Cuadernos Monásticos Nº 11

Editorial

Este número de Cuadernos Monásticos procura ser el comienzo de diferentes artículos sobre los diversos aspectos de la vida monástica que reflejarían en parte la actitud de búsqueda que nuestros monasterios del Cono Sur están realizando a fin de encontrar la respuesta que debemos dar hoy al mundo en proceso de cambio acelerado, y aquí en Latinoamérica en proceso de desarrollo socio-cultural. Esta búsqueda no es fácil:

. Requiere veracidad para no caer ni en la disculpa fácil o el disimulo de las mediocridades, ni en el lirismo de soluciones resentidas y más bien destructivas.

. Requiere inteligencia a fin de una vez más “intus-legere” la palabra de Dios, manifestada también en los acontecimientos y en la Iglesia-Pueblo fiel, e Iglesia Maestra.

. Requiere sentido histórico y sentido prospectivo.

. Requiere la prudencia, la difícil inteligencia de los medios; hoy estamos invadidos de declaraciones, de metas, de ideales, pero hay un profundo desconcierto acerca de los medios, probablemente porque nos hemos acostumbrado a concebir “el medio” como algo materializado, tecnificado y carente de valores humanos y morales.

. Requiere humildad, casi diría un radical retorno a la humildad personal y comunitaria. Sólo los que tienen alma de pobre son capaces de no enamorarse de sus propias equivocaciones y de sus propios aciertos y son capaces de oír a Dios y a los hombres. Y esto es fundamental.

. Requiere, esta búsqueda, una inmensa docilidad, pero no infantil, sino enamorada, adulta, seria, radical, a la Iglesia-Institución.

Es menester evitar el miedo de que está actitud nos lleve a “alienar” nuestro pensamiento.

. Requiere anteponer la Regla a los sedimentos y costumbres, y anteponer el Evangelio a la Regla. Esto exige algo decisivo: la oración.

Las Comunidades religiosas harán una búsqueda totalmente estéril, totalmente ciega, totalmente mentirosa, si no parten de una previa y simultánea búsqueda de Dios. El día que los religiosos y los monjes decidamos buscar nuestra respuesta, nuestra identidad, partiendo de una interior y demorada acogida del Verbo y tengamos el valor de no avergonzarnos de la Cruz de Cristo, entonces seremos sus testigos hoy y aquí, en América Latina. Nosotros, hoy por hoy, nos parecemos un poco a María Magdalena ofuscada ante el vacío; a Tomás, el hombre realista de la evidencia; a los discípulos de Emaús deprimidos por fracasos. La solución será por eso dejar que Cristo nos dé un nombre, un ser, un contenido. Será meter la mano en las llagas del Señor (y esto no es sensiblería femenina), y será caminar con el Señor, oírle y cenar con Él. Es probable que no me entienda en esto que digo, aquel de los doce -”uno de sus discípulos”- que dijo:

“¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?”.

Y bien, en esta búsqueda, evidentemente, se da una pluralidad de opiniones, posiciones, enfoques, criterios, y por eso hemos juzgado publicar en este número, y en los sucesivos, artículos que revelan estas diferencias que, analizadas con mansedumbre, pueden llegar a dar una visión futura enriquecida y unificada. Tal vez más de un lector se desconcierte, pero si comprende la finalidad de nuestra publicación -que no es de orientación sino de expresión y de mutua colaboración sincera- leerá no sólo en la mente sino en el corazón de todos los que de un modo u otro queremos dar la vida por Dios y por los hombres a quienes Cristo “amó hasta el extremo”.

La Dirección