nuestros padres en la fe. Y justamente este año celebramos el aniversario de dos de ellos: san Martín de Tours y santa Teresita de Lisieux. En este número hemos querido homenajear al más «anciano». Como ECUAM ya publicó su vida, lo hacemos de un modo muy simple pero no menos profundo, poniendo ante nuestros ojos su imagen de amor, de caridad con los más pobres. Esperamos poder publicar, en el próximo número, una contribución que nos acerque al rostro femenino de santa Teresita.
El icono que el lector contemplará al abrir la revista nos recuerda una vez más la importancia de la ternura, ¿y quién como María para guiarnos hacia ella?
«María es verdaderamente Madre de la Iglesia. Marca al Pueblo de Dios. Pablo VI hace suya una concisa fórmula de la tradición: «No se puede hablar de la Iglesia si no está presente María» (Marialis cultus, 28). Se trata de una presencia femenina que crea el ambiente familiar, la voluntad de acogida, el amor y el respeto por la vida. Es presencia sacramental de los rasgos maternales de Dios. Es una realidad tan hondamente humana y santa que suscita en los creyentes las plegarias de la ternura, del dolor y de la esperanza» (Puebla, nº 291).
Cuadernos Monásticos en Internet
http://home.overnet.com.ar/cuadmon
«Voy a intentar describir aquellas situaciones que indican, tanto en la cultura como en la teología, que hay una cultura específicamente monástica y una teología específicamente monástica, aunque nos resulte difícil decir exactamente en qué consisten. (…) Trataré de proponer preguntas y respuestas a la cuestión acerca de las tradiciones (…), que justifican poder afirmar que existen una cultura y una teología monásticas. (…) Voy a indicar algunos caminos posibles para que esta herencia monástica sea trasmitida y desarrollada en nuestros tiempos».
«Respuesta» a la conferencia del P. Jeremy Driscoll, osb.
Este artículo nos propone profundizar «el fundamento teológico-espiritual del canto gregoriano. Solamente sobre esa base se puede llegar a comprender su valor más rico, el de ser oración viva, así como también apreciar su riqueza estética y calidad musical».
«En este artículo recorreremos el segundo tramo del camino emprendido en el artículo anterior, para reflexionar sobre el estudio en el marco de la caridad pastoral. Es también necesario detenernos a pensar sobre el complejo dinamismo que supone la tarea de saber, ya que requiere del esfuerzo personal y del auxilio de Dios».
Explicación detallada y profunda de este icono que publicamos en el número 121 de Cuadernos Monásticos.
Con esta imagen que identifica, como ninguna otra, al santo monje y obispo, nos adherimos a la celebración del año aniversario de su muerte (397-1997).