Inicio » Cuadmon » Cuadernos Monásticos Nº 159

Editorial

La amistad… es el instrumento mediante el cual Dios

revela a cada uno las bellezas de todos los demás (C. S. Lewis[1]).

 

El tema de la amistad es el hilo conductor que hilvana las páginas de este Cuaderno Monástico, a partir del testimonio de dos santos –Elredo y Agustín– de quienes podemos decir con justicia que “en los santos es evidente que, quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos”[2]. Ambos recorrieron el camino paciente del crecimiento y la maduración en el amor que el lenguaje de la tradición ha llamado “educación a la castidad”[3], y que a través de la amistad con el prójimo nos indica cómo seguir e imitar al que nos eligió como sus amigos[4].

En el primer artículo que publicamos, María Cecilia Zaffi aborda el tema de la amistad desde la perspectiva “elrediana”, que ve en ella una forma de caridad. Señala la importancia de las relaciones de amistad en la vida del hombre: su valor humano y cristiano, y se detiene en las dos obras cumbres de Elredo de Rievaulx –El espejo de la caridad y La amistad espiritual– para ahondar en el dinamismo educativo de esta forma de relación que nos vincula con el misterio de la encarnación de Cristo.

La búsqueda agustiniana del amor, bellamente expresada en el libro de las Confesiones, influyó poderosamente en Elredo, quien, ocho siglos más tarde, se basa en el libro de san Agustín para expresar sus propias experiencias y consideraciones sobre la amistad: Marie-Benoît Bernard, ocso, señala similitudes y diferencias entre ambos autores en el ágil estudio comparativo que publicamos en segundo lugar.

El hombre ha sido hecho para vivir en amistad con Dios, quien “manifiesta su omnipotencia convirtiéndonos de nuestros pecados y restableciéndonos en su amistad por la gracia”[5]: el itinerario de Jesús en el mundo, expresión del amor del Padre, que en su Hijo Jesucristo nos redime y nos da su santo Espíritu es el tema de una breve reflexión de María Eugenia Suárez, osb.

Participar en la vida de Cristo por la liturgia es progresar en la amistad con Él[6]. En el último artículo, el Dr. Ernesto J. A. Maeder destaca la labor precursora que en el ámbito litúrgico preconciliar desarrolló el abad Andrés Azcárate, osb, a través de la Revista Litúrgica Argentina.

En la sección Fuentes seguimos publicando capítulos escogidos de la Historia Lausíaca. En este número publicamos los capítulos 4, 8, 10, 11, 17 y 18, que con rasgos escuetos describen la riqueza de personalidades diversas –Dídimo el ciego, Amún, Pambo, Ammonio, Macario de Egipto y Macario de Alejandría–, monjes del desierto dedicados a la contemplación de los misterios de Dios, que iluminaron al mundo con diferentes virtudes y carismas, fruto de su personal encuentro con el Señor de la vida.

 

AVISO

Ya hemos actualizado el CD de nuestra revista, hasta el año 2005 inclusive.

Se puede bajar dicha actualización, sin cargo para quienes adquirieron

el CD original, entrando en el sitio de “Cuadernos Monásticos”.

www.monasterio.org.ar/cuadmon/



[1] C. S. LEWIS, Los cuatro amores, Ed. Rialp, Madrid, 1994, tercera edición, p. 101.

[2] Benedicto XVI, Deus caritas est, 42.

[3] Cf. en Benedicto XVI, Deus caritas est, Ed. San Pablo, Buenos Aires, 2006, pp 5-9: «Benedicto XVI presenta su primera encíclica “Dios es amor” a los lectores de Famiglia Cristiana».

[4] Cf. C.I.C., 2347.

[5] C.I.C., 277.

[6] Cf. C.I.C., 1395.

 

SUMARIO

Editorial

La amistad espiritual como amor de amistad en san Elredo de Rievaulx

Encuadrando mi estudio en la perspectiva del “amor de amistad”, intento decir que en la relación de amistad cada uno es reenviado a un amor sobrenatural, a la luz de aquella experiencia humana –la amistad– que mejor que otras, sobre todo por su gratuidad, ayuda a conocer el modo de ser de Dios y a apreciar aquellos gestos humanos que más se acercan a los divinos, porque el fundamento teológico –en Dios– y teologal –la caridad– de la amistad cristiana no quita nada a la densidad humana de la misma, sino que la exalta: ¡el fundamento en Dios implica la valorización máxima de la persona!

Artículo

La amistad en Elredo y Agustín. Una gracia de Dios

Elredo fue seducido por Agustín, por sus palabras formuladas con belleza y armonía, con calor humano y presencia: él se reconoció en el estilo literario de las Confesiones, en ese libro de la experiencia de la vida. Esta es la razón por la que Elredo “imitó” a Agustín, identificándose tanto con lo que Agustín ha vivido y pensado de la existencia como con la manera como ha dado su testimonio viviente. En sí misma, su obra autobiográfica es un oficio divino, es una celebración, una alabanza de Dios, de sus maravillas, una acción de gracias. Celebra un encuentro único, íntimo.

Artículo

La parábola de Jesús

… Jesús les revela que él, su vida misma, es una parábola, no ya entendida en sentido literario, sino en sentido geométrico: Él sale como el esposo de su alcoba/ contento como un héroe, a recorrer su camino,/ Asoma por un extremo del cielo/ y su órbita llega al otro extremo (Sal 18, 6-7). El misterio de la encarnación y la revelación del Padre que nos trae está inscripto en una misión (Jn 3, 14), un itinerario parabólico que podríamos resumir apretadamente en el texto de Jn 16, 28: Salí del Padre y vine al mundo, ahora dejo el mundo y voy al Padre.

Artículo

El abad Azcárate y la "Revista Litúrgica Argentina", una labor precursora (1935-1960)

Al evocar la trayectoria de aquella revista y la figura del abad Azcárate, se hacen presentes algunos de los logros más notorios de su prédica, como la Revista y la edición y difusión del Misal diario para América. Este libro facilitó a generaciones enteras la comprensión cabal de la celebración eucarística y preparó su participación activa, anticipando así parte de las reformas litúrgicas que poco después, haría suyas el Concilio.

Artículo

Paladio de Helenópolis - "Historia Lausíaca" (Capítulos escogidos)

«Una vez me insistía en que yo hiciese oración en su celda, pero yo me resistía; entonces me contó lo siguiente: “Justamente en esta celda entró por tres veces el bienaventurado Antonio, para visitarme; invitado por mí a hacer oración, en seguida se arrodilló en la celda, y no me hizo repetir la invitación, dándome con aquel gesto una lección de obediencia. Si, por lo tanto, deseas seguir su conducta, ya que quieres ser monje y vivir separado del mundo para cultivar la virtud, deja de lado el espíritu de contradicción”».

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