Inicio » Node » Cuadernos Monásticos Nº 117

Editorial

Cruz de la Ascensión-Glorificación[1]

(María Madre de la Iglesia)

Inspirada en la Cruz-relicario pectoral llamada de “Pliska” [2]

 

Arte búlgaro. Siglos IX-X

Inspirada en modelos palestinenses

Proveniencia: Pliska, Bulgaria

Actualmente conservada en el Museo Nacional de Sofía

Reproducción sobre madera (46 x 62 cm.)

de Nelda Vettorazzo

para el Centro Russia Ecumenica, Roma

Esta cruz es la fiel reproducción de la cruz-relicario-pectoral (encolpion) llamada “de Pliska”. Solamente en el brazo inferior la escena pascual del Descenso a los Infiernos fue sustituida por aquella de la Aparición del Ángel a las Mujeres delante del sepulcro vacío, escena que se encuentra habitualmente en los modelos palestinenses de los siglos VI-VII, en los cuales se inspira directamente la Cruz de Pliska.

Sobre el brazo horizontal vemos a la Virgen en actitud de Orante, enmarcada por dos árboles de olivo (referencia al lugar histórico de la Ascensión, el Monte de los Olivos), y colocada en medio de los Apóstoles, dispuestos simétricamente a ambos lados. A su derecha es claramente reconocible, por las llaves, san Pedro; y en el extremo de ese mismo lado, san Andrés, caracterizado iconográficamente por la cabellera desordenada, levanta en alto el brazo en la actitud del testigo de una teofanía. El mismo gesto lo hacen otros dos apóstoles sobre el lado opuesto.

En el brazo superior de la Cruz, Cristo Señor está sentado sobre la esfera del firmamento; y con la mano izquierda sostiene el Libro (Él es el Revelador de su sentido), mientras bendice con la derecha.

Su aureola con forma de cruz es testimonio de la Pasión que sufrió, mientras que el nimbo que lo circunda, azul, salpicado de estrellas y sostenido por cuatro ángeles, presenta la escena como una teofanía del Señor glorificado: teofanía histórica contemplada por testigos oculares, teofanía visible solamente con los ojos de la fe en el tiempo de la Iglesia, teofanía final y destinada a no cesar hasta la Segunda Venida del Señor al fin de los tiempos.

El tema general de esta Cruz es, pues, el misterio de la vida de la Iglesia, fundada sobre el anuncio pascual: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?, y sobre el testimonio apostólico; la Iglesia, de la que la Virgen María es figura y Madre, vive en la fe a la luz de la presencia del Señor resucitado y glorificado, en la espera de su retorno.

 

EDITORIAL

El segundo número de “Cuadernos Monásticos” de 1996, en continuidad con lo que decíamos en la entrega precedente de nuestra revista, reúne una serie de artículos agrupados en torno a un tema común: la vida monástica.

Presentamos dos contribuciones sobre la historia del monacato: Agustín de Hipona (en la sección fuentes) y Rancé.

Luego, ofrecemos dos estudios relacionados directamente con la Regla de san Benito: la celebración semanal del misterio pascual y la inspiración paulina de la RB. Estos nos recuerdan el lugar único que tiene la RB en el monacato de ayer y de hoy.

Es propio del monacato benedictino, en sentido amplio, buscar permanentemente el equilibrio entre sus fuentes -su historia- y la antigüedad-actualidad de la RB.

Es esto mismo lo que expresaba el Concilio Vaticano II:

Consérvese fielmente y brille más y más cada día en su genuino espíritu, tanto en Oriente como en Occidente, la venerable institución de la vida monástica, que en el largo curso de los siglos ha adquirido méritos preclaros en la Iglesia y en la sociedad humana. El oficio principal de los monjes es rendir a la Divina Majestad un servicio humilde y noble dentro de los muros del monasterio, ora se consagren íntegramente, en vida retirada, al culto divino, ora emprendan legítimamente algunas obras de apostolado o de cristiana caridad. Manteniendo, pues, el carácter de su propio instituto, renueven las antiguas tradiciones benéficas y adáptenlas a las actuales necesidades de las almas, de suerte que los monasterios sean como semilleros de edificación del pueblo cristiano (Perfectae caritatis, 9).

 


[1] Reproducida por amable concesión del Centro Russia Ecumenica, Roma.

[2] El texto que sigue es una traducción del original italiano redactado por la Profesora Maria Giovanna Muzj, Centro Russia Ecumenica, Roma.

 

SUMARIO

Editorial

¿Una original fórmula benedictina de inspiración paulina? (RB 34,3-4)

La sentencia de la Regla de san Benito que dice: “El (monje) que necesita más, humíllese por su debilidad y no se engría por la misericordia”, estaría inspirada en un pasaje de la segunda carta a los Corintios.

Artículo

Armand-Jean de Rancé: converso y reformador (segunda parte)

“Lo que Rancé probó en La Trapa, a pesar del escepticismo inicial de superiores más experimentados, fue que el llamado original a la abnegación total, el reto a lo absoluto que yace tras toda reforma monástica a lo largo de los siglos, constituía un desafío, al que un número constante de hombres, ancianos y jóvenes, estaban ansiosos de responder”.

Artículo

La celebración del domingo según la Regla del Maestro y la Regla de San Benito (segunda parte)

En los monasterios benedictinos se busca vivir “más o menos continua y conscientemente la práctica cristiana antigua -hoy día reencontrada- del día del Señor como día pascual”;… así se le “devuelve al domingo su significación propia de Pascua hebdomadaria y de día de celebración «original»”.

Artículo

San Agustín y la vida monástica (segunda parte)

En esta sección se han reunido los textos que van desde la ordenación episcopal (395/96) de san Agustín, hasta su muerte (430).

Fuente

Recensiones - Libros recibidos

Libro