Conferencia de Comunidades Monásticas del Cono Sur
Conferencia de Comunidades Monásticas del Cono Sur
Santa María, Madre de Dios
Icono pintado por el Hno. Marcelo Molinero, osb
(Monasterio Nuestra Señora de la Paz, San Agustín, Córdoba, Argentina)[1]
«Este icono se venera en nuestro Monasterio durante las Vigilias de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la noche del 31 de diciembre. Su tipología básica es la de la Virgen orante con el Niño, cuya variante más conocida entre nosotros es la “Gran Panaghia” conservada actualmente en la Galería Tret’jafov de Moscú (siglo XIII).
Los Griegos denominan a este tipo de Virgen, Platytera, es decir “más grande” (se sobrentiende: “que los cielos”). El término Platytera para designar a la Madre de Dios se difundió después del Concilio de Éfeso (año 431), pero ya se puede leer en un papiro antiguo que dice:
¡Ave, Madre de Dios, oh pura de Israel!
¡Ave, oh tú, cuyo seno es más grande que los cielos!
¡Ave, oh Santa, oh trono celestial!
Los Eslavos, en cambio, la llaman Znamenie, o “del Signo”, en conexión con la profecía de Isaías: El Señor les dará un signo: una virgen concebirá y dará a luz un hijo que será llamado Emanuel… (Is7,14).
Haciendo referencia al uso litúrgico del icono, presenta dos “variantes”: la Virgen está vestida de blanco, como la imagen de Nuestra Señora de la Paz que veneramos en nuestra capilla; y el fondo es azul oscuro, como la noche que nos rodea durante las Vigilias».
EDITORIAL
Este número de “Cuadernos Monásticos” podríamos colocarlo bajo el título de: la experiencia. Y si no lo hemos hecho es por el carácter ambiguo que tiene en nuestros días ese término. En el Diccionario de la Real Academia española (ed. de 1992), experiencia se define como: “enseñanza que se adquiere con el uso, la práctica o el vivir”.
Podemos, pues, hablar de una “experiencia espiritual”, que es el tema que abordan, desde diversos ángulos, los artículos y también la sección “Fuentes”.
Dom Paul Houix, ocso, nos habla de la experiencia de conversión - maduración que se recibe en un monasterio, una verdadera operación evangélica.
Los PP. Bottini y Manns, ofm, nos regalan la “experiencia” del diálogo con creyentes de otras religiones. Una necesidad cada vez más urgente e importante en los tiempos que corren
La Comunidad de Monjas Trapenses de El Encuentro, comparten con nosotros su experiencia de devoción mariana, centrada en la Virgen de Guadalupe. Y ello justamente cuando los peregrinos que vienen visitando todos los países de nuestro continente con esa venerable imagen, están recorriendo el extremo austral de América.
Al volver a publicar un artículo que hace ya muchos años apareció en nuestra revista, no deseamos hacer “arqueología”, sino reproponer, si se me permite la expresión, al lector temas que la experiencia nos demuestra siguen siendo de gran actualidad, después de treinta años. Las reflexiones de la contribución de Plácido Deseille son un espejo donde convendría que nos miráramos abiertamente.
Finalmente, la antología de textos de las cartas de Gregorio sobre la vocación y la vida monástica, nos revela la importancia de la experiencia en la vida de la Iglesia. Pero de una experiencia iluminada desde el discernimiento de nuestros pastores, de ayer y de hoy. Una experiencia que brota de la frecuentación asidua de la Palabra de Dios:
“¿Qué es la sagrada escritura sino una carta de Dios omnipotente a su creatura? Y ciertamente si alguna vez vuestra gloria estuviera establecido en otro lugar y recibiera una carta del emperador terreno, ¿acaso reposaría o descansaría, daría sueño a sus ojos, sin conocer antes lo que el emperador terreno le hubiere escrito? (…)
Esfuérzate, te suplico, y medita cada día las palabras de tu Creador; conoce el corazón de Dios en las palabras de Dios, para que suspires con mayor ardor por los bienes eternos, para que tu corazón se encienda con deseos más grandes de la vida eterna. Pues entonces tendrá mayor descanso cuanto ahora no tiene ningún descanso en el amor de su Creador.
Y para obrar así, os infunda Dios omnipotente su espíritu consolador. Que él llene vuestro corazón con su presencia, y llenándolo, lo eleve” (Gregorio Magno, Carta a Teodoro médico del Emperador; V, 46).
Cuadernos Monásticos en Internet
http://home.overnet.com.ar/cuadmon
[1] La explicación que sigue pertenece al mismo Hno. Marcelo. Cf. G. GHARIB, Le icone mariane, storia e culto, Roma, Città Nuova Editrice, 1987, pp. 163-165.
“Considerando al hombre contemporáneo que llama a la puerta de nuestros monasterios, sea para quedarse toda una vida o simplemente como huésped de paso (no hay diferencia entre ellos), ¡trataremos de asistir a la operación evangélica que deberá soportar en el crisol de la vida monástica!”.
“Durante un momento Jerusalén olvidó las divisiones. Aceptando discutir en torno a una mesa, los expertos hebreos, cristianos y musulmanes tuvieron la ocasión y verdaderamente dieron la impresión de ser todos hijos de Abraham. Cada comunidad samaritana, judía, cristiana y musulmana tiene que llevar adelante esta reflexión dentro de su propia tradición para poder enfrentar un verdadero diálogo interreligioso”.
“María construye nuestra patria, viene a levantarnos ayer como hoy de nuestros inviernos y arideces, con el signo de las rosas, símbolo de esperanza y de primavera”.
«El ideal monástico debe ser vivido por hombres de este tiempo; y resulta evidente que ciertas adaptaciones son necesarias si se quiere que las observancias en las que ese ideal se encarna sigan siendo “reales”, vale decir, aptas para favorecer la plena expansión de la gracia bautismal en los corazones».
“Nos limitaremos en el presente trabajo al estudio de uno de los factores, sin duda el más importante en este desarrollo del monacato benedictino: la influencia personal ejercida por las ideas y actividades del gran papa y monje san Gregorio Magno. O mejor, trataremos de determinar, en la medida de lo posible, cuál es la concepción de la vida monástica de este gran papa, vista y analizada solamente a través de su correspondencia”.
