Inicio » Cuadmon » Cuadernos Monásticos Nº 177

Editorial

El encuentro personal con Jesucristo implica una apertura a lo desconocido que muchas veces escapa a nuestro entendimiento, pues significa abrazar el mismo Amor. Las consecuencias de ello lo descubrimos en la vida de los santos, quienes se aventuraron a no anteponer nada a Cristo en sus vidas; de allí que el seguimiento del Hijo de Dios involucre un camino real. El cristiano es invitado a una experiencia de amor, la cual se renueva constantemente por medio de la conversión y la gracia. En esta perspectiva, el presente número de nuestra revista presenta tres artículos que profundizan en este dinamismo. Armand Veilleux desarrolla el tema de la identidad con Cristo desde la paradoja del Hijo de Dios: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ese es el punto de partida para profundizar en la conversión cristiana, pues el deseo de asemejarse a Cristo nace de una verdadera búsqueda del ser mismo de Dios, lo cual lleva a desechar todas aquellas falsas identidades. La contemplación de los misterios de la vida de Jesús da cuenta no sólo de un modelo, sino de un camino a seguir. Cristo nos conduce al Padre en el Espíritu. El camino cristiano implica un aprendizaje. Dios enseña al hombre como amarle a Él y a sus hermanos. Las Sagradas Escrituras nos muestran como Dios sale al encuentro del hombre y le revela su amor. Los Padres de la Iglesia recogieron ese proceder y lo sistematizaron en sus obras. Por ello Alberto Capboscq, a la luz del pensamiento de san Basilio Magno, profundiza en la makrothumía divina. La magnanimidad o longanimidad es la respuesta educativa de Dios ante la urgencia del Amor. Por su parte, la discreción constituye uno de los ejes por el cuales el hombre canaliza su amor a Dios. El tercer artículo de esta revista aborda la figura de Edith Stein dentro de esta virtud. La pregunta que intenta responder Rodrigo Álvarez es la siguiente ¿Es posible apreciar una influencia del monacato en la santa alemana? La abadía de Beuron y su influjo en la renovación espiritual de mediados de los años treinta deja su impronta en esta conversa, quien descubre en la regla benedictina y en la liturgia un camino a seguir. La vivencia cristiana no sólo es encuentro con Dios, sino experiencia fundante de ese amor divino. Es así como el P. Agustín Roberts nos presenta una bitácora de su recorrido por monasterios de Asia. La vida monástica en Corea del Sur, Indonesia, China y Taiwan es descrita desde el ámbito de las realidades locales, pero iluminadas por la identidad monástica. Todo viaje tiene proyecciones. Es así como los hechos se transforman en profecías y éstas en desafíos. El año 2007, D. Donato Ogliari hizo un balance de la presencia monástica actual ante la Asamblea de la ConferenciaMonástica Italiana. Allí intentó presentar aquellos elementos insoslayables que caracterizan a un monasterio en su relación con la cultura y el mundo presente. La vivencia cristiana no sólo se caracteriza por ser una experiencia, sino también por celebrar el Misterio de Cristo. El año 2010, el monasterio trapense SantaMaría deMiraflores (Chile) cumplió su jubileo de bodas de Oro. Este acontecimiento es detallado por el P. Francisco Lagos no de un modo concreto, sino más bien significativo para esa comunidad. Finalmente, presentamos la segunda parte de las Consultaciones de Zaqueo y Apolonio. Diálogo entre un pagano y un cristiano (Libro I, Caps. 22-38). Este texto da cuenta de un hecho relevante. Debemos dar razón de nuestra esperanza en un mundo que pide un testimonio concreto de Cristo y de su Iglesia.

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