Cuadernos Monásticos Nº 19

En estos últimos años mucho se ha hablado de “vida en comunidad”, de “fraternidades”, de “diálogo”, de “amistad entre hermanos”, etc. Esta reflexión era necesaria. La prueba más evidente de que estábamos en un extremo es que llevados por la ley pendular, estamos hoy monotemáticos en el otro extremo. Los religiosos y los monjes nos encontramos como saturados por un verdadero aluvión de artículos, libros, reuniones, conferencias, etc. Sobre el tema de las relaciones entre hermanos. El resultado es muy pobre: es frecuente ver consagrados, que después de esta especie de despertar o de lucidez respecto de las exigencias comunitarias, palpan más agudamente la incomunicación, la imposibilidad de integración, la necesidad de fraccionar hasta la atomización a la comunidad.

Tal vez lo que nos ha faltado es rezar este tema, en prolongado silencio, con un corazón pobre y sencillo, pidiendo a Dios un alma unificada y unificante. Hemos creído, quizás, más en la “dinámica de grupo”, que en la experiencia del Cenáculo: hombres débiles, pobres, miedosos, aguardando en silencio a María, el fuego de lo Alto, que es el único que puede enseñarnos “todas las cosas” para dialogar, amar, ser un solo corazón, una sola alma.

Hoy, Cuadernos Monásticos, ofrece la reflexión bíblica, filosófica y patrística sobre la amistad fraterna como esencial vivencia comunitaria, para todos los que ya han estado cuarenta días en silencio, oración y ayuno, aguardando al Amor.

La Dirección