Capítulo 6. Que la paciencia extingue el ardor de la fornicación
La ira no favorece la práctica de la castidad
“Juan bautiza y se le acerca Jesús, quizá para santificar al que bautiza, en cualquier caso, es evidente que, para santificar a todo el antiguo Adán, sumergiéndolo consigo en el agua del Bautismo. Pero antes que a éstos y por su causa, santifica al río Jordán. Como era espíritu y carne, comienza por el espíritu y el agua. Juan se resiste y Jesús lo convence.
“Conducidos a Belén, amadísimos, gracias a la ayuda de la estrella que les precedía, los Magos, como lo ha narrado el evangelista, se llenaron de gran alegría, y, habiendo entrado en la casa, encontraron al Niño con María, y, postrándose, lo adoraron; y, abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones. oro, incienso y mirra. ¡Oh admirable fe, que se apoya en la ciencia perfecta! ¡Fe que no ha sido adoctrinada por la sabiduría terrena, sino formada por el Espíritu Santo!
«Aquel que, sin madre, fue engendrado por el Padre antes de la aurora, hoy, sin padre, ha asumido la carne en ti aquí en la tierra; la estrella anuncia la buena noticia a los Magos, y los ángeles, junto con los pastores, cantan tu parto virginal, ¡oh llena de gracia!
Capítulo 4. Por qué no es suficiente el empeño del esfuerzo humano para obtener la pureza de la castidad
La liberalidad de la gracia divina
“Ahora es la fiesta de la Teofanía o Natividad, que ambas denominaciones indistintamente se utilizan para designar un mismo acontecimiento. Dios se mostró a los hombres por medio de su Natividad. Por una parte, es y es siempre, y proviene del que es siempre, por encima de toda causa y razón -no había, en efecto, razón alguna superior al Verbo-.
Capítulo 2. Sobre “el cuerpo del pecado (Rm 6,6)” y sus miembros
El cuerpo del pecado está asociado a los vicios
Conferencia duodécima: segunda conversación con abba Queremón: sobre la castidad
Capítulos:
1. Las palabras de abba Queremón sobre la castidad.
2. Sobre “el cuerpo del pecado (Rm 6,6)” y sus miembros.
3. Sobre la mortificación de la fornicación y de la impureza.
4. Por qué no es suficiente el empeño del esfuerzo humano para obtener la pureza de la castidad.
Capítulo 13. El temor que nace de la grandeza del amor
“El afecto solícito”